Hay textos que hay que agradecer, por ejemplo aquellos que ilustran la llegada de una persona a la sima de la ruta descendente que ha cursado hacia su derrota moral. Y hay que agradecerlo porque de ese momento en adelante, para fortuna del escenario social-discursivo tan necesitado de salud, no habrá que tomar más en cuenta lo que sólo merece quedar en el olvido.

Es el caso de Guadalupe Loaeza y su nota titulada “Betty la fea” (periódico Reforma, 2 de julio de 2020), cuyo tema es un tuit de Beatriz Gutiérrez Müller, pero, en realidad, las cortas frases del mensaje de ésta son solamente un pretexto para lanzar exabruptos, burlas, ofensas y malos deseos contra ella. En pocas palabras, se trata de una mujer haciendo sorna, descalificando y agrediendo a otra por su condición de esposa de quien ostenta ahora el cargo de presidente de la república.

Renuentes a establecer juicios sobre alguien con base en frases sueltas como lo hace Loaeza, tomamos como objeto de esta entrega un texto estructurado como el artículo citado. Nada de especulaciones, ni pretendidos, ni conjeturas como hace ella a partir de unas cuantas palabras escritas por el personaje objeto de su tirria; no, nos centramos aquí en el propio discurso elaborado y publicado por la autora.

Veamos las características de su texto y las trampas que la llevan a establecer conclusiones equivocadas como que a Beatriz Gutiérrez Müller “le importan un comino” los niños con cáncer, que el problema “le vale” (sic). De las acusaciones más infundadas y perversas leídas últimamente en la prensa:

 

¿Qué desestima?

Desestima que según la propiedad, tono e intención de una pregunta es la respuesta. “¿Cuándo atenderá personalmente a los padres de niños con cáncer?” no es una pregunta pertinente para alguien que no es responsable de lo que se pide, y el tono y la intención son desafiantes.

 

“Vaya prepotencia y soberbia de la sí esposa del presidente de la República”.

Guadalupe Loaeza

Para ella las respuestas a preguntas que buscan molestar, acusar, provocar, deben ser amables, de otra forma denotan prepotencia y soberbia, sobre todo por ser esposa de quien se es.

 

¿Qué sugiere?

Que quien hizo la pregunta “puede ser” el padre de un niño con cáncer, es decir, recurre a una especie de chantaje mediante un dato falso y utilizando algo tan doloroso como la enfermedad de un niño.

 

“No tenía por qué contestarle con ese ‘modito’ tan feo a quien es, probablemente, padre de un niño con cáncer”.

Guadalupe Loaeza

 

¿En qué miente?

En que el gobierno no ha atendido, cuando se ha presentado, el desabasto de medicamentos para niños con cáncer. Cita parte de un comunicado firmado por papás de niños con cáncer, pero omite la atención que las autoridades les prestaron, los equívocos que se hicieron públicos y las soluciones implementadas.

 

¿Qué medios promueve?

Entre los medios que menciona para evaluar el escándalo de un tuit masivamente difundido, destacan Televisa y “el portal de Ciro”.

 

“Todo el mundo lo comenta, el portal de Aristegui, de Televisa, el portal de Ciro (sic)”.

Guadalupe Loaeza

 

¿Qué supone desde su internalizada visión discriminatoria de las mujeres?

Que a la par que una profesión (hay que reconocer que como fortalezas de Gutiérrez Müller destacó que es historiadora y escritora, ¡vaya!), el buen humor de una mujer depende de a) que no sea fea; b) con quién esté casada; c) ser mamá; d) tener seguidores; e) el inmueble en que vive; f) contar con seguidores y lambiscones; g) no realizar trabajos domésticos.

“Por qué estará tan enojada Betty la fea si no es fea, es historiadora, tiene obra publicada, está casada con el Presidente, un marido enamorado; tiene un hijo que adora, muchos, muchos seguidores; vive en Palacio Nacional, cuenta con miles de lambiscones y lambisconas a sus pies, no tiene que lavar los trastes, ni cocinar…”.

Pocas veces la proyección de los propios valores se cuela tan nítidamente en una descripción como la anterior. Mágica acción del lenguaje que revela, sin que la autora se lo proponga y menos se percate de ello (oh, maravilloso inconsciente), su naturaleza. Así los valores de Guadalupe Loaeza.

 

¿Qué equívocos exuda?

De nuevo una proyección de sus propios deseos imposibles y fuertes dosis de perversión: que en la sujeto de su abierta animadversión hay amargura y que en el fondo seguramente está en contra de su esposo:

 

“En el fondo se ha de morir de ganas por salir en su coche a unirse a la caravana de los ciudadanos que protestan y tocar intensamente su claxon contra AMLO”.

Guadalupe Loaeza

¿Qué deseos exhibe?

Desde una mezquindad sin tapujos, lo siguiente:

 

“Yo que AMLO, me alejaba de ella, porque, de plano, le está haciendo muy mala obra”.

La determinación de inmiscuirse en una relación de pareja de una manera tan vil debe provenir de un ser muy dañado. Con esto Loaeza rebasó a las peores revistas de espectáculos tradicionalmente invasoras de la intimidad e integridad de las personas.

 

La doble cara

No relacionaré las decenas de tuits confesionales desgarradores que Guadalupe Loaeza publicó hace unos meses en la víspera del Día Internacional de la mujer como “Cuando nací, mi papá lloró porque no fui hombre” o “Yo quería karate, me mandaron al ballet”, con lo dicho aquí, porque no es el objetivo descalificar a nadie partir de frases cuyo referente desconocemos como las citadas, mucho menos lastimar la vida y los sentimientos de las personas en la modalidad de la autora de Las niñas bien.

Pero hay un tuit que publicó esos días como parte de las denuncias de las diferentes formas de violencia contra las mujeres, que sí es oportuno citar:

 “Las palabras hieren”.

Qué ironía, ¿verdad?