Ven, si eres hombre ven a verme y háblame<br>Cara a cara, frente a frente, dímelo<br>Un cobarde y mentiroso como tú<br>Sin valor sin dignidad...<br>Mentiras, mentiras<br>Tú me enamoraste a base de mentiras, mentiras<br>Tú me alimentaste siempre de mentiras, mentiras<br>Qué estúpida que siempre te creí.<br>

Lupita D’Alessio/Elizabeth Ibarra

Posiblemente uno de los elementos que mejor caracteriza a la 4T es la mentira. Se habla de ella en términos de ‘opacidad’, ‘falta de transparencia’ y ausencia de ‘rendición de cuentas’. Estos son términos formales para describir lo que se hace cuando hay información y hechos que se quieren ocultar.

El último —francamente intrascendente, pero bastante ejemplificativo: el hecho de que el zar anticovid, Hugo López-Gatell, se encuentra hospitalizado desde el miércoles pasado debido a un cuadro “moderado” de covid. Ayer lo confirmó Ruy López Ridaura, director general del CENAPRECE.

"Su equipo médico evaluó la necesidad de una hospitalización anticipada con un monitoreo y tratamiento hospitalario en este esquema de la búsqueda de una hospitalización anticipada de los casos que lo ameritan porque es justo en ese momento donde las posibilidades de tratamiento son muchas, mucho mejores y de mayor éxito”.

Haciendo de lado que para ciertos miembros de la Cuarta Transformación sí existe tal cosa como ‘hospitalización anticipada’, beneficio que se le niega a cualquier simple mortal, es de notar que al día siguiente, jueves 25 de febrero, José Luis Alomía, director general de Epidemiología de la SSA, aseguró en conferencia de prensa que era mentira que que el subsecretario tuviera complicaciones de salud a causa de la enfermedad.

Lo que es más, dijo que López-Gatell se encontraba asintomático, recuperando en su casa. “Hugo López-Gatell se encuentra asintomático y con una saturación de oxígeno del 97 por ciento, por lo que es mentira que tenga una complicación”. Total, que estamos ante la presencia de lo que a partir de ahora se denominará ‘la nueva asintomatología’ en el argot médico...

En un sistema democrático que puede ser muy fácilmente presa de la demagogia, es entendible y hasta cierto punto irremediable que tantos mexicanos confíen ciegamente en el lopezobradorismo. Ya habrá tiempo para que salgan de su error.

Lo inexcusable, por ahora, es que los críticos al régimen (como antes de otras administraciones) no hagamos un recuento puntual de las mentiras con las que AMLO y la 4T construyen su narrativa. Tiempos, temas, tramas.

Hay distintos esfuerzos que buscan hacerlo (probablemente el más serio de ellos el de SPIN-TCP dirigido por Luis Estrada para lo que corresponde al ejercicio diario de las mañaneras presidenciales), pero no son del todo detallados y sistemáticos por cuanto al quehacer y gestión de todo el gobierno federal. Y debieran serlo; debiésemos hacer un esfuerzo para que ese escrutinio fuera completo y difundido lo más ampliamente posible. Contar con un mecanismo confiable —más allá de contabilidad— de verificación y monitoreo de los dichos y hechos de los actores gubernamentales; tipo las estructuras independientes, autónomas y apartidistas de otras latitudes.

Me cuesta trabajo entender que el gobierno, a través del CONACYT, financie un programa en la UNAM, coordinado por John Ackerman, para monitorear las ‘actividades de la oposición’, y esta (las fuerzas políticas antagónicas) o la iniciativa privada o la sociedad civil no pueda establecer y subvencionar un esquema para documentar las mentiras formuladas por el actual régimen.

Y es que “la belleza” de las falsedades es que tienen un inicio; que se construyen con cierta “lógica”; que tienden a complicarse y enredarse; y que llega un momento que es imposible justificarlas, por más embelesados que se esté con el emisor.

¿Por qué, entonces, no nos aprovechamos de este hecho?