Voy a apagar la luz<br>para pensar en ti,<br>y así dejar volar a mi imaginación.<br>Ahí, donde todo lo puedo,<br>donde no hay imposibles,<br>qué importa vivir de ilusiones<br>si así soy feliz.

Armando Manzanero, ‘Voy a apagar la luz’

Puedo morir mañana<br>Después de amarte<br>De haberte conocido<br>Y de abrazarte<br>Por mirar tu figura<br>Por sentir tu ternura<br>Por vivir tu dulzura<br>Puedo morir mañana<br>Puedo morir mañana<br>Ya te he besado<br>Me distes las caricias<br>Que había deseado<br>He ganado la gloria<br>De estar en tu memoria<br>Hicimos una historia<br>Puedo morir mañana<br>Puedo morir mañana<br>Ya nada quiero<br>A la hora que tú quieras<br>Por ti yo muero

Armando Manzanero, ‘Puedo morir mañana’

Como una mala broma del peor año de todos, este 28 de diciembre de 2020 se ‘apagó la luz’ del maestro Manzanero.

Ante ello no pude más que dejar de hacer una breve pausa a mis “vacaciones editoriales” en este espacio y escribir algo sobre el gran hombre, cantautor mexicano que nos ha dejado hoy víctima del covid.

Un alma melodiosa cuya existencia se ha ido, aunque afortunadamente su voz y sus melodías seguirán entre nosotros. Amigo de sus amigos, magnífico compositor, cocinero sin parangón y quien siempre supo disfrutar de la vida.

Sus canciones reflejan su enamoramiento del amor y una de las voces más claras para que los flechados pudieran plasmar el estado de su locura; ya fuera para cantar la alegría del mismo, o bien para llorar por alguna decepción amorosa.

Representante fiel de los mayas de Yucatán, hablaba como si fuese recitando, de forma natural y, después de escucharle un rato, cualquier podía enamorarse del amor.

Escribió canciones toda su vida, más de 450. Las cantaba, compartía y cedía a amigos, músicos y gente de la política. Para él importaba el sentimiento, no las ideologías en turno.

Fue miembro del sindicato de músicos del país y siempre procuró socorrer a sus colegas más desfavorecidos. No hacía alarde o alharaca de ello.

Adoraba la vida, dar conciertos siempre que podía, era su medio natural. Allí crecía a estaturas incomparables; pequeño de estatura física, pero inconmensurable cuando componía o cantaba.

Tristemente dicho placer, porque eso era para él, le fue vedado (como a todos los artistas) en esta pandemia.

Cuentan que de la canción ‘Así se siente México’ del compositor José Manuel Fernández Espinosa, cuando dice “un amigo en Yucatán”, se refiere al gran Manzanero. Y sí, parte de su amistad la basaba en decir las cosas de frente. Cuando no estaba de acuerdo con la actitud o poses de sus amigos, lo decía, así fuera Luis Miguel el interprete o otros de relevancia.

Podríamos parafrasear al gran yucateco y decir que “contigo aprendí” no solo a ver la luz del otro lado de la luna, también a tener “mi felicidad” (de sus primeras canciones) cuando nos sabemos enamorados y que “esta tarde vi llover” en esas ocasiones uno piensa en el enamorado ausente.

Sabía pedir perdón de mil formas “te perdono”, como también en un suave reproche recordaba cuando había creído en alguien “te creí”, para al final saber decir que “NO”. Pues es cierto, aunque nos digan que “mucho has cambiado, para mi lo nuestro ya está terminado”.

El amor sembrado por Manzanero seguirá aunque hoy se apague la luz de sus sonrisas.

El rey del romanticismo continuará deleitando a los enamorados y con sus canciones siempre tendremos la oportunidad de decir, aunque demasiado tarde, “te adoro”.