El presidente Andrés Manuel López Obrador informó que se contagió en COVID-19 en sus redes y a los pocos minutos ya abundaban las narrativas y actitudes que rodean su gestión: inmenso apoyo popular, un segmento de mezquindad y odio proveniente de quienes comenzaron a perder algunos privilegios el 1 de diciembre de 2018 y una porción de liderazgos críticos, e incluso adversariales, que expresaron deseo por su pronta recuperación.

El Presidente no se saltó la fila para vacunarse.

Esa es una inmensa evidencia y lección que contrasta con el comportamiento de mandatarios tan opuestos a esa actitud como Vicente Fox o Enrique Peña Nieto, quienes usaron y abusaron de su posición en formas ya muy conocidas. Peña Nieto no dejó de manifestarse constructivamente, por cierto.

La actitud presidencial de López Obrador es diametralmente opuesta a la de figuras y figurines que después de vacunarse en Estados Unidos y presumirlo en sus redes, lamentaron que el mandatario no hubiera recibido ya una dosis. La incapacidad de entender el respeto al turno con sentido de comunidad es, cuando menos, sorprendente.

Michel Foucalt hablaba del “discurso valiente” como esa versión moderna de lo que los griegos llamaban parresía. En pocas palabras, se trata de atreverse a decir la verdad, no solo en honor a la libertad de expresión como un derecho individual, sino también porque su ejercicio favorece el bien común.

En oposición a la lógica y a esta virtud resignificada por el filósofo francés, también pasó muy poco tiempo para que comenzara a circular la versión de que el contagio es una cortina de humo para algo que nunca se aclara… como parte de la ciudadanía estamos llamados a ser valientes, solidarios y no compartir información falsa.

Desde el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México expresamos nuestros mejores deseos por la salud del Presidente López Obrador, un hombre fuerte que seguramente saldrá adelante muy pronto.

Su contagio se suma al de una lista de mandatarios de las naciones más poderosas del mundo que, a pesar de los cuidados y la seguridad que les rodea, no han podido evitar el virus.

Como todos los virus pandémicos, la enfermedad no hace diferencias, es un enemigo silencioso que acecha en el sitio y momento menos esperado como lo demuestran las historias de personas que no habían salido de su casa en 8, 9 o 10 meses y aún así se contagiaron.

En diciembre, el Presidente de Francia, Emmanuel Macron, dio positivo por coronavirus; meses antes, en octubre, el Mandatario de Estados Unidos, Donald Trump y su esposa Melania fueron diagnosticados con Covid-19 en medio de la campaña electoral. En ese mismo mes, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, informó que la contrajo.

Nadie es invulnerable. Ayuda entender la relevancia de un sentido de solidaridad y comprender también que el ser humano, a veces, tiene oscuras debilidades que le impide frecuentemente adherirse a principios superiores como desear el bien del otro