Desde el momento en que Enrique Peña Nieto y su equipo de campaña aceptaron la invitación de la Universidad Iberoamericana para asistir a dialogar con su alumnado sabían lo que ello implicaba.

 

Estaban conscientes de que Peña sería bombardeado con preguntas rijosas e incomodas y de que, con toda certeza, sería increpado por los estudiantes. Y sabían que eso sucedería por una poderosa razón: Peña Nieto es impopular entre los jóvenes como los de la Ibero; con acceso a internet, y por ende, a medios de información alternativos. De hecho, Peña Nieto acumula el mayor número de menciones negativas en redes sociales como Twitter, Facebook y Youtube.

 

Aún así decidieron presentarse en la Ibero. Es más, precisamente por ello decidieron atender la invitación. Fueron con la intención de desmentir el estereotipo que se tiene sobre Peña en las redes sociales. El de un candidato reacio a asistir a eventos en los que su equipo de campaña no tiene el control sobre todas las variables. El de un presidenciable reluctante a dialogar con los sectores más críticos de la sociedad, como el universitario. El de un hombre hueco y vacío inflado por la televisión. Y raíz de la pifia de los tres libros, el de un hombre torpe e ignorante.

 

Desde horas antes de arribar a la Ibero Peña y su equipo de campaña tenían información en el sentido de que los estudiantes estaban organizando protestas y manifestaciones de repudio en su contra. Seguramente hicieron un análisis del costo-beneficio de asistir y llegaron a la conclusión de que asumirían el costo de exponer a su candidato a preguntas espinosas y manifestaciones de rechazo a cambio de lo que, a su juicio, representaba un beneficio mayor: romper con el estereotipo que millones de jóvenes con acceso a internet tienen de su candidato.

 

Sin embargo, el equipo de campaña de Peña Nieto jamás imaginó que las muestras de repudio en contra de su candidato serían generalizadas. Nunca pensaron que la mayoría de los asistentes al foro increparía a Peña Nieto. Y es que dejaron de lado que no estaban asistiendo a cualquier universidad, si no que estaban asistiendo a una universidad jesuita –y por lo tanto progresista- en donde se fomenta y se valora la conciencia crítica y la búsqueda de la verdad. De ahí que el mayor clamor de los estudiantes aquel día fuera el caso Atenco.

 

Después de esta amarga experiencia, Peña Nieto regresará a su zona de confort. A los mítines multitudinarios en donde es aclamado por señoras, señoritas y niñas por igual como si de un artista se tratase. A los eventos masivos en donde los asistentes están más ávidos de estrechar la mano del candidato o de una foto con él que de propuestas.

 

Para que volver a exponer a su candidato si después de todo, independientemente de lo que piensen en las redes sociales, Peña Nieto sigue siendo el puntero en las encuestas con casi veinte puntos de ventaja.