Lo nunca visto

En El Heraldo de México, Verónica Malo Guzmán, también colaboradora de SDP Noticias, hizo un análisis del difícil trabajo de un jefe de prensa tan singular como Jesús Ramírez. Singular, sí, lo que es perfectamente natural: si el presidente Andrés Manuel López Obrador es un político único en sus formas, su coordinador de comunicación debía ser alguien diseñado con un molde distinto a todos los conocidos.

No recuerdo ningún caso de un director de comunicación o de prensa que haya sido tan atacado tanto por los reporteros en las ruedas de prensa del presidente de la República como también, normalmente con saña, por los comentócratas de los medios.

Me decía alguien que a Rubén Aguilar, vocero de Vicente Fox, se le cuestionó también bastante en su momento. No hubo tal. A Aguilar nadie lo criticó; todos, más bien, nos pitorreábamos de él. Lo que sea de cada quien, el tipo era tan gracioso como su jefe en un sexenio que, por lo demás, resultó un muy mal chiste.

El enfermo de cáncer, qué absurdo

La señora Malo Guzmán en su columna de El Heraldo menciona la más reciente acusación contra Ramírez: no haberle cumplido la última voluntad a un periodista que en la fase terminal del cáncer acudió a una mañanera solo a ver a AMLO..., pero no lo dejaron entrar. La reportera que se atrevió a lanzar semejante imputación, Nancy Rodríguez —de un sitio de internet de plano irrelevante, Oro Sólido: digamos la verdad, aunque duela—, no solo señaló a Ramírez, sino también a una de sus colaboradoras más eficaces, Nohemí Beraud, de la que se expresan en los mejores términos todos los periodistas de verdad que acuden a las conferencias de prensa del presidente López Obrador.

Es ridícula la acusación, desde luego. Alguien a punto de morir no puede ser llevado a un centro de trabajo. Juro que vivo entre la enfermedad de gente muy querida, entiendo el sufrimiento y la necesidad de atender los deseos de quienes la pasan mal. Pero todo tiene un límite. Lo rebasaron, de plano, las personas que llevaron a un enfermo de cáncer terminal al Palacio Nacional, donde los funcionarios que controlan las conferencias de prensa de Andrés Manuel cumplen reglas de operación.

Templo Mayor, al ataque

Semanas antes, a Ramírez lo habían acusado, frente a AMLO, de ganar más que el presidente de México, lo que es imposible. Y hoy, en Reforma, la columna Templo Mayor golpea fuertemente a Jesús Ramírez y a otro de sus colaboradores, Jesús Cantú: 

√ “Muy necesitados de periodistas cómodos deben andar el vocero presidencial, Jesús Ramírez, y su fiel escudero, Jesús Cantú. De otra forma no se entiende que hayan llevado como palero, perdón, como reportero a alguien que trabaja para los aliados del Presidente”.

√ “Si bien todas las mañanas no falta quien se pone de tapete con AMLO, el que de plano se convirtió en el Hombre de Temoaya fue el tal Marco Olvera, que le hizo una pregunta gustativa: ¿qué sabor le deja que haya reporteros que lo ‘increpan’?”.

√ “Aunque el sujeto se presenta como enviado de un supuesto medio californiano, la realidad es que lo mismo le hace chambitas de promoción a René Bejarano, que forma parte del equipo de Benjamín Robles, del PT”.

√ “A ver si al rato no quieren disfrazar a Paco Ignacio Taibo de corresponsal de The New York Times o a Javier Jiménez Espriú de conductor de la BBC”.

Más allá de que resulta ofensivo meter a Taibo y a Jiménez Espriú en una grilla en la que no tienen nada que hacer, lo afirmado por Reforma es una calumnia. Seguramente el señor Olvera es un mal reportero a quien le gusta quedar bien con AMLO, pero ¿que Ramírez y Cantú lo envían? Por favor. Conozco a ambos, no me llevo con ninguno de los dos, pero les he tratado lo suficiente como para asegurar —sí, meto las manos al fuego por ambos— que ni Jesús Ramírez ni Jesús Cantú harían algo tan vulgar como lo denunciado por Templo Mayor, de Reforma.

