Gota del mar donde en naufragio lento<br>se hunde el navío negro de una pena;<br>gota que, rebosando, nubla y llena<br>los ojos olvidados del contento.<br>Grito hecho perla por el desaliento<br>de saber que si llega a un alma ajena,<br>ésta, sin escucharlo, le condena<br>por vergonzoso heraldo del tormento.<br>

José Ángel Buesa

Intolerable resultó para una madre que el presidente de la república no se indignara por el abuso sufrido tiempo atrás por su hija. Una niña, quien a los siete años fue abusada sexualmente. La misma que, a los 10, le pintó flores a una pintura de Madero que forma parte del patrimonio nacional, acto que mereció el reproche del mandatario.

El enojo del habitante de Palacio Nacional se concentró en la destrucción de la pintura, pero en ningún momento hizo alusión al dolor que habría marcado de por vida a la pequeña y el que embarga de una u otra forma a todas las mujeres que tomaron las instalaciones de la CNDH. Erika, la madre de la menor, reaccionó ante ese enojo con un: “¿Por qué AMLO no se indigna por lo del abuso de mi hija?”.

Erika tiene razón. Es imposible entender la impasibilidad de YSQ ante los asesinatos de tantas mujeres en México. Tan solo de enero a julio han sido privadas de la vida 2240. Esto es, casi 11 mujeres asesinadas al día; así de crudo. Es una de las facetas de la violencia de género, sufrida por el 66.1% de las mujeres de 18 años o más en nuestro país.

¡Y ya ni qué decir de la desidia mostrada por parte de la comisionada Rosario Piedra! Tal para cual. No ha recibido a las madres en todos estos días y sigue sin dar la mínima respuesta esperada por ellas —o en sentido contrario—; lo que sea, algo.

No se le pide nada especial, tan solo que cumpla con su trabajo. Recibir a quienes se quejan de que sus derechos humanos han sido vulnerados es obligación. El desaire realizado a este grupo de madres dolientes va más allá de la indolencia de una persona, en realidad es no cumplir con sus funciones, pues fue elegida como comisionada de la CNDH para atender a las víctimas, a los desprotegidos (que no para emitir juicio a priori sobre los casos). Pero ni eso ha podido hacer. El puesto le quedó GRANDE.

Rosario Piedra ha hecho de la Comisión una burla. Desdibujó la razón de su existencia. Uno de los principales lineamientos de la misma se menosprecia: “se garantizará el derecho de las mujeres a un espacio libre de violencia, con especial atención a todas las formas de acoso y hostigamiento (sexual, laboral, etc.)”.

La comisionada Piedra no atiende a los que acuden apelando salvaguardar por sus derechos. La única vez que se vio a Piedra medio cumplir con su deber fue en febrero cuando, a las puertas de Palacio Nacional, el grupo conformado por su madre, Eureka, fue a protestar por los desaparecidos. Ahí sí se pudo presentar. Pero ahora que un grupo de mujeres dolidas, despojadas de lo más querido para ellas: sus hijos e hijas solicita, demanda verla, ella se ha tornado en otra piedra del edificio donde están sus oficinas.

No es correcto vandalizar un cuadro o tomar las instalaciones, como tampoco es tomar la avenida más importante del país durante meses con lo que significa de pérdidas de empleos (si lo sabrá el presidente...). O tomar las vías férreas en Michoacán fastidiando a todos los productores de aguacates. Tampoco es correcto cuando los dizque maestros marchan y dejan de dar clases. O cuando los manifestantes pueden destruir Reforma y grafitear los monumentos y locales, sin que se les imputen consecuencias a sus actos.

Francamente, entonces, el DOBLE RASERO de la 4T es lo que más duele. Y ese se manifiesta muy importantemente en torno a las causas de las mujeres.

La incongruencia de este régimen y de el Movimiento que gobierna de defender a unos y desairar a otras. El irónico comentario del diputado Fernández Noroña retrata bien lo anterior: “Seguro con eso lograrán la justicia”.

Pues ni una ni la otra. La desesperación de las madres tornada en destrucción no ha tenido el mínimo prometido por la CNDH: atención, ser escuchadas. Ese es el punto.

¿Por qué este doble rasero? No lo sabemos. Lo único real es ¡lo lejos que quedan los días en que Rosario Piedra reclamaba por la desaparición de su hermano! Cuando exigía a la autoridad brindar apoyo y velar por los derechos humanos. Si fuera ella hoy doliente, pediría su propia renuncia. Sin embargo, hoy siendo autoridad (y hasta desechado por improcedente el juicio de amparo para impugnar su designación), ha olvidado su responsabilidad por completo.

Así que, como lo comentó ella misma hace algunos años, hoy la CNDH es una vergüenza nacional.