¿AMLO ha perdido la cabeza?

Pareciera que definitivamente el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha perdido demasiado la perspectiva de cuál es su papel formal como titular del Poder Ejecutivo Federal en cuanto a su posibilidad legal de pretender controlar todo lo relativo a la vida pública en México, confundido o indebidamente empoderado metiéndose y procurando incidir en todo asunto que considere importante. 

La carta que da a conocer por medio de la cuál hace público una recriminación y a la vez una petición o instrucción según se quiera ver dirigida al ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y también del Consejo de la Judicatura Federal (CJF), lo pinta o repinta en su naturaleza intervencionista, pero aunque es como se ha venido comportando desde el inicio de su gobierno, lo vuelve a proyectar magnificado como mandatario autoritarista a ultranza para quien su poder no debe tener límite ni equilibrio alguno.

Pero no es menos alarmante la postura asumida por el ministro Arturo Zaldívar, de quien hablan más sus actos por vergonzantes tanto como su inexplicable esmero para estar presente y atender cada llamado del presidente como si fuese su lacayo.

La carta del tabasqueño es una intromisión indebida al Poder Judicial Federal. En este tema no se puede ni debe intentar matizar un asunto que es tan evidente como inquietante por los excesos en que incurre el primer mandatario.

Si ya se había observado como una intrusión la amenaza expresada por el presidente Andrés Manuel y gente de su gobierno, como la Secretaria de Energía, Rocío Nahle, al proferir amagos en contra del juez que otorgó suspensiones en los juicios de amparo presentados en torno a la recién aprobada Ley de la Industria Eléctrica (LIE), dirigir una carta al presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y del Consejo de la Judicatura Federal (CJF), ha sido un acto que pinta de cuerpo entero lo que ha sido el autoritarismo en el gobierno de López Obrador.

Dicha osadía constituye sin duda una flagrante acción de intimidación para quien, en el marco de sus funciones, actuó conforme a lo que juzgó procedente en apego a derecho. Pero independientemente del sentido de la resolución que dio el impartidor de justicia, lo que de ninguna manera se puede soslayar es que el presidente de la República Mexicana traspase las líneas del respeto y del decoro, para, transitar desde la discrepancia y la crítica exhibida frente a la opinión pública a los amagos, atentando contra la división de poderes y la independencia judicial.

“La suspensión provisional que se concede es para el efecto de que se suspendan todas las consecuencias derivadas del Decreto por el que se reforman y adicionan diversas disposiciones de la Ley de la Industria Eléctrica“,

Juan Pablo Gómez.

Ordenó Juan Pablo Gómez Fierro, juez segundo de distrito en materia administrativa especializado en competencia económica.

Juan Pablo Gómez Fierro

En respuesta, AMLO dirigió la mencionada misiva al titular de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Arturo Saldívar, solicitándole revise la actuación del juez Pablo Gómez Fierro, en el caso señalado:

“De manera respetuosa y en observancia al principio de separación de poderes, le solicito que el Consejo que usted preside determine e informe si a la autoridad judicial mencionada le correspondía o no aplicar de manera oficiosa la suspensión a quienes lo solicitaron y si es de su competencia o no resolver sobre este caso...

AMLO.

Asimismo, y si mi petición es legalmente procedente, solicito que el Consejo de la Judicatura lleve a cabo una investigación para esclarecer la actuación del juez Gómez Fierro en este episodio. No omito manifestarle que alrededor de este asunto actúan personas, organizaciones y empresas afines al antiguo régimen que, en función de sus conocidos intereses económicos y políticos, tenían como modus operandi la corrupción y el influyentismo, con lo que han afectado gravemente la hacienda pública y la economía de la mayoría de los mexicanos; en especial, de los más pobres”.

AMLO.

Pero cuando se esperaba una respuesta clara y enérgica del ministro Zaldívar, este volvió a decepcionar. Lo único ‘admirable’ en su respuesta fue la rapidez con que contestó la misiva.

En el muy lamentable documento, el titular de la SCJN y del CJF, se compromete a remitir la queja al área correspondiente “para que, de existir elementos para ello, se abra la investigación que en su caso procediera”.

AMLO, omnipotente e intolerante

Ciertamente, no se esperaba mucho de quien se ha señalado su proclividad o simpatía hacia AMLO y sus determinaciones al frente del poder ejecutivo; de quien acude a cuanta “Mañanera” se le requiere, o asiste a una inauguración de pistas de un aeropuerto en donde no se justifica su presencia.

Lo cierto es que López Obrador vuelve a mostrar con gran contundencia el espíritu que lo caracteriza como un mandatario que se percibe a sí mismo como omnipotente, intolerante a quienes no piensan como él, y que no admite críticas.

Vuelve a arremeter contra quienes ve como sus más acérrimos enemigos, sus némesis. Vuelve a aventar la maquinaria pesada, la lengua larga, la fuerza del estado a su cargo de una forma arbitraria y aberrante en contra de quienes quizá no estén exentos de mácula, pecado y asuntos turbios, pero que en el caso que nos ocupa, como cualquier mexicano o cualquier persona que sienta están lesionando sus intereses tiene derecho a ejercer las acciones legales que la constitución política y el estado mexicano les otorga, en este caso todos los recursos legales entre ellos el juicio de amparo.

Y es que para López Obrador todos aquellos que osan diferir en su forma de pensar y de actuar en sus determinaciones son enemigos contrarios al orden, a la moral, a las buenas costumbres y al bien común, y esto es lo grave.

Ahora el inquilino de Palacio Nacional, además se atreve a ordenarle una investigación al Presidente del alto tribunal que a la vez lo es del Consejo de la Judicatura Federal, -el máximo organismo de control y administración de los jueces y magistrados del Poder Judicial de la Federación-.

AMLO y Luis XVI...

El sistema mexicano está en entredicho, el sistema de equilibrio de poderes no puede dejarse al arbitrio de un solo personaje al estilo del más oscuro y prepotente rey francés Luis XVI, para el que el estado era él y solamente él.

Por ello es grave este asunto, más grave de lo que quizá pueda verse como una anécdota simple; no puede dejarse pasar la actitud arbitraria, prepotente, altanera, soez, y fascistoide de Andrés Manuel, al estar ya no solamente arremetiendo contra un poder que es autónomo y tiene facultades, atribuciones y que debe ser o dejársele ser.

Y por otro lado vuelve a dirigir sus descalificaciones contra los medios de comunicación que osan según él atacarlo arropando la difusión de cualquier situación contraria a lo que él piensa o hace y va en contra ciudadanos o personas locales o foráneas que en el uso de sus derechos actúan buscando revocar acciones que consideran lesivas a sus intereses y que para ello existen los recursos normales correspondientes.

Asimismo, ahora también atenta contra ex juzgadores y contra todos aquellos que de alguna manera se agregan, y son muchos los mexicanos que pensamos que es una situación inadecuada lo que pretende con su iniciativa de reforma que viene a trastocar el asunto eléctrico por más que haya aristas en el desahogo de la gestión de la energía en Mexico.

Pero para ello están cauces, normas, autoridades y no simplemente la voluntad omnípoda de un mandatario.

Es muy grave, y más grave aún que la sociedad lo tolere y lo soporte. Debe ser momento de reflexión, momento de actuar, momento, no de defender específicamente un tema sino de defender la soberanía, el equilibrio del ejercicio del poder, la justicia en sí, y el que vivamos en un estado que nos haga sentir certidumbre de la seguridad para vivir de él.

Opinión.salcosga@hotmail.com