Periodistas honestos

Cantú es un periodista absolutamente honesto. Fue él quien me invitó a escribir por primera vez en un periódico, El Porvenir, de Monterrey, propiedad de su familia. Económicamente no le fue bien, en gran medida por su irreprochable sentido de la ética. La principal, la única crítica que puedo hacerle es la de ser muy mal administrador de negocios. Pero él es de primera como periodista, funcionario público (fue consejeros del IFE) y académico (ha trabajado en el Tecnológico de Monterrey).

Ramírez también es un hombre entregado al periodismo que no pone el acento en lo comercial, sino que sobre todo se enfoca en los principios. Ha estado lealmente con Andrés Manuel desde 2006 y goza de toda la confianza del presidente de México. Se le critica que no responde los mensajes de nadie —tal vez, solo tal vez, debería ser más cuidadoso y responder al menos algunos—, pero ello no le ha impedido colaborar con AMLO en el sexenio de mayor apertura hacia los medios. Como todos sabemos, en las mañaneras todos los que quieren le preguntan lo que se les pega la gana al presidente López Obrador. Con una libertad que no conocíamos. Ha hecho su trabajo, pues.

Jesús debe ya estar harto de estar harto. Andrés Manuel también. Las vacaciones les salvarán

“Hartos ya de estar hartos”, de plano. De todo los versos de Serrat, ninguno me parece más adecuado para describir a cualquier persona de nuestro tiempo que ese con el que empieza la bellísima canción “Vagabundear”.

En México, en la política, resulta peligroso hablar de cansancio. El #YaMeCansé de Jesús Murillo Karam dinamitó al gobierno de Enrique Peña Nieto. No sé si el ex procurador estaba realmente cansado o si solo lo dijo porque se aburrió en una conferencia de prensa. El hecho es que esa frase acabó con el sueño de las reformas estructurales que nos iban a llevar al primer mundo.

Las ruedas de prensa cansan. El enfrentarse a los periodistas desgasta inclusive al más experimentado. Lo está sufriendo ya, después de más de cien mañaneras, Andrés Manuel López Obrador. Le ha llovido. Le han preguntado de todo, tal vez con la excepción de detalles de su vida personal, pero no pierdo la esperanza de que después de Semana Santa alguien le haga alguna pregunta triple XXX. Es lo único que falta. Y sí, si se da el caso, Andrés responderá. Lo hace siempre, sin complejos.

Aunque en general ha salido bien librado y ha evitado el ponche, el presidente López Obrador ha abanicado varios pelotas. Vaya strike le cantó la titular de Energía al hablar de gasolineras baratas ¡que no existen! Jorge Ramos estuvo a punto de lanzarle el tercer strike, que Andrés Manuel milagrosamente evitó con la ayuda de sus “benditas redes sociales” que tundieron al periodista de Univisión. Si Ramos hubiera sido menos protagónico, esto es, más reportero y menos estrella de la TV —si no hubiera intentado robarse el show, y se lo robó—, sin duda habría ponchado al cuarto bat de la 4T. 

En fin, muchos otros momentos difíciles ha vivido AMLO en sus mañaneras, tantos que ya le urge un respiro. La Semana Santa se lo ofrece y todos esperamos que lo aproveche.

Al que también le va a venir de maravilla el periodo vacacional es a Jesús Ramírez, que tiene la chamba más difícil de todas: torear divas del periodismo como Jorge Ramos, Nino Canún, Ricardo Rocha e Isabel Arvide, pero no solo a estas personas, sino también a periodistas anónimos, algunos de medios muy pequeños a los que les da por agredirlo a la menor provocación, pero que lo atacan con mucho menos furia que la prensa fifí —específicamente, el diario Reforma— que en vez de festejar que AMLO le haga tanto caso, esto es, que el titular del ejecutivo le regale el estatus de ser el medio más independiente de México, reacciona con tanta inmoralidad que espanta. Carajo, ¿calumniar a los coordinadores de comunicación del gobierno como respuesta a las críticas del presidente de la República? Así no, la historia de El Norte y Reforma, el prestigio de la familia Junco no merecen eso, claro que no.

El peine

Si no se entendía toda esta grilla, hoy quedó perfectamente aclarada: Jesús Ramírez dio a conocer los lineamientos para la contratación de publicidad oficial.