“Lamentablemente no hay posibilidad, o no se vislumbra, de armar con los (o el) protagonistas políticos una discusión de buena fe en que la sociedad o sus representantes les puedan mostrar o comentar el OTRO LADO de la moneda. Esto es, que hay ‘datos reales’ ajenos a sus ‘otros’, igualmente válidos y meritorios de estudio y análisis.”<br>

Manuel J. Jáuregui, diario Reforma, 29 de mayo de 2020

“No se entiende que el Presidente recorra por lo menos 3 mil 200 kilómetros en plena epidemia para ir a actos protocolarios y reuniones que bien podría encabezar vía remota desde Palacio Nacional… Y AUNQUE la vieja consigna de la izquierda dice que ‘si Juárez viviera, con nosotros estuviera’, lo más seguro es que hoy ‘si Juárez gobernara... ¡por Zoom se conectara!’…”.<br>

Columna Templo Mayor, diario Reforma, 30 de mayo de 2020

El ágora del Zoom 

Ahora que termina la “Jornada de Susana Distancia” —que no la cuarentena “Quédate en casa” ni la pandemia— tendremos uno de los mejores andamiajes conformados por ciudadanos para reconstruir instituciones y fortalecer una democracia más plena, más participativa. Uno donde personas, dialogando inter pares, planteen posicionamientos, tomen decisiones sin intermediarios ni distorsiones y establezcan esquemas de acción en lo práctico para cada actor.

Zoom, plataforma para gestionar reuniones virtuales, ha tenido un crecimiento exponencial durante la epidemia. Fue fundada en 2011, pero recientemente ha multiplicado su valía por la demanda de su servicio y también por el acceso a un cada vez mejor internet.

Las reuniones virtuales, sean juntas de trabajo, clases para todos los niveles, alegre comadreo, intercambios de cámaras empresariales o charlas entre ex compañeros de escuela, constituyen el “ágora del Zoom”. Esto es, estamos participando en una nueva forma de comunicarnos, de construir y de romper barreras.

Dialogar sin bots ni trolls

Zoom no es una red social. Puede constituirse en una conversación de solamente dos personas o hasta de miles de ellas (versión pagada). La ventaja que tiene es que, al igual que WhatsApp, no son “territorio de gobierno, de partidos políticos o de grupos ajenos”. No hay forma en que estos se presenten o se enfrenten a crítica insolente, bots o trolls, cosa que sí sucede en redes sociales.

Para participar en un grupo de WhatsApp o de Zoom, se requiere dar la cara y no escudarse en el anonimato que puede darse en redes sociales. Ambas plataformas están “rebasando” por la derecha a algunos y por la izquierda a otros en cuestión de organización participativa. Las reuniones de Zoom vienen a revolucionar la forma de comunicarnos, ordenarnos y tomar decisiones.

Algunos ejemplos: las 11 mesas de discusión y estructuración de planteamientos para hacer frente a la crisis económica organizadas por Carlos Salazar, como presidente Consejo Coordinador Empresarial; seguramente las reuniones de hombres y mujeres de negocios nunca habían sido antes tan concurridas y con tanta participación (el número de asistentes habría llenado el Estadio Azteca).

La reunión de los ex Patria

Otro ejemplo, una reunión por Zoom de ex alumnos del Instituto Patria; de esta sabemos —porque se filtró y circula en WhatsApp el video de la participación del novelista Héctor Aguilar Camín— que un grupo de setentañeros (generación 1962) expresó su pensar sobre la gestión de la administración lopezobradorista.

Esta reunión cobra especial fuerza cuando consideramos que se trata de personas de 74 años o más, quienes salen de su retiro y zona de confort para incursionar en el ámbito de la política, en el que parecen ir más allá del simple análisis: buscan organizarse para cambiar, por las buenas, aquello que piensan no funciona en el actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador. No fue necesario que dejaran sus domicilios para tener una reunión de horas y escuchar con mucha atención a alguien cómo Aguilar Camín. 

A modo de descripción, ahora que está tan de moda la semaforización, con este tipo de reuniones, lo que antes se conocía como las ideas o información que solo interesaba al círculo rojo, se trasladan a grupos más grandes (llamémosles círculos naranjas, por ser el paso previo al círculo verde) y cobran nuevos vuelos y matices. Lo que hace todo increíble —pero, como en el Ripley believe it or not, es cierto— radica en que esta transformación y movimiento de la información se acelera gracias a las asambleas de Zoom.

¿Combatir al ágora Zoom con nueva versión de los CDR de Castro?

Si algún partido político, actor o gobierno espera/supone que va poder controlar o marcar las directrices de estos nuevos “salones de debate y conocimiento”, estará equivocado. Pero eso no impide que las nuevas fuerzas no vayan a ser fundamentales en las votaciones en el 2021; todo lo contrario.

Veremos cómo se multiplican día a día las asambleas de Zoom, “los modernos salones de té” del siglo XXI; hay un crecimiento exponencial de estas reuniones logradas gracias a la tecnología que enriquece a nuestra democracia. Estas nuevos ágoras tienen una ventaja adicional: permiten el fluir de ideas o el diálogo respetuoso.

Gracias a las aplicaciones de la web, el aislamiento abre nuevos e insospechados caminos para la democracia. Observamos algo impensable tan solo hace algunos meses; el mismo activismo de las redes sociales no es tan rico ni respetuoso como lo puede llegar a ser en una reunión de Zoom. El debate en redes empieza a verse ineficiente, por lo contaminado que lo tienen los bots y los sembradores profesionales de odio, los trolls. Y no se diga el más tradicional activismo, típico de la más rancia escuela de organización política. Ese como el que sigue Morena a través de comités de barriadas con el desafortunado nombre de “comités de defensa de la 4T”. Más allá de que evoca a los fascistas Comités de Defensa de la Revolución de la peor época castrista en Cuba, en realidad —por sus tiempos— pareciera que la izquierda tiene prisa para organizarse ahora de esa manera, con evidente apresuramiento, como reacción a que se está gestando otro tipo de organización ciudadana a partir de la ciudadanía por vías más sofisticadas.

El mensaje de Aguilar Camín

Los diferentes grupos que hacen sus reuniones por Zoom, además de facilitar estar en la reunión ya sea solo escuchando o siendo parte de la misma, permiten que al mismo tiempo uno esté trabajando, escribiendo, cocinando y hasta vistiéndose, como la senadora que en reunión formal hizo frente a todos sus colegas lo que hacemos todas en la intimidad antes de ir a una acto social: quitarnos la camiseta o la pijama para ponernos más presentables.

Los costos para organizarlas las asambleas de Zoom, convocarlas, gestionarlas y llevarlas a cabo se reducen a cero prácticamente.

Así, se esbozan dos vías institucionales para impulsar el cambio:

1. Nuevos espacios para la democracia.

2. Coordinación expedita para realizar acciones.

Zoom está sustituyendo al WhatsApp por su posibilidad de deliberar y a las redes sociales pues permite discutir entre pares y en un ambiente de mutuo respeto, lo que ciertamente se ha vuelto imposible, en Twitter al menos.

Hoy las reuniones virtuales, sean de Zoom u otro tipo, nos recuerdan al ágora griega donde los habitantes se reunían para discutir las prioridades de la ciudad. Nos acercan a la utopía perseguida por todos quienes creen en ella: la democracia se abre y la alternativa política es posible por la vía institucional.

Y sí, en la reunión por Zoom de los ex alumnos del Instituto Patria el escritor Aguilar Camín dio un primer paso en ese sentido: el de recuperar la democracia que a veces vemos extraviada solo por las vías que la propia democracia permite.