Con la serenidad que lo caracteriza, con las palabras justas en el momento adecuado, y con el don de imprimir en ellas la emotividad para generar la confianza que tanto precisa el lastimado pueblo estadounidense, fue que Joe Biden se mostró ante la nación al momento de ser investido como nuevo presidente de Estados Unidos de América, arrojando un bálsamo de esperanza de que en breve habrá de darse un nuevo comienzo bajo su égida.

Contrario a lo acostumbrado, en el acto de transferencia de mando celebrado este miércoles en el Capitolio de Washington DC., el mundo presenció una ceremonia sobria como era lo conducente en momentos en que el pueblo estadounidense ha sufrido la pérdida de 400 mil personas en el contexto de la pandemia. 

No hubo los acostumbrados bailes ni la tradicional marcha hacia el Capitolio. No se vio una alegría desbordante. Todo ello se sustituyó con el sentido patrio, con la presencia de invitados indispensables como el ya ex vicepresidente Mike Pence, los ex presidentes George Bush hijo acompañado de Laura Bush, Bill Clinton con su esposa Hillary, Barack Obama y Michelle, así como congresistas y senadores junto con otros pocos invitados entre ellos las familias de Biden y la vicepresidenta Kamala Harris. 

Nadie extrañó la presencia del presidente saliente, Donald Trump, quien abandonó la Casa Blanca poco después de las 8 de la mañana, pues se negó a participar en la ceremonia de investidura rompiendo con una tradición de más de cien años, ya que desde 1869, cuando Andrew Johnson se negó a estar en la investidura de Ulysses Grant, no había ocurrido que el presidente saliente no asistiera a la juramentación presidencial de su sucesor.

No es de sorprender que el discurso de Joe Biden, breve pero sustancioso, haya estado dirigido al corazón de los estadounidenses.

Siendo un viejo lobo de mar que se preparó durante 50 años para ser presidente de la Casa Blanca, sabía que había que sustituir temas no menos importantes para el país, pero que ya tendrán su espacio, para abordar asuntos urgentes como frenar la pandemia, recuperar la unidad, y sanar heridas.

Al dirigirse a los ciudadanos ya como el presidente número 46 de Estados Unidos de América, Joe Biden emitió un discurso en defensa de la democracia y dejó de manifiesto su propósito de unir a la nación con frases como las siguientes:

”Es un día histórico y de esperanza, de renovación y resolución”.

“Celebramos el triunfo de una causa, la causa de la democracia. La democracia es preciada. La democracia es frágil. Y en este momento, mis amigos, ¡la democracia ha prevalecido!”.

“Estamos entrando en el período más duro y mortífero de la pandemia. Debemos dejar la política de lado y enfrentarla como una nación”.

“Pocas personas en la historia de nuestra nación han visto un momento más desafiante y difícil que el actual. Un virus se ha llevado tantas vidas en un año, como todas las vidas norteamericanas que se perdieron en toda la Segunda Guerra Mundial. Millones de puestos de trabajo se han perdido, centenares de miles de empresas han cerrado”.

“Tenemos mucho que hacer en este peligroso invierno. Mucho que reparar y mucho que sanar, mucho que construir y mucho para ganar”.

“La historia, la fe y la razón nos muestran el camino, que es el de la unidad. Debemos ver al otro no como adversario, debemos verlo como vecino”.

"Seré el presidente de todos los estadounidenses”.

No se pueden dejar de mencionar los simbolismos propios del protocolo en la ceremonia, pero también los intencionales y los espontáneos:

Por ejemplo, las 200 mil banderas en la explanada del Capitolio en representación de las personas que suelen acudir, los artistas invitados; Lady Gaga entonando emotivamente el himno nacional portando un broche de la paloma de la paz en su vestido; Jennifer López, -en un guiño del nuevo presidente al pueblo latino que reside en aquel país-, enfundada en vestimenta blanca cantando “This Land is Your Land” y, sobre el final, también entonando un fragmento de “America the beautiful”, en la que aprovechó para pronunciar las siguientes palabras en español: “Una nación, bajo Dios, indivisible con libertad y justicia para todos”.

