De todos los ensayos que he escrito para SDP noticias, este es el más personal, es sobre la obra que escribió mi abuelo paterno, también Alberto Halabe, en 1941, como una crítica en contra del régimen nazi, y que así la intituló: “Una noche sabatal”.

Mi abuelo Alberto Halabe llegó a México proveniente de Damasco, Siria, durante la oleada de inmigrantes provenientes de Medio Oriente que sucedió a la Primera Guerra Mundial, después de que por el dominio inglés se modificó la estructura política y social de esa región, aprovechando la hegemonía que ya tenían por la compra del canal de Suez a los franceses, a quienes siempre quisieron destronar; grandes ilustres desembarcaron en México provenientes de esas tierras durante ese periodo, incluyendo a Antonio Domit y a integrantes de las familias Slim y Harp Helú.

Llegaron a esta Patria en tiempos difíciles, transcurría la Revolución Mexicana y en menos de 5 años se desató la guerra de los Cristeros, aprendían español relativamente fácil ya que además de árabe hablaban francés, mi abuelo particularmente de manera autodidacta se convirtió en un gran letrado de México, fue periodista reconocido con credenciales y participó muy activamente en la fundación de la Comunidad Judía de México, a la que nombró con gran acierto: “Alianza de Beneficencia”, y siendo secretario general de la misma organizó una colecta monetaria muy importante para apoyar al Presidente Lázaro Cárdenas en la Expropiación Petrolera, por lo que recibió una carta personal firmada por el mismo Presidente que aparece en el marco de las mañaneras en la actualidad, fechada el 29 de Marzo de 1938.

Mi abuelo, como gran periodista que siempre fue, publicó una revista mensual desde 1936 que le llamó inicialmente “Optimismo juvenil”, donde también publicaba críticas en contra del nazismo, misma que circuló entre los miembros de la Comunidad Judía de México y otras instancias ininterrumpidamente hasta que desafortunadamente se enfermó de cáncer fatal en 1972, uno de sus mejores amigos y su colaborador fue Sergio Nuldestejer (también qepd), columnista contemporáneo del periódico Excélsior.

Alberto Halabe escribió su creación que lleva el título del presente ensayo como una obra teatral, y la presentó como tal desde Abril de 1941 en varios teatros y foros de la Ciudad de México, como el Teatro del Pueblo y el Teatro de las Artes, participaron en ella actores mexicanos ya importantes en esa época, incluyendo a Ofelia Guilmáin; la obra trata sobre una familia judía, compuesta por un matrimonio y su pequeño bebé, que vivían en Leipzig, Alemania, y, que al terminar un día sábado, consagrado para los judíos de todos los tiempos, tocaron en su casa agentes de la Policía local alemana Gestapo para sacarlos por la fuerza, deportarlos a campos de concentración nazis y quedarse con su casa y con sus pertenencias; mi abuelo le llamó a esta puesta en escena: una noche sabatal, aunque sintácticamente debió haber sido: una noche sabatina, pero quiso así imponer con ese léxico lo duro que se vivió esa época.

La Historia se ha preguntado porque judíos de todo el Mundo que no se vieron afectados por el régimen nazi mientras transcurría la Segunda Guerra Mundial no levantaron la voz para salvar a sus hermanos de la barbarie maquinada en la mente de Hitler, mi abuelo lo hizo, superando al mismo Einstein (ver artículo al respecto en SDP noticias: Julio 5, 2019), y aunque fue relativamente humilde su aportación con su obra de teatro y con sus artículos en sus revistas acá en México, su legado a la causa es equiparable al de Elie Wiesel o al de Victor Frankl.

Nota histórica agregada: Eran tan hábiles y trabajadores los inmigrantes de Medio Oriente en México que el mismo Presidente Miguel Alemán Valdés decía: “Si no tiene un amigo libanés, hay que buscarlo…”