El 21 de diciembre de 2009, con 39 votos a favor (34 del PRD y 5 del PT), 20 en contra y cinco abstenciones, la Asamblea Legislativa, del entonces Distrito Federal, mayoritariamente conformada por partidos de izquierda, aprobó una enmienda al artículo 146 del código civil, para qué en lugar de definir al matrimonio como la unión libre de un hombre y una mujer, se estableciera como la unión libre de dos personas.
El mismo día con 31 votos a favor, 24 en contra y nueve abstenciones, los diputados locales de la Asamblea Legislativa, aprobaron una modificación del dictamen al artículo 391 que eliminó el candado de adopción de niños a los cónyuges o concubinos del mismo sexo.
Estas enmiendas se aprobaron, aun y cuando solo el 29 por ciento de los capitalinos estaba de acuerdo; esto principalmente debido al capítulo que se refería al derecho de adopción. Este porcentaje disminuía al 22 por ciento cuando se consultaba a nivel nacional. Esto testimonia que si es un tema que dividió a la Ciudad de México.
El 12 de junio de 2015, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) emitió la jurisprudencia 43/2015, a través de la cual exhortó a los congresos locales a legislar en materia del matrimonio entre personas del mismo sexo. Determinó que cualquier ley, código local que prohíba el matrimonio entre personas del mismo sexo es inconstitucional, ya que violenta los principios de igualdad y justicia contenidos en la Constitución.
17 de mayo de 2016. El presidente Enrique Peña Nieto presentó una iniciativa para modificar el Código Civil Federal y el artículo cuarto constitucional para reconocer el matrimonio igualitario y permitir la adopción de menores.
En consulta hecha por el periódico El Financiero con la sociedad mexicana, se obtuvo que: el 53% de los consultados estaba en desacuerdo con la iniciativa y 36% está de acuerdo. Las opiniones de apoyo o rechazo al matrimonio igualitario reflejaron de nueva cuenta claras divisiones.
El 03 de agosto del 2016, Diputadas federales del PRI y PVEM se pronunciaron contra la iniciativa del presidente y, el 9 de noviembre del 2016. Con 19 votos en contra, ocho a favor y una abstención, la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados rechazó el dictamen.
El 10 de enero del 2017, ante un hecho inequitativamente consumado: con 68 votos a favor y once en contra Los diputados de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México elevaron a rango constitucional el matrimonio igualitario, por lo que se reconoce en igualdad de derechos a las familias formadas por parejas del mismo sexo.
El 11 de enero pasado: Mikel Arriola, precandidato del PRI al gobierno de la Ciudad de México, dejó clara su postura: está en contra de los matrimonios entre parejas del mismo sexo y que estos puedan adoptar, así como del uso recreativo de la marihuana.
Dijo que “de ganar las elecciones, en su primer día como jefe de Gobierno, someterá a consulta pública todos los temas que nos divide como ciudadanos, como son la marihuana, el aborto, la adopción y el matrimonio entre parejas del mismo sexo, para que ahora si todas las voces sean escuchadas”.
Mikel propone dar marcha atrás a todos aquellos temas que escinden a los capitalinos y que los conservadores como la iglesia consideran como asuntos no gratos y desagradables.
El conservadurismo en la Ciudad de México es muy fuerte.
La Iglesia católica se opuso al matrimonio entre personas del mismo sexo. Se resiste aun, porque no quiere que nadie sufra los daños que este tipo de unión suele provocar: daños a la salud física, psicológica y espiritual.
Poco o nada fue valorada la postura de la iglesia católica, Y eso que aproximadamente el 82.3 por ciento de los habitantes de la CDMX profesan esa religión.
Los cristianos evangélicos consideran que estas uniones perjudican a la familia y a los niños, que son adoptados por esas parejas.
Los judíos tienen hacia este tipo de sociedad una actitud neutral; es decir, respetarán la ley, pero dentro de sus comunidades no se realizarán ceremonias religiosas para ese sector.
La Iglesia anglicana, mormona y presbiteriana, tiene aún el criterio de que, si las leyes pretenden cambiar el concepto de matrimonio entre un hombre y una mujer, en el interior de sus comuniones, la figura no cambiará, por lo que rechazan se interprete como matrimonio el enlace de dos personas del mismo sexo.
Esto es solo un ejemplo de los puntos de vista de algunas, entre muchas, iglesias en México.
Este planteamiento de Mikel Arriola es como una convocatoria o un llamado a las iglesias para tomar oxígeno y demostrar su fibra. La última gran concentración religiosa, salvo las que propician las visitas del Papa; fue en la Ciudad de México hace alrededor de 30 años. Muchos miles de personas llenaron el Zócalo en una protesta contra el aborto.
El gobierno de la Ciudad de México y la Asamblea Legislativa en el 2009, en lugar de diagnosticar, trabajar y convencer a los opositores, propuso una iniciativa liberal y vanguardista, al parecer tan solo para imitar a otras grandes ciudades.
Por otro lado, no se respetó a la opinión pública, ni la entendieron. Se supone que la Suprema Corte de Justicia debe proteger los derechos fundamentales cuando exista una suerte de consenso generalizado sobre el asunto en cuestión.
Este tema es como una ola que ahoga a quién no sabe nadar. Hoy Mikel nada en aguas turbulentas; la crisis mediática pretende asfixiarlo; se dice: ni homofóbico ni intolerante. Es valiente y sincero; solo defiende su derecho a expresarse.
Por cierto, ¿dónde están los pronunciamientos de Alejandra Barrales y de Claudia Sheinbaum sobre este asunto en particular?
Mikel Arriola al parecer está dispuesto con su postura, a promover una controversia constitucional entre las dos cartas: la magna, la de los Estados Unidos mexicanos y la de la Ciudad de México. A los conservadores, que son muchos, una rectificación así, les sanaría un poco el alma.
Por otro lado, con esta jugada política, parece pretender que todos aquellos panistas moderados que no comulgan con la alianza por México al frente, ni su candidata en la Ciudad de México, se sumen a su proyecto.
Muchos afirman que, a pesar de la tormenta, Arriola se vio sagaz, lo más lógico es que a su plan se agreguen los católicos, judíos, cristianos evangélicos y todos aquellos que forman parte de la sociedad silenciosa.
Grandes son las posibilidades de que esa comunidad prudente y reservada a la que no se le tomó en cuenta o que pasaron por encima de su voluntad, el próximo primero de julio demuestren su músculo y se expresen en las urnas en favor de Mikel Arriola.