(Este es el capítulo 26, titulado Tiburones, del libro Slim. Biografía política del mexicano más rico del mundo (Debate, 2015), de Diego Enrique Osorno, en el que por primera vez, los vicepresidentes de Televisa, Bernardo Gómez y Alfonso de Angoitia hablan de su batalla contra Carlos Slim Helú)

 

A las nueve y media de la noche del domingo 19 de agosto de 2012, la Policía Nacional de Nicaragua fue alertada mediante una llamada telefónica de la operación ilegal que estaba realizando una banda mexicana en su país. Poco antes de las 10 de la mañana del lunes siguiente, 18 personas que se ostentaban como empleados de Televisa y viajaban a bordo de seis camionetas equipadas con los logotipos azules de la televisora de habla hispana más importante del mundo eran detenidos en un cruce fronterizo de Nicaragua y Honduras, conocido como Las Manos. Durante los interrogatorios, los agentes escucharon versiones contradictorias sobre lo que hacían en Centroamérica: unos aseguraron que habían estado trabajando en un reportaje turístico sobre lugares nicaragüenses, y otros, que sólo andaban de paso rumbo a Costa Rica, donde harían un reportaje especial sobre lavado de dinero.

La detención se mantuvo en secreto por tres días, durante los cuales la embajada de México en Nicaragua informó al gobierno centroamericano que Televisa se deslindaba de los detenidos y de los vehículos, donde se habían encontrado 9.2 millones de dólares en efectivo escondidos en compartimentos secretos. Finalmente, el viernes 23 de agosto se dio a conocer la noticia, que corrió como pólvora durante las semanas siguientes, en las que se desataron variadas acusaciones contra la compañía dirigida por Emilio Azcárraga Jean. De acuerdo con registros nicaragüenses, Raquel Alatorre, señalada como líder de la banda, donde había ex policías de Durango y Tamaulipas, había cruzado 45 veces el país en años recientes y en su teléfono celular tenía registrados los nombres de algunos directivos de la televisora mexicana. Pronto los hechos se convirtieron en un escándalo e incluso el presidente sandinista Daniel Ortega se dirigió a los policías involucrados en la detención, azuzando el fuego: “Quiero felicitar a todas las instituciones, de manera muy especial a todos ustedes, hermanos de la policía, a la comisionada general, por el éxito logrado al develar el secreto de Televisa, como que está para una telenovela: el secreto de Televisa develado”.

Unas horas antes de que estas detenciones se dieran a conocer, de acuerdo con Televisa, el periodista Joaquín López-Dóriga, conductor de su noticiero estelar, recibió una llamada de Arturo Elías Ayub, director de Alianzas Estratégicas y Contenido de América Móvil. El directivo, quien también es yerno de Carlos Slim, le dijo que tenía un recado de parte del “Ingeniero”, como suelen llamar sus colaboradores al magnate. A López-Dóriga no lo sorprendió del todo que Slim, con el que tenía una estrecha relación desde la década de 1980, le mandara una mensaje a través de Elías Ayub, con el que tenía una relación aún más cercana, incluso a nivel de familias, pero sí el tono de premura y urgencia. Le pidió a Elías Ayub que le comentara vía telefónica el recado, pero éste le respondió que era mejor que se vieran en persona y de inmediato. El periodista estaba por salir a su programa vespertino en Radio Fórmula, de modo que acordaron reunirse en un Starbucks frente a la Cruz Roja que le quedaba de paso.

Ahí, de acuerdo con Televisa, Elías Ayub le soltó a bocajarro:

—El ingeniero está muy preocupado porque le informaron que tú habías enviado un equipo de seis unidades de control remoto a Centroamérica para investigar operaciones de lavado de dinero del ingeniero.

López-Dóriga no creía lo que acababa de oír e incluso pidió que se lo repitiera. Cuando Elías Ayub volvió a decirlo, el periodista reclamó:

—¿De verdad me estás diciendo eso a mí? ¡No puedo creer que Carlos tenga esa duda conmigo!

Elías Ayub le comentó que un presidente centroamericano le había avisado a Slim de esto y se negó a decir exactamente quién. Más tarde se sabría que fue el sandinista Daniel Ortega. López-Dóriga le dijo a Elías Ayub que eso era “una pendejada y un agravio”, porque Noticieros Televisa no tenía en la ciudad de México, disponibles para mandar a ninguna parte, siete unidades de control remoto, que incluirían a siete reporteros, siete camarógrafos, siete ayudantes, siete ingenieros, siete productores, siete choferes y siete asistentes. El periodista le dijo a Elías Ayub que lo que acababa de contarle era un agravio por creerse un infundio “tan miserable” y que estaba indignado y decepcionado de que Slim creyera una versión como ésa.

