Tania Ruiz, actual novia de Peña Nieto, se quejó de que todos quienes se enojan/molestan/burlan de ver a su pareja feliz y bailando, son gente tóxica. No necesariamente. Habrá tóxicos entre los críticos de EPN —seguramente son muchos—, pero la verdadera toxicidad la tuvo el ex presidente en su gabinete, rodeado de colaboradores impresentables: algunos incompetentes, otros arrogantes, no pocos corruptos y numerosos en la categoría de “todas las anteriores”.

La gente tóxica que a Tania y a Enrique les impide ser felices haciendo el ridículo —como cualquier pareja normal— en los salones de danzón, es la que no ayudó a Peña Nieto a hacer un buen gobierno; de hecho, gobernó pésimamente. Así las cosas, los verdaderos tóxicos que tienen al bailador de moda en serios, gravísimos aprietos son Lozoya, Osorio Chong, Aurelio Nuño, Videgaray, Ochoa Reza, Ruiz Esparza, la señora Ruiz Massieu, Rosario, y un larguísimo etcétera.

En ese sentido, quien dio en el clavo sobre lo que sucede es Verónica Malo Guzmán en su columna de El Heraldo de México “Peña el bailador tiene los días contados” , donde señala lo que en realidad molesta a la gente. No es el baile, ni el beso. Por ahí no va, doña Tania. Por ahí no.

A nadie le molestó que EPN baile como tronco. Lo que sí molesta —y más todavía, indigna—, como he dicho, son las relaciones tóxicas que Peña Nieto permitió y alentó en su gobierno. Las cuales siguen intoxicando el ambiente político y económico de nuestro país.

√ Envenena ver las trabes dejadas por Ruíz Esparza para la construcción del tren México-Toluca y saber que por pereza (¿corrupción?) no terminó una obra cuando tuvo todo el tiempo para hacerlo.

√ Emponzoña empezar a conocer la trama de Pemex y Lozoya, los millones tirados al caño para comprar dos plantas de fertilizantes que son basura.

√ Transmite podredumbre la “estafa maestra” de Rosario Robles, perpetrada por las secretarías por donde pasó la corrupción galopante.

La soberbia inaudita de los colaboradores de EPN, su ineficacia y corrupción son  las verdaderas relaciones tóxicas que hoy hacen que un baile arrítmico sea criticado. Es saber que EPN no hizo nada para que el NAICM pudiera seguir adelante. Pues no lo olvidemos, él permitió la consulta popular de AMLO cuando aún estaba en el gobierno. Le faltaron... para impedirla. El único que salió a defender dicha obra fue Enrique De la Madrid, porque él no es “tóxico” como Ruiz-Esparza.

Como dice Verónica Malo “la vida de lujos y farándula de EPN”, gigoló trasnochado, trae otra vez a la palestra nacional no solo la frivolidad, también el cinismo que imperó en su gobierno, donde a pesar de las evidencias, él prefirió defender a capa y a espada los errores de sus allegados, como con aquel: “no pasa nada Rosario”.

Tóxicas las personas que durante seis años se empeñaron en hacer —y lograron— un gobierno corrupto, donde las buenas decisiones y políticas, se vieron doblegadas por la lasitud de no llamar a cuentas a quien se debía. De no saber comunicar los éxitos y castigar los fracasos. Tóxico, quien hoy sí quiere presumir un baile, y prefirió guardar silencio sobre quienes sí intoxicaron al país con su pésimo desempeño.