"¿Saben qué quieren, aunque se van a quedar con las ganas? Que no informemos, para que ellos sean los que se impongan con la desinformación, con la manipulación. Vamos a seguir informando; en efecto, a pesar de los pesares, va perdiendo fuerza la pandemia.”<br>

Presidente López Obrador, 13 de julio de 2020

El presidente López Obrador se estacionó en la negación. Desde que regresó de su viaje de trabajo a los EEUU sostiene que la pandemia del Coronavirus va a la baja; que está perdiendo intensidad. Dos días de halagos por parte de su homólogo norteamericano y constatar que en aquel país está peor la situación del virus le bastaron para creer que de este lado de la frontera todo se ha resuelto.

A pesar de que México ha registrado un alza en el caso de números activos y de que es el cuarto país con más muertes a causa de esta infección, López Obrador asegura ya está desapareciendo el virus. Secundo a Movimiento Ciudadano y yo también pido que AMLO presente pruebas sobre sus declaraciones antes de que siga hablando.

Pensar que si en solo nueve entidades se han incrementado los índices de contagio y mortalidad el asunto se ha resuelto en todo el país —y eso suponiendo sin conceder— es tanto como asumir que esos estados están absolutamente aislados del resto de la República, cosa que no es cierta, evidentemente.

El mandatario está “aparcado” en la negativa porque, a seis meses de instalada la epidemia en México, el titular del ejecutivo (y con él medio gabinete) insiste en una falsa disyuntiva: que salgamos a “buscarnos la vida” o que nos cuidemos. No se le ha ocurrido que con las medidas adecuadas de prevención es posible la actividad...

Pero para eso se requería (requiere) que la 4T, comenzando por su líder moral que es él, dé ejemplo. Que imparta cátedra todos los días sobre prevención; que use cubrebocas, se aplique gel sanitizante en público y mantenga la sana distancia en la medida de lo posible en su quehacer cotidiano. Que el gobierno federal priorice la compra de equipos de protección para el personal médico y la población en general, la contratación de gente ya capacitada en el manejo de respiradores (¡ya no hay tiempo para prepararlos!), así como pruebas de diagnóstico para poner en marcha un modelo de contención masivo. Nada de eso ha ocurrido.

El mandatario vive obcecado. Cegado por un funcionario que le atrae porque cada día se parece más a él. Tan es así que se ha dispuesto como principal tarea salir en defensa del subsecretario Hugo López-Gatell contra quien, dijo, “han emprendido una campaña... es un profesional al que atacan permanentemente; están muy desesperados porque no sucedió lo que ellos esperaban”.

¿Cómo comunicarle a Andrés Manuel López Obrador que es al revés: que ha sucedido EXACTAMENTE no lo que esperábamos (deseábamos), sino lo que tanto nos temíamos? Que nos mantuvimos no adecuadamente “encerrados” tres meses y que en ese lapso de tiempo ni nos aprendimos las medidas de prevención ni entendimos de la seriedad de la pandemia. Que en esos tres meses el gobierno federal fue firme —y eso parcialmente— con las actividades formales “no prioritarias”, pero que dejaron actuar a sus anchas a prácticamente todos los giros que se desarrollan en la informalidad.

El presidente López Obrador acusa a la prensa —“fifí y conservadora”, y aun a la de izquierda, como Proceso, claro está— de desinformar, distraer, distorsionar y alarmar a la población en lugar de darse cuenta que la población no ha aprendido las lecciones de cuidado personal y social que demanda el Covid en razón de que las autoridades no han realizado su trabajo y muy A PESAR de los esfuerzos que sí han hecho los medios informativos. Y la ciudadanía no ha cobrado conciencia en gran parte por culpa de un gobernante que ha dedicado todos sus esfuerzos a minimizar al virus y sus efectos que se derraman ya en todos los ámbitos de la vida pública.

AMLO cree en la negativa de sentar un patrón; confunde la noción de impartir buenas lecciones con la acotación de libertades. “Prohibido prohibir”, dice, y deja a al ejercicio de la voluntad del “pueblo” la responsabilidad gubernamental de velar por nuestra salud. Y más: él, que sostiene que no debe de haber prácticas neoliberales y que no existe tal cosa como la mano invisible del mercado, deja en manos del nuevo tratado comercial la reactivación de la economía.

AMLO está en la negativa de admitir que la información que tienen los mexicanos (en general, poca en lugar de mucha) sobre las medidas de higiene personal y prevención son gracias a la prensa y medios de comunicación/publicitarios, no producto del trabajo del doctor López-Gatell. Por eso, su respeto y admiración por el funcionario están de más.

El jefe del ejecutivo dijo que pondría a los expertos a cargo de la estrategia contra la pandemia del Covid. Se niega a ver, entonces, que la misma está en manos de un político que se dedica a la grilla palaciega, él sí a desinformar, distraer y distorsionar, y que solo emula al propio mandatario a cada oportunidad.