La tarde de ese mismo día López-Dóriga platicó sobre lo sucedido con Bernardo Gómez, vicepresidente ejecutivo de Televisa. Gómez se sorprendió con el relato y lo desdeñó. Unas horas más tarde, ya en la noche, la Procuraduría General de la República emitió un comunicado de prensa en el que informaba que había empezado una averiguación por el hallazgo en Nicaragua de unas camionetas de Televisa con dinero en efectivo y restos de cocaína. López-Dóriga buscó de nuevo al vicepresidente ejecutivo: “Llamo a Bernardo y le digo: ‘Te voy a enviar un comunicado de la pgr’. Para esto eran las 9:20 de la noche. Bernardo lo ve y dice: ‘¡Cómo! ¿Entonces era cierta la versión?’ Unos minutos después vuelvo a marcarle y le digo: ‘Oye, ya tengo también un comunicado de Relaciones Exteriores’. Luego vino la queja del gobierno de Estados Unidos al gobierno de México y luego la de los nicaragüenses diciendo que iban a investigar”.

En una entrevista que me dio Bernardo Gómez, vicepresidente adjunto de Televisa, consideró este hecho como el mayor ataque público que haya recibido Televisa por parte de Slim:

—Eso en el foro público, porque en lo empresarial nos ha tupido: nos ha tirado sistemas, nos ha contaminado, pero así es la práctica y eso. Arrieros somos y nos defendemos, y no vamos a chillar y vamos a seguir hacia delante, pero en lo público ha sido —lo de las camionetas— lo más grave que se ha aventado. Pero dijeras tú: lo hicieron bien. Pero ¿de narcotráfico? Ora sí que me rindo. Ve bien, no te pierdas. Fíjate en lo que controla este hombre —Slim—. A él nadie lo toca y a Televisa, si tú abres una síntesis informativa, todos los días critican a Televisa. ¿Eso es poder? Me rindo. Si es poder, me rindo. ¿Poder? Carlos Slim. ¿Quién lo toca con el pétalo de una rosa? Eso es poder, Diego, no te hagas bolas.

Consultado al respecto para este libro, Elías Ayub me comentó primero que se enteró del asunto de las camionetas por las noticias, aunque luego recordó, sin ahondar en detalles, que tuvo una conversación previa con López-Dóriga, en la que le dijo que tenían información de que los supuestos empleados de Televisa estaban investigando los negocios de Slim en la zona. El directivo de Telmex me dijo que sería todo lo que comentaría al respecto.

Finalmente, los 18 miembros de la red de lavado de dinero detenidos en Nicaragua fueron extraditados a México en diciembre de 2013, sin que nunca se aclarara públicamente a qué organización pertenecían. La pgr no informó más del caso, pese a solicitudes que hice, al mismo tiempo que la Comisión Nacional de Seguridad de la Secretaría de Gobernación no informó hasta el cierre de este libro sobre los centros penitenciarios donde se encontraban los 18 detenidos.

* * *

Bernardo Gómez y Alfonso de Angoitia, vicepresidentes de Televisa, me recibieron en una casa de la colonia Las Lomas, en la ciudad de México, adaptada como oficina de la televisora. No parece casualidad que haya cuatro tiburones medianos disecados de DamienHirst a la entrada del lugar donde a veces despacha el cuarteto al mando en Televisa, conformado por el presidente del consejo de administración, Emilio Azcárraga Jean, así como los vicepresidentes De Angoitia, Gómez y José Bastón.

En 1997, luego de la muerte de Emilio Azcárraga Milmo, quien bajo el apodo del Tigre convirtió a Televisa en un emporio, estos cuatro tiburones asumieron el control de la televisora cuando promediaban una edad de 28 años. En el cuarteto Gómez tiene bajo su responsabilidad el área informativa de la empresa y las relaciones políticas.

—Decir que Televisa no tiene poder es una mentira —comenta Gómez—. Pero no lo tiene una persona. Lo tiene una empresa y lo tiene un logotipo. O sea, el día que Bernardo o que Alfonso, o que Pepe o que Emilio lo deje, va a venir otro y va a representar esto. Eso es lo que tiene poder. Cuando se fue don Emilio Azcárraga Milmo, el Tigre, todo mundo decía: “Se va a acabar Televisa”. Y se fue el Tigre y siguió, y nos vamos a ir nosotros, ¿y sabes qué va a pasar? Televisa va a seguir, porque la empresa, la institución, es más poderosa.

