Porfirio Muñoz Ledo siempre ha sido histriónico y grandilocuente, desde joven y más ahora de viejo. En realidad, es un experto en supervivencia política. Ha vivido del presupuesto público al margen de las ideologías. Ha chupado de la ubre del Estado a cambio de discursos y choros constitucionalistas.

Pero tiene una virtud: sabe quitarse a tiempo. La mayoría de los políticos mexicanos, sean del partido que sea, carecen de la habilidad de zafarse oportunamente. Son muy tontos en ese aspecto (y en muchos otros). Creen que la vocación del grillo es aferrarse al poder y pescarse de la nómina a costa de lo que sea. Hasta de su propia madre. Y se equivocan. Veamos: ¿Qué es lo mejor que sabe hacer un grillo? Saltar. Punto. Y ojo: el secreto no consiste en saltar de forma prematura; consiste en saltar en el instante justo.

Porfirio pudo negarse, desde hace días, al conato de repetir como Presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados. Ya se le habían ido a la yugular los líderes de la oposición: lo traían entre miras. Sin embargo, Porfirio se esperó. “Serenidad y paciencia”, reza el célebre pleonasmo de Kalimán.

El diablo, que más sabe por viejo que por diablo, se aguantó a la discusión de la reforma exprés a la Ley Orgánica del Congreso General, para decir que siempre no. Y se despidió con un acto teatral, grandilocuente, como todos los suyos. “Se puede pasar a la historia sin tener el poder”, dijo, con una de sus típicas frase rebuscadas que, bien analizada, no significa nada. Puro rollo.

Sin embargo, bajita la mano, Porfirio encueró a la fracción del PRI, que ya se había prestado al enjuague legislativo. Encueró al PAN, que terminó alabándolo como héroe patrio. Y encueró a Morena que ya estaba malabareando para torcer la ley en favor de Porfirio, con la incómoda anuencia de AMLO. Ya verá el PAN y MC quién queda como presidente de la Cámara en lugar de Porfirio, para que sepan que les salió peor el remedio que la enfermedad.

El único ganón en este zipizape fue Porfirio, que ni es tan grillo, ni es tan zorro ni es tan erizo. Es simplemente un superviviente de la turbia política mexicana, eso sí, más mañoso y más viejo que el resto de sus colegas legislativos. De todas formas, en honor a la verdad, la jugó muy bien. Como es usual en él.

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