Hay que anotar entre estos simbolismos la nieve que comenzó a caer al momento que Kamala Harris rendía protesta como la primera mujer en asumir como vicepresidenta de aquel país, la primera afroamericana y primera también de origen asiático; así como el brillante sol que le sucedió para dar paso a la asunción de Joe Biden como presidente, el Demócrata que durante tres décadas se desempeñó como senador y ocho años fungió como vicepresidente en la era Obama.

Así pues, tanto la larga espera que debió aguardar Biden para llegar a la Casa Blanca, como la irrupción de Harris, son mensajes involuntarios pero que deben marcar un parteaguas para muchos estadounidenses en el sentido de que habitan en un país en el que se puede soñar y en el cual es posible alcanzar los sueños.

Joe Biden se ha dispuesto de inmediato a firmar una cascada de iniciativas y decretos para borrar de tajo y hacer olvidar al país, entre ellos millones de ciudadanos de origen latino, la pesadilla que les significó la era Donald Trump.

El nuevo presidente dispondrá de 100 días para vivir la llamada “Luna de Miel”, -como se denomina a ese lapso de tiempo que se le concede a un mandatario para congraciarse con la prensa y con los ciudadanos, así como para generar acciones que vayan de acuerdo con las promesas hechas en campaña, y marcar el rumbo.

En tanto, el saliente presidente Donald Trump, se ha ido por la puerta trasera de la Casa Blanca.

El magnate neoyorquino que un día quiso ser presidente y lo consiguió, perdió la cabeza ante la imposibilidad de ganar su reelección y se desquició a tal grado que nunca pudo aceptar su derrota; movilizó simpatizantes, intentó comprar conciencias, sobornar voluntades y hasta alentó un intento de asalto al Capitolio con el desenlace ya conocido de la tragedia registrada el 6 de enero pasado en que murieron 5 personas, detonando el enojo y hartazgo de congresistas quienes aprobaron un nuevo “impeachment” en su contra, que de ser validado por el Senado estadounidense lo dejará impedido de volver a contender por algún cargo público, descartando así cualquier posibilidad de que pretenda postularse en 2024 por la presidencia de Estados Unidos de América del Norte.

Ya se verá en próximos días qué tanto está dispuesto el pelotón republicano a seguir defendiendo a  Donald Trump, siendo que se requieren 18 votos rojos para validar el juicio político aprobado ya por la Cámara de Representantes.

En cuanto a las últimas acciones del polémico personaje antes de abandonar la Casa Blanca, hay que decir que, indultó a su ex asesor Steve Bannon, quien enfrenta cargos de fraude, y firmó perdones también para los raperos Lil Wayne y Kodak Black, así como para el ex alcalde de Detroit Kwame Kilpatrick y al menos otras 70 personas.

Donald Trump recapituló que trabajó fuerte, “dejamos todo en la cancha. No podemos decir que pudimos haber trabajado más. Enfrentamos muchos obstáculos”.

“Vamos a volver de alguna manera”, sostuvo.

Después de salir en helicóptero de la Casa Blanca, Trump despegó desde la base militar de Andrews (Maryland) para su último vuelo a bordo del Air Force One.

El pueblo estadounidense salió a votar el pasado 3 de noviembre y lo hizo con causa; más de 158 millones de personas cumplieron con su deber cívico, siendo que 82 millones de ellos decidieron que era tiempo de dar vuelta a la página y rechazaron continuar bajo la égida Trump. El desafío es enorme para Joe Biden, al asumir como nuevo presidente en uno de los peores escenarios en la historia de Estados Unidos, pero como ya mencionaba, hay una nueva esperanza, un aire refrescante para este país que ha logrado dar por terminada su pesadilla, llamada Donald Trump.

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