En abril de 1997, cuando Azcárraga Milmo falleció en su casa de Miami, Florida, Televisa debía 1 400 millones de dólares y el holding Grupo Televicentro, otros 1 400 millones de dólares. Por si fuera poco, el Tigre sumaba una deuda personal de 500 millones de dólares con diversos acreedores, entre éstos el banco Inbursa, de Slim. Además, la manera en que se hizo el testamento del magnate dejaba la puerta abierta a diversas controversias entre sus hijos y parejas. Se trataba de un escenario completamente adverso para el heredero Azcárraga Jean, de 28 años de edad y que sólo había recibido 10% del holding de Televicentro, lo que en ese momento motivaba que el mundo empresarial dudara de la capacidad del heredero para mantener el control de Televisa.

—Los que decían: “Éstos no van a poder”, tenían razón, porque si veías el panorama de las deudas y de lo que Emilio tenía en ese momento, sí estaba complicado —rememora De Angoitia, quien además de vicepresidente ejecutivo es presidente del Comité Financiero de Televisa. Acompañado por Gómez, Bastón y De Angoitia, Azcárraga Jean reestructuró los pasivos de la empresa, al ofrecer garantías adicionales. Además, los nuevos administradores eliminaron diversos gastos que consideraban excesivos. Fue así como vendieron los tres aviones privados disponibles para los ejecutivos.

—Había muchas cosas que se permitían y que se podían hacer, porque en la gran mayoría del tiempo fue un monopolio, y cuando llega la competencia, recuerdo que les costó mucho trabajo entenderle y adaptarse —considera De Angoitia.

Durante ese proceso, el empresario y político Miguel Alemán, quien tenía 14% de la compañía, se desesperó y pidió salir de Televisa justo cuando Azcárraga Jean y su equipo estaban por invitarlo a que comprara las acciones de otro inversionista llamado Fernando Díez Barroso, quien había capitalizado unos pasivos. Alemán les respondió que no sólo no quería comprar, sino que deseaba vender de inmediato sus propias acciones, ya que estaba por lanzarse como candidato del pri a la gubernatura de Veracruz. El cuarteto de Televisa trató de convencerlo de que se quedara, ofreciéndole una clase especial de acciones para su hijo con las que éste gozaría de derechos corporativos. Las negociaciones comenzaron, pero se trabaron cuando los abogados de Alemán exigieron que cualquier operación de más de millón y medio de dólares fuera aprobada por Alemán. De Angoitia explica que ceder en esto habría imposibilitado la operación de la empresa. Este escenario fue el marco para que apareciera Slim.

—Entonces fue que le dijimos: “No nos estamos poniendo de acuerdo y los dos pensamos que tenemos la razón. Tú, Miguel Alemán, que quieres proteger a tu hijo con todos estos derechos, y nosotros, que pensamos que así no va a operar la empresa y así la vamos a hacer fracasar.

Entonces, ¿por qué no nombramos como árbitro a Carlos Slim y que él diga qué es razonable y qué no es razonable? ¿Cuáles son las protecciones que tú necesitas y cuáles las que necesita la empresa para operar libremente? O sea, con protecciones, pero libremente”.

Slim se involucró en ese momento como mediador entre la familia Alemán y el equipo de Azcárraga Jean, recuerda De Angoitia. Tras varias sesiones, dio su veredicto: “Con todas estas protecciones que se quieren no va a poder operar la empresa y no se van a poner de acuerdo, porque uno quiere sobreproteger y el otro quiere libertad”. Ante la disyuntiva, Alemán insistió de nuevo en que vendería y le pidió a Azcárraga Jean poner el control de la compañía en garantía, en caso de que no se vendiera su paquete accionario. Una decisión así habría puesto en riesgo el liderazgo que Azcárraga Jean y su equipo acababan de conseguir en Televisa. Finalmente, Alemán le ofreció a Slim sus acciones en venta. Slim respondió: “Miguel, tú eres mi amigo, y yo te estaría comprando muy barato porque esta compañía tiene futuro. Entonces no te puedo comprar ahora”. Alemán insistió y de ese modo Slim llegó a ser socio sin voto de Televisa, mediante la compra de un primer paquete de Grupo Televicentro.

—¿No había un impedimento legal debido a la cláusula del título de concesión de Telmex? —pregunto a De Angoitia.

—Es que lo hizo a través de una sinca de Inbursa y no de Teléfonos de México ni de América Móvil. Él dijo: “Bueno, de lo que tengo ciertas restricciones es del área de telecomunicaciones y yo lo hago a través de la sinca del banco”.

