Soy de los que—de ser posible— me aplicaría todas las vacunas que hasta el momento han salido contra el coronavirus. Bueno, todas no, la desarrollada en China, no. ¿Por qué? Pues porque no quiero contagiarme de SARS-CoV-2. Punto.

¿Que hay que desconfiar de una vacuna desarrollada en tan poco tiempo? Pues sí. Si bien es cierto que a la mayoría de las vacunas les toma años, lustros o décadas, salir a la luz. No obstante, en esta ocasión no estamos hablando de cualquier vacuna. No. Esta vez se trataba de crear un escudo para proteger a miles de millones de una pandemia que ha azotado al mundo como pocas en la edad moderna. Dicho esto, era de esperarse que para el proceso de la vacuna contra el Covid-19 se invirtieran cantidades de dinero sin precedentes; se ofrecieran como voluntarios muchas más personas de lo habitual; se destrabaran en los países clave los trámites burocráticos. Consecuentemente, tenemos como resultado una vacuna lograda en mucho menos tiempo, a pesar de que se haya seguido de manera estricta y puntual con las fases que corresponden para su salida al mercado.

¿Que habrá efectos secundarios? Sin duda. No obstante, habrá que tener cuidado en distinguir cuáles realmente fueron producto de la vacuna y cuáles una coincidencia con su aplicación; y es que tomando en cuenta que se estarán administrando millones de vacunas a lo largo y ancho del planeta de manera simultánea, es lógico que existan casos en que coincida una parálisis, un infarto, un derrame, con la administración de la vacuna, sin que esto haya tenido que ver con la misma.

Respecto a los efectos a largo plazo, aseguran los especialistas que éstos suelen darse entre uno y un millón de vacunados. Considerando que de acuerdo a cifras oficiales ya son más de dos millones de muertos por el Covid-19, es un riesgo que estoy dispuesto a tomar.

A la fecha se han vacunado más de quince millones de personas. Lamentablemente lo que hace nota son los casos en que se ha contraído el virus después de recibir la dosis; o los casos en que la persona sufrió un efecto secundario posteriormente de haberse vacunado. Sin embargo, lo cierto es que estas notas, aunque alarmantes, son poquísimas. Es decir, son la excepción que confirma la regla: las vacunas contra el coronavirus han demostrado ser efectivas y opino que son necesarias para lograr la ansiada inmunidad de rebaño, que es lo único que nos permitirá regresar a la normalidad, que ya tanto se extraña.