Terminaron ya los Juegos Olímpicos de Río en Brasil, con el resultado para México de cinco medallas, lo que lo situó en el tablero en el lugar 61 de la justa olímpica. La delegación mexicana juntó tres preseas de plata, adquiridas por María del Rosario Espinoza, en taekwondo, Germán Sánchez, en clavados, y María Guadalupe González, en marcha, y dos de bronce, cosechados por Misael Rodríguez, en boxeo, e Ismael Hernández, en pentatlón moderno.

Si bien, el resultado no es del todo malo, tomando en cuenta que en otras ediciones como en la de Atlanta 1997, México sólo obtuvo una medalla en marcha con Bernardo Segura; la edición de Río provocó una serie de escándalos debido a las acciones y determinaciones del titular de la Comisión Nacional del Deporte (CONADE) Alfredo Castillo.

El haber nombrado el presidente del país a un jefe policiaco en un área deportiva, hoy le ha provocado una nueva crisis en cuanto a su imagen, de por sí ya muy desgastada; queramos o no, los presuntos actos de corrupción, el nepotismo y la opacidad y discrecionalidad en el manejo de los recursos públicos en la CONADE, han permeado en el imaginario colectivo de los habitantes de este país.

Para la mala suerte de Alfredo Castillo, las medallas para México, llegaron en la recta final de la competencia llevada a cabo en el país brasileño, eso provocó que al inicio de los Juegos Olímpicos, ante la falta de triunfos para los atletas nacionales, la opinión pública centrara su atención en el desempeño público del titular de la CONADE.

El mexicano en su psicología social ante el letargo de atraso nacional ve en los deportes, principalmente en el fútbol, una salida hacia la euforia y a una felicidad efímera; los mexicanos no perdonamos malos resultados en el deporte y esto, le está pesando en estos momentos al ex titular de la Comisión para la Seguridad y Desarrollo de Michoacán.

Quien también fuera Procurador de Justicia del Estado de México durante el mandato del hoy presidente del país, cuenta con la venia y el aprecio de quien manda en Los Pinos, eso no lo podemos ocultar, pues lo ha colocado al frente de varias dependencias importantes, tanto en el Gobierno del Estado de México como en el Gobierno Federal.

Una indignación social causaron las declaraciones de Castillo en el sentido que la CONADE era una simple y llana “agencia de viajes”, en esta apología, el funcionario federal, responsabiliza directamente a los atletas de los resultados.

Las cosas no son así señor Castillo, lo que se requiere en este país, es inversión en las diferentes disciplinas deportivas y una instrumentada política pública en materia deportiva, que fomente el alto rendimiento y la participación decidida de niños y jóvenes. En México hay mucho talento deportivo, sólo la falta la visión y las ganas de convertir a México en una potencia deportiva.

Ya basta de los padrinos en las disciplinas deportivas, el factor económico no debe estar por encima de niños y jóvenes con talento deportivo. Hay mejores jugadores de fútbol, por ejemplo, en las ligas municipales de cualquier estado, que en algunos equipos que juegan en la Liga MX. Quizá esta lógica no la entendió el señor Castillo, por ello, la indignación y las protestas de los representantes nacionales que fueron a competir a Río, que fueron a sudar la camiseta por un país anhelado de triunfos, deportistas, que por cierto, tuvieron que pedir dinero en las calles para su preparación.

Ante estos resultados, la estela de la mala fortuna, persigue nuevamente al señor Castillo. Fracasó como jefe policiaco, y hoy fracasa como “deportista”.