De acuerdo con la valoración de Televisa, en ese momento no había impedimento legal para que Slim fuera socio. La única restricción existente en el título de concesión de Telmex era que a esta empresa no se le permitía el video, un aspecto clave que a la larga desataría la batalla entre la televisora y Slim, quien en ese momento ya poseía 49% de Cablevisión, la empresa de cable de Televisa, por lo que de alguna forma ya era socio de la familia Azcárraga, rememora el propio De Angoitia.

—¿No había ninguna regulación legal de esto? —pregunto a Gómez.

—Siendo una empresa tan importante para el Estado mexicano, por la misma relación, porque yo creo que don Emilio [Azcárraga Milmo] construyó muy buenas relaciones de amistad, desde con empresarios

hasta con políticos. Y el presidente Zedillo fue muy claro con Emilio y con nosotros. Dijo: “Ustedes tienen una oportunidad por la relación que yo tuve con tu padre, pero si fallan, no tendré duda alguna en hacer lo que tenga que hacer, porque esta empresa no puede fallar”, insistió. Y Emilio, con un valor increíble, dijo: “Mira, pues no tengo mucho que perder”. En aquel entonces tenía 28 años y dijo: “¿Sabes qué? Tengo un pequeño porcentaje, y si fracaso, pues fracaso a los 28 años y vuelvo a empezar. Muchas recomendaciones de los fondos fueron: vende tu participación, levántate 30 millones de dólares y ya tienes la vida comprada, vete tranquilo. Pero Emilio dijo: “No, me la quiero rifar”. Alfonso [de Angoitia] y yo platicamos en ese momento con él, y le dijimos: “También es válido. Se vale no entrarle”, pero él dijo: “No, me la quiero jugar, la quiero jugar con ustedes”. Y como dijo Alfonso: era un operación muy, pero muy complicada, por todo lo que esto conllevaba. Porque Televisa no es una empresa normal. Y los socios que estaban eran familia, eran socios que conozco yo: los Díez Barroso, los Burillo, los Alemán, que alcanzó a sacar Slim, pero sí había arriba mucha gente de la empresa queriendo controlar Televisa. Todo mundo quería mano en Televisa. Slim no. Cuando vieron que don Emilio se murió, apareció, por ejemplo, el regiomontano Alfonso Romo, que dijo: “Yo la compro”. ¿Por qué? Porque Televisa era superapetecible. En Emilio no mucha gente confió, y como era tan grande y tan fuerte la imagen de don Emilio, pensaron que su hijo iba a fracasar: 99% pensaba eso.

El veterano de los cuatro jóvenes que asumieron el control de Televisa en 1997 era Alfonso de Angoitia, de apenas 34 años de edad. Azcárraga Jean, Gómez y Bastón tenían 28. Al evocar aquellos momentos, Gómez reflexiona sobre por qué decidieron entrarle a la disputa por el control de Televisa:

—Creo que fue un sentido de irresponsabilidad absoluta y de no medir las consecuencias. Cuando de repente platicamos, decimos: “¿Qué nos pasaba por la cabeza para esto?” Si nos volvieran a preguntar si tomábamos los riesgos que tomamos, yo diría que no lo haría —el ejecutivo considera que el factor suerte también los ayudó—: Dios estaba atrás. Había mucha suerte, mucha buena energía, porque todo se fue acomodando. Que trabajamos como burros no tengo dudas. Y que hubo días… Todos los viernes que llegamos, dijimos: “Ya se fregó”. Alfonso [de Angoitia] no sé cuántas veces se levantó de la mesa y dijo: “Ya se fue todo al carajo”, y Emilio [Azcárraga Jean] también: “Ya se fue todo al carajo”. Y nos parábamos y nos íbamos con esa idea el fin de semana. Pero llegábamos el lunes y decíamos: “A ver, parece que se le movió el dedo meñique al paciente, y vamos a meterlo otra vez al quirófano y otra vez, y otra vez”. Pero sí fueron días difíciles. Yo creo que los más difíciles que hemos vivido. Fue así en ‘97, ‘98, ‘99 y 2000.

La situación era tal que Goldman Sachs veía un escenario catastrófico para la televisora, y en 1998, junto con otros bancos, modificaron el vencimiento de los créditos que había tramitado Azcárraga Milmo. Después de comprarle sus acciones a Miguel Alemán, Slim ya era parte de Televisa, y por esos días críticos pudo haberse quedado con la televisora.

