Una foto vale más que mil palabras

Adagio que se usa en todos los idiomas

La política, bien entendida, se parece más al comercio que a la guerra. Tiene más de competencia que de confrontación. Necesita la concertación de voluntades. A mediano plazo, el juego limpio resulta más redituable que el golpeteo.<br>

Esteban Garaiz

Los intereses particulares hacen olvidar fácilmente los públicos.<br>

Montesquieu

La verdadera democracia requiere prensa independiente del estado y de los intereses económicos.<br>

Joe Barcala

@Reforma es uno de los periódicos que han hecho historia en nuestro país. Llegó a la Ciudad de México rompiendo los rígidos cartabones de la distribución de diarios y desafiando al vetusto sindicato de voceadores. Cuando estos le dijeron que no venderían su periódico los domingos o los días feriados, las grandes firmas de dicho diario salieron a hacerlo.

Encontrarse a Germán Dehesa, Granados Chapa, Krauze y otras plumas en los semáforos de la capital mexicana, ganó a ese periódico un aura de incorruptible. Cómo olvidar a Dehesa y su: “¿qué tal durmió Arturo Montiel?”, seguido del número romano de los días donde reiteraba la misma pregunta. Cierto, nunca recibió respuesta del toluqueño, pero marcó un antecedente del cuestionamiento tenaz e inolvidable de los haberes de los políticos. 

O las veces que el rotativo retó a Carlos Salinas y demás presidentes con información precisa y confiable.

No en pocas ocasiones nos ha ofrecido LA NOTA. Fue el primer medio en develar la estafa de la Estela de la Luz y el primero en llevar el “yo soy #132” de aquel descalabrado encuentro entre los estudiantes de la Ibero y el candidato Peña Nieto. Y mucho más...

Es un diario con una ideología de derecha, lo cual no había comprometido su objetividad ni había impedido que entre sus editorialistas encontráramos personas de todo el espectro ideológico. Reforma siempre durante años dio espacio por igual a una Carmen Aristegui, a un Lorenzo Meyer o a un Juan Pardinas (hoy su director). Una pena, espero que no un efecto producto de una causa, que la llegada de Pardinas a la dirección editorial haya coincidido con la salida de Meyer.

Todo lo anterior hace aún más complicado comprender las fake news divulgadas en su edición del día jueves, donde acusan que el precio de las mascarillas compradas por el gobierno de la CDMX rondaban los 6 mil pesos la pieza. La información hasta hoy viernes 29 de mayo a las cinco de la mañana permanecía ahí en sus páginas; no ha importado que Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno, demostrara con pruebas que eso era un bulo. Y en ningún momento se ha leído en su edición digital o en sus redes una disculpa, ni un “investigaremos más a fondo”. ¡Ni siquiera durante muchas horas la respuesta oficial del gobierno capitalino!

Si esa es la forma en que piensan demostrar su objetividad y señalar los errores de la 4T (¡qué vaya que los hay!), el diario se equivoca. Tan solo muestran el desprecio por una profesión noble y que debería ser uno de los contrapesos más importantes en cualquier democracia.

Quien me lee sabe que soy la primera en señalar los yerros, pifias y fanfarronadas de López Obrador y de otros integrantes y seguidores de la mal llamada Cuarta Transformación. Pero ello es diferente a presentar un trabajo de “investigación” que peca de falaz. No es la forma de ser “el corazón de México” y menos del rotativo que señala los excesos del poder (no importando el sexenio).

La información ofrecida por el Reforma (o de cualquier periódico) como notas debe ser verídica y —se esperaría— certificada por el mismo diario que la publica. Hoy más que nunca se requiere certeza en los espacios que han sido faro en demostrar las incongruencias, ineficiencias y corruptelas de los gobiernos en turno. Pero eso no se logrará con noticias falsas.

Los más férreos defensores de la libre expresión deben ser los periódicos serios. Para hacerlo, tienen que ser los primeros en honrar ese derecho, publicando datos y situaciones ciertas. Ojalá Reforma aclare lo difundido y retorne al gran diario que suele ser. De lo contrario estará abriendo la puerta a convertirse en un espacio por donde se cuelen intereses políticos específicos, de golpeteo selectivo o para ejercer el activismo social, que es el perfil de su sucesor. Nada de ello tiene que ver con la función de informar a la población.

Y sí, como dice el pie de foto de esta página, "una imagen vale más que mil palabras". Espero que en el ataque calumnioso a Sheinbaum no haya influido la amistad de Juan Pardinas, el director editorial de Reforma, con Miguel Ángel Mancera, el ex jefe de gobierno cuyos excesos han sido exhibidos ya demasiadas veces por la actual gobernante de la capital mexicana.

Ojalá que en sus comidas en El Cardenal (se nota en la foto que disfrutaban exquisiteces de la gastronomía mexicana) Pardinas y Mancera hablen solo de los artículos que este último con frecuencia publica en Reforma, y no caigan en el peor vicio del periodismo: hacer a un lado la seriedad informativa para jugar a la politiquería.