Nunca voy a dejar de admirar a Andrés Manuel López Obrador. Es un destacadísimo líder social y político. Ciento por ciento honesto. Sigo metiendo las manos al fuego por él.

 

Pero hasta Andrés es un ser humano falible. Creo que sus colaboradores lo han engañado con el asunto de Soriana.

 

Soriana es una ejemplar empresa mexicana. Y su directivo y propietario más relevante, Ricardo Martín Bringas, es un empresario trabajador, honesto y talentoso que no acostumbra meterse en enredos políticos. De hecho, no se mete en la politiquería porque sabe que nada bueno se saca de tan desprestigiada actividad.

 

Algún día entenderá Andrés Manuel que Soriana NO vendió tarjetas al PRI para que este partido las usara en el fraude electoral que con tanta pasión denuncian los partidos políticos de izquierda.

 

El problema no es que AMLO y los partidos que lo apoyan denuncien, con ligereza propia de políticos, a la cadena de tiendas de autoservicio Soriana.

 

El problema no es ni siquiera el daño que le hacen a la marca Soriana, que es enorme. El verdadero problema es la locura de algunos simpatizantes fanáticos de la izquierda que han decidido realizar protestas en tales tiendas, algunas protestas francamente ilegales (como la de ayer de un diputado perredista en el Estado de México). Estas protestas han llevado a criminales a buscar la clásica ganancia del pescador en el río revuelto. Supongo que Andrés Manuel y los otros líderes de izquierda están enterados de que ha habido atentados con bombas en los establecimientos comerciales que dirige el señor Martín Bringas.

 

En fin.

 

En la conferencia de prensa de hace rato encabezada por López Obrador, reapareció el senador Ricardo Monreal. Se había ido de vacaciones, a recargar las pilas. Llegó con información nueva. Sobre Luis Videgaray, el hombre fuerte en el equipo de Enrique Peña Nieto. Según Monreal se trataba de información bancaria absolutamente comprometedora que meterá en grandes problemas a Videgaray y al PRI. No me parece que sea así. Ya Videgaray lo negó. Se atrevió a hacerlo porque no hay nada. Y, desde luego, nada va a pasar con ese tema.

 

Propongo que ya todos ellos se tranquilicen. La pasión con que los políticos se pelean, que a veces parece locura, no es buena para el país.