—Si Emilio hubiera fracasado, “pues ya ahí, ya siendo parte y no se pudo, no pagaron, pues a ver, yo recojo”. Esto es lo que [Slim] ha hecho sistemáticamente con las empresas y lo hace muy bien. No se le pudiera haber recriminado absolutamente nada —explica De Angoitia: de esa época no tienen nada que recriminarle a Slim ni a María Asunción Aramburuzabala, la otra accionista que también ingresó a Televisa en ese momento difícil, tras comprarle su participación a Alejandro Burillo.

De acuerdo con las valoraciones del equipo financiero de Televisa, Slim triplicó su inversión.

—Sería poco educado no estarle agradecido —dice Gómez— a cada personaje que creyó en el proyecto, desde la actriz que dijo: “Oye, pues los sueldos que se ganaban antes ya no se podían ganar”, y los mismos actores que dijeron: “Yo ganaba 10 pesos y ahora voy a recibir menos pesos”. El mismo agradecimiento que se le tiene a López-Dóriga es el que se le tiene a Slim, porque creyeron en el proyecto no teniendo mucho de qué agarrarse. Joaquín tenía su carrera muy consolidada en radio y decía: “Pero ¿por qué, si yo ya estoy bien en radio? Soy el conductor más importante”. Creyó en nosotros, y si tú te fijas, ¿qué credenciales teníamos? Ni una. Nos vimos a los ojos y a corazón abierto dijo: “Pues sí quiero y sí creo”. Y está aquí. A la fecha, López-Dóriga no tiene un contrato firmado con Televisa. Ha trabajado 18 años quizá en la posición pública más importante del consorcio, respaldado en un acuerdo de palabra hecho en diciembre de 1997.

La lealtad es algo que también le reconoce De Angoitia a Slim, quien en esos años recibió a Paula Cusi, viuda de Azcárraga Milmo y enfrentada con Azcárraga Jean, quien le ofreció al mexicano más rico del mundo darle su participación accionaria para que se quedara con el control de la empresa, pero se topó con que el magnate le respondió, tajante, que él nunca haría algo así. Además de Cusi, el empresario Alfonso Romo y los Cañedo también trataron de arrebatarle el control de Televisa al cuarteto de jóvenes que se había quedado al mando.

—¿Qué ganaba Slim al ser accionista sin voto de Televisa?

—Lo que el ingeniero ha hecho muy bien es que él se mete a empresas, y más a empresas de comunicación, como en su momento lo hizo en España Juan Villalonga, quien era el rey de los medios. ¿Por qué? Porque él manejaba el presupuesto de Telefónica, la empresa más grande. Entonces tenía un presupuesto brutal con el que decía: “Ven acá, tú, Diego, ¿qué haces? Tengo un periodiquito. ¿Cuánto? ¿Doscientos pesos? Toma, mi Diego, ponte tres spots de Telefónica. Nomás pórtate bien. Bueno, ya se va: ¿quién sigue?”. El ingeniero pone sus brazos y lo hace muy bien. Es un poco lo que decimos: si yo te enseño las gráficas de Reforma, cuando más le pegan a Televisa es cuando más le mete lana el ingeniero. Es muy obvio y está bien. Vamos a dejar a Reforma y pongamos a La Jornada. Es imposible que un diario de izquierda lo toque ni con el pétalo de una rosa, cuando debería ser al revés, ¿no?

¿Cómo es posible? ¿Por qué? Porque el dinero inhibe.

—¿Slim no opinaba ni participaba en la operación financiera de Televisa?

—Jamás dijo: “Oye, Poncho, ¿las ventas se nos cayeron?” Jamás preguntó cómo iban las ventas. Comíamos con él y veíamos cosas generales. Eso sí, cuando Televisa decía: “Fíjate que estamos pensando entrar en este negocio”, nos decían, ¡ups!, el ingeniero lo va a ver muy mal. Él decía: “Ustedes están muy bien, pero ahí se quedan”.

De Angoitia resume así la participación de Slim en el momento crítico de Televisa:

—Creo que él pensaba: “Si les va mal, me puedo quedar con la compañía”, y, además eso, en ese escenario, le hubiera dado la posibilidad de decir: “Es que me tuve que quedar con la compañía, no me pagaron”, porque de otra forma, si él hubiera querido comprar Televisa,

hubiera sido imposible. Pero dicho de otra forma: “No me pagaron,

¿qué quieren que haga? Me quedé con la compañía”. Éste era el escenario si le iba mal a Azcárraga y a su equipo. Y si nos iba bien, que afortunadamente fue lo que pasó, pues ganó muchísimo dinero. Yo creo que así la vio. Y que además estaba ayudando a Emilio.

Pese a la diferencia de edades, Slim logró llevar una relación muy cercana con Azcárraga Jean, en la que también se fueron involucrando los hijos del mexicano más rico del mundo.

