“Alguien debería recetarle a Hugo López-Gatell un Dramamine porque al parecer ya se mareó con la fama. Resulta que en la reunión con la Conago amenazó a los gobernadores con que podría haber hasta ¡denuncias penales! si no le hacían caso a su semáforo de la pandemia”.<br>

Templo Mayor, Reforma

El poder prestado es el más peligroso poder, el que más enferma, el que más destruye, el que enloquece con la mayor facilidad a quien lo disfruta momentáneamente sin tener ningún mérito de batalla para merecerlo, ninguna herida de las que dejan lecciones y hacen madurar a las personas.

El bravucón de la secundaria que a todo el mundo reta a golpes porque a su lado lo hace artificialmente fuerte su hermano fortachón, cuando se queda solo recibe palizas purificadoras, de esas que a cualquiera le quitan lo tarado. Pelear con la valentía de otro es fácil. Subirse al ring con la propia resulta bastante más complicado.

Si el rockstar de la epidemiología no se calma, terminará muy golpeado y probablemente en la peor psicosis. Se ha mareado por los reflectores que le prestó el hombre más querido y popular de México, el presidente AMLO, y ya es grave su situación. Una verdadera tontería amenazar con llevar a la cárcel a los gobernadores de México. ¿Quién se cree que es? Solo le generará un problema político a Andrés Manuel, quien no necesita más líos.

No sé si el Dramamine le ayudará, pienso que no. Su mareo no se quita con fármacos. Antes de que la realidad lo destruya, el doctor Gatell puede hacer todavía una profunda reflexión para tranquilizarse. De otro modo, no resistirá. Lo peor, de él depende la estrategia, hasta hoy no exitosa, para combatir a la peor pandemia que ha conocido la humanidad en tiempos recientes y que ha castigado más que severamente a nuestro país.