Si a Estados Unidos le da catarro, a México le da pulmonía; y ahora que a ellos les da coronavirus, ¿a nosotros qué nos pasará?<br>

Expresión popular traída al presente.

No es crisis, es un simple catarrito.<br>

Agustín Carstens

Ante el embate económico generado por la incertidumbre global del Coronavirus y el desplome en los precios del petróleo es ya un hecho que el gobierno federal deberá hacer importantes recortes y tomar decisiones que impactarán en diversos rubros de las políticas públicas en nuestro país. Esto es, debemos preguntarnos sobre los efectos de esa embestida en los proyectos y las finanzas gubernamentales.

Alternativas existen, pero al igual que sucede con muchas medicinas, su administración no será sencilla y tendrá un retrogusto amargo. Sin embargo, dado el tamaño del problema que enfrentamos, la 4T tendrá que decidir cuáles son las menos dolorosas y dañinas para México (y sobreponer eso a lo que pudiera ser más perjudicial para la 4T).

Una de las opciones que se tienen es sin duda cambiar la base fiscal, esto es, aumentar el porcentaje de impuestos, pero no solo sobre los contribuyentes ya cautivos. Será también ampliar la base de agentes tributarios, especialmente ante la cantidad de personas que se encuentran en la informalidad. Obviamente el incrementar impuestos tiene un costo político alto, pues a nadie nos gusta pagar más impuestos así sea necesario.

Otra alternativa puede ser endeudar más al gobierno. Cierto, al igual que la anterior, López Obrador ha dicho hasta el cansancio que no lo hará. Sin restar mérito a sus intenciones, tal vez se vuelva necesario. Naturalmente, el endeudarse debería tener ciertas restricciones, entre ellas NO utilizar los préstamos para proyectos faraónicos y poco redituables.

Tal vez, inicie con opciones sencillas, como sea reducir a cero el gasto promocional o refinanciar algunas partes de la deuda externa, pero eso pronto no será suficiente.

Tarde que temprano, López Obrador y la 4T deberán sacrificar alguno de sus grandes proyectos. La pregunta es: ¿cuál será? ¿Dos Bocas, el Tren Maya, Santa Lucía, estadios de baseball, la suma de todos estos? El insistir continuar con todos conlleva grandes ganancias políticas para él y su proyecto, pero resulta en una alta carga para el país.

Basta ver los resultados de Pemex y con los precios de petróleo, da mucho qué pensar seguir con esa ruta de sanación para la empresa, la cual solo ha aumentado en costos, sino que además no se ve la forma en que pueda volverse productiva y redituable.

López Obrador deberá decidir cuáles proyectos continuar y cuáles parar, porque será la única forma para poder mantener sus políticas de desarrollo social de dar dinero directo a diversos grupos sociales. Otra vez, no se discute si estas políticas son correctas o no; simplemente, si se quiere cumplir el mandato constitucional como acaba de ser aprobado por la Cámara de Diputados, se deberán tomar previsiones y hacer recortes en otras partes para poderlo cumplir.

Aunque el ejecutivo federal insista en que tenemos finanzas sanas, con la crisis galopante y creciente a nivel mundial eso no alcanzará. Esto es, aun teniendo otros datos, tarde que temprano enfrentará —y nosotros con él— una dosis de realismo cortesía del coronavirus.

Mientras más pronto se tomen las decisiones y medidas pertinentes en materia económica, los estragos serán menores y será un poco menos complicado superar esta etapa. Sin lugar a dudas, nadie vislumbraba en el horizonte una situación cómo la que se vive actualmente a nivel mundial. Menos la 4T. La pregunta será saber cómo y de qué forma se plantea salir avante.

Se podrá empezar con medidas sencillas, pero cuando estas se hayan agotado, vendrán los grandes sacrificios en proyectos gubernamentales de gran envergadura. La opción de “estirar la cobija” puede resultar cierta hasta cierto punto, pero en el mediano plazo no dará ni siquiera para eso.

Es momento de decisiones puntuales y estratégicas. La economía está infectada; el permitir que siga empeorando o tomar medidas inmediatas hará la diferencia en el lapso en el que México se recupere. No es una opción mantenerse sin hacer nada, es necesario y urgente establecer prioridades. Siendo la salud de los mexicanos lo más importante, así como su educación, los proyectos faraónicos, no deberían estar en ellas. Ojalá así lo entiendan en Palacio Nacional, y actúen en consecuencia.