—¿El desacuerdo por qué vino? —se pregunta De Angoitia, para luego explicar su versión—: Porque la tecnología, que no la controla nadie, se va moviendo.

Desde sus inicios Televisa ha enfocado sus negocios en dos rubros:

contenidos y distribución. El primero de la dinastía, Emilio Azcárraga

Vidaurreta, era propietario de la xew, la estación de radio más importante del país, donde participaban leyendas como Pedro Infante, pero al surgir la televisión como nuevo canal de distribución tuvo que aprender a proyectar sus contenidos en la entonces llamada “caja mágica”. A Azcárraga Milmo, el segundo de la dinastía, le tocó el surgimiento de los satélites y se aventuró a comprar Panamsat, lo mismo que para hacer una alianza con un direct home como Sky, que para crear un efímero pager llamado Skytel.

—¿Por qué se metía el Tigre? Porque eran canales de comunicación. A telefonía no se metió antes porque nunca lo dejaron.

Sin embargo, en los años recientes la llamada convergencia digital resultó inevitable y los teléfonos se convirtieron en distribuidores masivos e instantáneos de contenido. He aquí el corazón de la batalla contra Slim, quien posee el mayor canal de distribución de aparatos móviles.

En 2009 el cuarteto de Televisa acudió ante el dueño de América Móvil para plantearle el escenario:

—Nosotros no fuimos un día, de la noche a la mañana, con el ingeniero para decirle: “Tenemos un banco y queremos competirle”.

No somos banqueros. Sólo sabemos hacer una cosa, y Joaquín López Dóriga no me va a dejar mentir, se le propuso a él: “Usted marque las condiciones”. La cita textual que le dijo Gómez a Slim en esa comida fue: “Ingeniero, éste es el barco de todos, póngase en el timón. Usted es el capitán; nosotros somos la tripulación”, a lo que el magnate de las telecomunicaciones respondió: “No, yo ya estoy cansado, ya soy mayor y estoy dedicado a las fundaciones. Hablen con mis hijos”.

Por esas mismas fechas, el holding Televicentro había sido disuelto debido a una obligación de Televisa con Aramburuzabala de hacer líquida su inversión. De Angoitia coordinó una operación muy delicada en la que al final del día a todos los socios les tocaban acciones directas de Televisa y Azcárraga Jean tomaba el control directo de la compañía.

Con este movimiento Slim tomaba acciones del mercado y su relevancia era la misma que la de cualquier otro inversionista, así que cuando vino la convergencia de Cablevisión para que ofreciera telefonía, Slim dijo: “No estoy de acuerdo”.

—Otra versión de la separación de Televisa con Slim es que él estaba en desacuerdo con los contenidos. ¿Es cierto? ¿Fue tema? —pregunto a Gómez.

—Joaquín López-Dóriga tiene una larga amistad personal con Carlos Slim. ¿Cuándo le dijo algo? Nunca. Ni le interesaba. Cero. ¿Tú crees que se mete en el contenido editorial de The New York Times? Claro que no. Lo que quiere es que no hablen de él, por favor.

—Otra versión esparcida por algunos de sus cercanos es de ingratitud por parte de ustedes después de que los había ayudado.

—Esa historia es lógica que la cuenten y creo que él está en esa dinámica: “¿Cómo? Yo los ayudé, ¿y ahora me están atacando?” No. Lo único que había de diferencia, y se lo explicamos, efectivamente hablando de la generación, y se lo explicamos mucho Alfonso y yo: “¿Qué mejor aliado van a tener sus hijos, ingeniero? ¿Qué le tiene que heredar a sus hijos aparte de dinero? Relaciones. Porque cuando usted falte, se les van a venir encima y Emilio Azcárraga Jean tiene algo que no tienen los demás: Emilio Azcárraga no quiere ser usted, no quiere ser el hombre más rico del mundo. Él quiere tener un negocio próspero y hasta ahí. El Tigre, pues sí, quería ser el Tigre. Pero Emilio no es eso. Emilio lo único que quiere es poder tener su negocio y que le vaya bien”. Joaquín López-Dóriga estuvo en medio y él oyó, escuchó cómo le dijimos.

—¿La separación de Televisa y Slim se da estrictamente por el tema de la convergencia digital?

—En ese momento —responde De Angoitia— Televisa tiene que hacer lo que tiene que hacer por supervivencia. Entonces empieza a meterse en telecomunicaciones y al ingeniero cada vez le va dando más y más roña, hasta que empieza a apretar y dice: “¿Para qué les voy a dar yo dinero? Le estoy metiendo lana para que ellos compren cableras y me compitan. Pues de pendejo”. Entonces él dice: “No, la verdad ustedes me tratan muy mal y Telmex ya no se va a anunciar”.

