La corrupción, tema ignorado por la mayoría de los gobernadores

Uno de los principales retos de este gobierno, si no es que el más importante, el combate a la corrupción, está ausente de la mayor parte del discurso de la oposición. Hacen como que no ven, no oyen, no saben. No les conviene. Y si lo retoman en las redes es para según ellos descalificar con eslóganes, lugares comunes, cantaletas sin rigor ni sentido, lo que se está logrando a la vista de todos.

En las entidades federativas, sobre todo en las gobernadas por el PRI y el PAN pero no exclusivamente, se está muy lejos de plantear el problema como uno de los que más ha hecho daño a México.

 

Una ciudadanía cada vez más consciente de las injusticias

Pero muy a pesar de quienes son indiferentes a ese imperativo ético actual de la política, el tema se ha ido incorporando poco a poco en el imaginario social. Hay cada vez más conciencia en la ciudadanía de la injusticia, de los abusos cometidos y de la necesidad de descombrar, de limpiar la casa, de barrer las escaleras desde los primero escalones en donde tienen adheridos sus tentáculos los que desde sus privilegiadas posiciones han hecho negocios ilícitos o se han robado el dinero público para abultar sus bolsillos.

 

Sexenio tras sexenio, desde hace varias décadas

En la medida en que avanzaba y se iba enquistando la corrupción en el aparato gubernamental, aumentaban la desigualdad y la pobreza y ésta ha cobrado millones de vidas en las últimas décadas. Todavía está pendiente esa trágica contabilización: el conteo de los muertos como resultado de la corrupción que imperó por más de treinta años. En ese sentido, el presidente no exagera al decir que es la peste a desterrar.

 

¿Cómo ir del ámbito federal a los estados de la república?

Y entonces la pregunta es cómo la voluntad política de desinfectar la escalera del país de arriba hacia abajo puede permear, transferirse, reproducirse del ámbito federal a los estados de la república.

Para que el saneamiento sea eficaz es necesario coincidir, primero, en la necesidad de eliminar la plaga, pero si para unos la corrupción es un flagelo pero para otros no, el proceso no será nada fácil. Es evidente que la mayor resistencia se dará en quienes forman parte de la plaga, que son la plaga misma y no están dispuestos a la autoaniquilación.

 

¿Quiénes se resisten a los nuevos lineamientos? El caso de Sonora

Sólo los favorecidos por la corrupción, los que quisieran ser beneficiados por ella o quienes se caracterizan por una extrema escasez de información y de criterio, pueden preferir que se mantenga esa práctica.

En el actual gobierno de Sonora la corrupción no ha sido un mal a combatir, tampoco se ha asumido la austeridad republicana proclamada y acatada por el gobierno federal como una medida urgente para, con los recursos obtenidos mediante esa estrategia, resolver por lo menos parte de los graves problemas sociales que están a la vista y no necesitan demostración. Ni siquiera con la pandemia hubo medidas sustanciales al respecto, al contrario, como iremos analizando en posteriores colaboraciones.

Eso nos lleva a revisar a la conductora o conductor del tren porque, aunque sea motivo de burla cuando el presidente lo menciona, eso importa, el ejemplo importa, y si la cabeza del ejecutivo estatal se ha mantenido, porque no los comparte, indiferente a los principios de la Cuarta Transformación, es muy comprensible que las cosas queden como están, es decir, empantanadas en el fango de la corrupción. Y entonces es de anhelarse un gobierno diferente con un conductor o conductora que ejecute lo que es urgente para que la olla de presión no reviente, porque se trata de que los cambios se logren de manera pacífica.

 

Ser modernos o premodernos

Como lo ha dejado asentado uno de los más importantes teóricos de la Cuarta Transformación, Alejandro Rozado, estamos rompiendo las bases de una sociedad patrimonialista, premoderna, donde han imperado la corrupción y la ausencia de democracia propias de un Estado autoritario.

Ser modernos, asienta el sociólogo y escritor, es ir en contra de los privilegios. Privilegios significa “leyes privadas, leyes de excepción para privilegiados”. Explícitas o manipuladas, la corrupción se ha asentado y se ha amparado en ellas.

En el haz de ese envés, la Cuarta Transformación es un proyecto moderno porque viene de abajo, porque lo respaldan más de 30 millones de ciudadanos que se decidieron de forma pacífica por un cambio de régimen tendiente a fomentar y practicar los principios del bienestar, la igualdad, la justicia, la legalidad y la transparencia pública, en el marco de una ética de la fraternidad.

Lamentablemente, el gobierno actual de Sonora, a un año de concluir su período, no puede presumir de haber practicado y fomentado esos principios; por lo tanto, en las próximas elecciones habrá que buscar alternativas distintas a las de sus secuaces.

Subirse o no al tren de la historia, he ahí el dilema.