El compañero, presidente y camarada Andrés Manuel López Obrador, repite la fórmula ganadora que por 70 años le funcionó tan bien al PRI

La historia 

El PRI desde su fundación y hasta 1996 fue el partido hegemónico. Cuando el espíritu y los principios democráticos se plasmaron en la reforma político electoral que permitió al IFE total independencia del gobierno y partidos políticos se generó igualdad, acceso a medios de comunicación y “piso parejo” en la contienda electoral, fue entonces que, en la siguiente elección, la de 1997, el PRI perdió la CDMX y otras entidades y por primera ocasión la mayoría en la Cámara de Diputados

Ahora la propuesta de MORENA y de AMLO es regresar a donde estábamos antes de la reforma de 1996. 

El proyecto de disminuirle recursos al INE, si bien teóricamente correcto, si no se aplicara adecuadamente podría interpretarse como un intento de regresar la organización de las elecciones a la Secretaría de Gobernación como fue durante los 70 años de predominio priista. Por eso el presidente lleva mucho tiempo atacando al Instituto Electoral con la, para muchos, probable intención de regresar a personajes como Manuel Bartlett, orquestador del fraude de 1988, o César Augusto Santiago, conocido “mapache electoral” a instrumentar las viejas prácticas del PRI y para eso cuenta con el respaldo de partidos “satélite”.

La simulación democrática 

Para simular democracia y pluralidad, el PRI siempre actuó con partidos “satélite” cuya única función era fragmentar a la oposición y generar una idea de mayoría absoluta en favor del presidente. El mejor ejemplo de esto fue la elección de José López Portillo, que en realidad acabó siendo candidato único. 

Los partidos satélites del PRI, hasta 1988, fueron el PARM, el PPS y el Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, hasta que Cuauhtémoc Cárdenas dispuso de ellos para contender por la presidencia de la República.

Al perder esos partidos políticos, el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, se dio a la tarea de crear otros partidos satélites y así aparecieron el PT, que desde entonces dirige Alberto Anaya, amigo de la infancia de Carlos y Raúl Salinas y el PVEM, partidos que hoy son los principales aliados de MORENA y de AMLO. 

Para la próxima elección del 2021 se promovieron otros partidos políticos satélites de Morena, todos relacionados con personajes que se identifican como aliados de AMLO, como Redes Sociales Progresistas, de la profesora Elba Esther Gordillo, Encuentro Solidario antes PES de los evangélicos, Fuerza Social por México, del sindicalista Pedro Haces y Fundación Alternativa, del expriista César Augusto Santiago. 

Organizar la estructura política en sectores como lo hacía el PRI

Desde los años cuarenta el PRI se organizó en tres sectores, el obrero con la CTM, el campesino, con la CNC, el sector popular CNOP que aglutinó entre otros a trabajadores informales y del sector militar. 

Hoy vemos como AMLO y MORENA buscan reorganizar la estructura política en ese sentido. Destinando cantidades groseras de dinero a los informales, organizando a los campesinos en una estructura político electoral como lo fue la CNC; también intentan establecer una nueva CTM a través de la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM) que ya realizó su asamblea general teniendo como invitado especial al camarada presidente López Obrador.

En tanto que, a las fuerzas armadas, ya les dio una participación política y económica que no se veía desde las épocas de la formación del PRI. 

Conocedor de la forma de operar del PRI, con la entrega de paliativos y despensas a la población más necesitada, hoy AMLO lo replica, con su política de “Bienestar”, mientras que, en su campaña de 2018, decía que “el PRI se basa en la necesidad y pobreza del pueblo, por eso no le conviene salga de la pobreza, porque entre más pobres se pueden comprar más voluntades, más conciencias y más votos”.

Los mismo con los mismos 

Desde que era operador del PRI, AMLO conoce muy bien el andamiaje que ahora construye. Creó SAGALMEX, bajo la misma idea de lo que era la CONASUPO, incluso la dirige Ignacio Ovalle, un salinista que trabajó en la paraestatal con Raúl Salinas. En sus momentos de gloria, CONASUPO  era la encargada de los desayunos escolares, las despensas y los “lonches” para las campañas del PRI.

AMLO también creó la Secretaría de Bienestar que canaliza la entrega de recursos a la población con base en un sistema de control electoral.

INE: la piedra en el zapato 

La piedra en el zapato de AMLO es justamente lo que ha venido criticando y tratando de destruir: el Instituto Nacional Electoral, al que a diario acusa de tener una gran estructura administrativa que le cuesta demasiado al Estado. 

Lo que quiere en realidad es quitar ese “estorbo” y que la organización, supervisión y control de la elección, quede en manos del gobierno, como lo era antes, que él decida quién gana y cómo y cuándo se hacen las elecciones, para eso tiene a su lado a Manuel Bartlett Díaz, el gran asesor.

El reto es si sociedad y partidos políticos de oposición permitirán que lo que promueva la 4T, sea en realidad la reestructuración de la vieja organización del PRI.