En 2014 se vislumbró con mayor claridad el enfrentamiento, durante la aprobación de la reforma de telecomunicaciones. En ese momento Slim pujó para que Telmex recibiera la autorización oficial para distribuir video, pero no lo consiguió. De acuerdo con Televisa, su postura era a favor de la entrada de dos nuevas cadenas de televisión, pero a cambio pedían “nivelar la cancha de telecomunicaciones, porque está dispareja y así no se puede competir”. El principal señalamiento era que las tarifas aún eran reguladas por Telmex. Explica De Angoitia:

—Cuando las avenidas las regula uno solo que dice: “Que pasen las señales por mis antenas, que yo decida cuánto cuesta”, pues así no se puede. Ahí es donde viene el enfrentamiento de a devis. El ingeniero mete todo lo que puede a la política para sacar lo que tenía que sacar y Televisa respondió por una razón: por supervivencia, no por otra cosa, ¿eh? Porque lo que estamos claros es que al ingeniero le daban video y en ese minuto Televisa desaparece. ¿Por qué? Porque como dumpea el precio del video, dice: “El video te lo regalo y la voz te la doy en equis”. Te aplica aquí y hace que te ahogues.

Slim ha buscado obtener el permiso para distribuir video desde 2007, y desde el punto de vista de Televisa su cabildeo ha sido intenso.

—Es de una astucia brutal, porque recibe a tres periodistas, recibe a los líderes del partido, y porque los reciba el ingeniero ya estos cuates dicen: “¡Me recibió el ingeniero!” Obviamente los flashea. López Dóriga suele comentar que, si Slim te da una cita, es casi el equivalente a que te dé una la reina Isabel o el papa.

En 2011, tres años antes de la aprobación de la reforma de telecomunicaciones, Grupo Carso dio a conocer que dejaría de anunciarse en Televisa y Tv Azteca, asegurando que las televisoras lo habían vetado.

—El veto es de él, nunca de nosotros, porque nos estaríamos dando un balazo si lo hiciéramos. Imagínate que le dijéramos: “No, no le recibimos lana de publicidad” —explica Gómez.

—Es absurdo. No tiene sentido. Si nuestro principal negocio es vender publicidad —concluye De Angoitia.

Para la primavera de 2015 Grupo Carso decidió volver a anunciarse en Televisa y Tv Azteca, ante la nueva entrada al mercado de telefonía mexicana de at&t, la mayor compañía de telecomunicaciones a nivel mundial en la cual, por cierto, Slim posee 8.2 porciento de acciones preferenciales. 

Durante los años en que el magnate no se anunció en Televisa y Tv Azteca, estas empresas se asociaron para participar en el mercado de telecomunicaciones mediante la telefónica Iusacell. Esta sociedad concluyó en 2014, cuando Televisa acordó vender a Tv Azteca su mitad de la empresa en 717 millones de dólares; sin embargo, 60 días después Tv Azteca vendió la empresa completa en 2 500 millones de dólares a at&t, menos 800 millones de dólares de deuda y contingencias, con lo que en pocos días obtuvo millones de dólares como ganancia.

—En los negocios —explica De Angoitia— algunos salen bien y algunos no. El tema es el promedio. Televisa llegó a valer 3 700 millones de dólares y hoy vale 22 000 millones. Igual y en algunos negocios te equivocas.

Gómez agrega y asiente De Angoitia:

—No tenemos la inteligencia del ingeniero. Seguro no. Pero tampoco su ambición. Eso te lo digo de nosotros: no tenemos su ambición. Emilio Azcárraga sólo quiere tener un buen negocio y está en telecomunicaciones porque la tecnología lo llevó a allá. Él no dijo: “Le voy a competir a Slim”. No dijo: “Voy a poner un Sanborns”. ¿Emilio Azcárraga qué otro negocio tiene? Lo que tiene, en lo que está, la tecnología lo llevó allá, mientras que el ingeniero compró también equipos de futbol. ¿Para qué? Para meterse al futbol y darnos la pelea. Es muy bueno, pero ni modo. Ya le caímos mal y no estamos en su top five, y nos toca recibir lo que recibimos de parte de sus aliados en los medios, y esto lo entendemos y lo asumimos, porque estamos en defensa de este negocio. No vamos a poner mañana un banco. No vamos a poner mañana una cafetería. Al contrario, al ingeniero le vamos a estar agradecidos, pero no porque le estemos agradecidos vamos a estar esperando. Ya le dijimos una vez: “Agarre el barco”. Todavía el año pasado, cuando todo el tema de la ley de telecomunicaciones, le dijimos: “Entienda, lo que nosotros queremos es estar en este negocio y usted es el líder en esto. Queremos participar en el negocio, pero no queremos quitarle el pastel ni tenemos esas ambiciones”. Televisa, si se pelea, es de frente. Lo hace directo. Es demasiado transparente. La pantalla es de cristal, mientras que el ingeniero es de una habilidad tremenda, porque tiene agarrados a los medios con una cosa que es muy sencilla: la publicidad.

—Pero eso incluye a Televisa. No recuerdo análisis ni criticas de Slim cuando era socio de ustedes.

—Por supuesto que tienes un punto, pero te voy a decir algo: el ingeniero, cualquier nota, por más leve que hubiera contra Telmex…

Y ahí es donde llega hasta el hartazgo esto de que “el ingeniero”. Yo creo que ni en presidencia de la República te avientan al presidente como te aventaban al ingeniero. No Carlos ni Carlos Slim: “Es que el ingeniero está muy confundido, muy sacado de onda, muy decepcionado”. Y decías: “Oye, ¿y ahora qué?” “Es que fíjate que sacaron un logotipo de Sanborns cuando estaba una patrulla”. Si me preguntaras cuál es la diferencia entre ustedes y ellos, es que a nosotros nos pegan tanto que ya la piel se te vuelve de este tamaño —abre los dedos—. Al ingeniero lo tocas con el pétalo de una rosa y se vuelve… —apunta De Angoitia.

En la narrativa del cuarteto de jóvenes que asumió la dirección de Televisa en 1997, más allá de las batallas con Slim existe el orgullo de haber sacado a flote a la televisora y haber logrado que la empresa valga hoy siete veces más que cuando Azcárraga Jean heredó 10% de las acciones, rememora De Angoitia. En algún momento se manejó que el entonces presidente Ernesto Zedillo no sólo había operado a favor de Azcárraga Jean, sino que hasta era socio de la empresa.

—Esto es una estupidez y el tiempo ha demostrado que Zedillo no tiene ni media acción de Televisa. Es una gente honesta —asegura Gómez, quien recuerda que el entonces secretario particular Liébano Sáenz, así como el entonces jefe de la Oficina de la Presidencia Luis Téllez, les advirtieron que si no estabilizaban pronto a la empresa, el gobierno se haría cargo, ya que no podían dejar que Televisa cayera, sobre todo por el impacto financiero que hubiera representado a nivel internacional.

En 1997 México venía saliendo de la crisis de 1995, por lo que la crisis de una empresa como Televisa, con la repercusión mundial, habría sido en parte volver a la crisis.

—Todos tenían intereses aquí, y me digan lo que me digan, estaban garantizados con acciones, pero no el presidente de la República —reflexiona Gómez.

Otra cosa segura es que la batalla entre Slim y Televisa continuará, coinciden.

—Cuando dicen: “Es una guerra de titanes”, dices: “¡Qué ternura! ¿Cómo titanes? ¿No te has dado cuenta de que el señor vale 70 000 u 80 000 millones y Emilio, 2 000 millones? Un día en burla decíamos: “No, Forbes tiene que sacar la edición dos porque Emilio no aparece ni en la primera”. O sea, pero sí es esta percepción de que Televisa es poderosísima. Yo sí te puedo decir: “No, maestro, no estás viendo lo que es poder. Poder es eso. Poder es decir: Bill Clinton, toma 50 millones de dólares para tu fundación”. Este hombre —Gómez señala a De Angoitia— da 50 millones y a Televisa se le caen las ventas 10%. Es totalmente desproporcionado, pero corremos con este estigma de que Televisa es un gigante. Es enorme, pero cuando haces los comparativos de valor de empresas… Y eso es una ternura.

—¿Cómo representarían en una imagen la batalla de ustedes contra

Slim?

—David y Goliat —responde De Angoitia.

—David y Goliat, pero con cerebro —añade Gómez.

Aunque el acuerdo es que la entrevista gire en torno de la historia de la relación de Televisa con Slim, antes de concluir pregunto qué piensan sobre aquellos empresarios, políticos y periodistas que consideran a Televisa como la empresa más poderosa de México.

—¿En serio te la crees? —me dice Gómez mientras De Angoitia asiente—. ¿No has visto las críticas que nos dan todos los días? ¿Eso pasa cuando alguien tiene poder? Cuando realmente tienes poder no te tocan, como sucede con Carlos Slim.