De los acontecimientos en Culiacán, vale la pena hacer un par de consideraciones, al tiempo de hacernos algunas interrogantes.

La primer consideración, tiene que ver con la herencia maldita de los últimos dos sexenios, y es que los hechos en Culiacán es la confirmación de que nos entregaron un país en ruinas donde regiones enteras -aun en estos momentos- son controladas por el crimen organizado, donde más allá del fracaso del operativo – evidentemente mal planeado- el poder del narcotráfico demostró su capacidad de fuego y su penetración social, donde no pocos jóvenes son capaces -por unos cuantos pesos- de rifarse la vida para salvar a sus patrones.

En segundo término, el hecho mismo, nos da cuenta de que recuperar el país de la delincuencia no será tarea fácil y se enfrentarán muchos obstáculos. La nueva estrategia gubernamental que opta por la paz y no la guerra debe medir milimétricamente sus acciones. Debemos tener claro que las resistencias a los cambios están a la vuelta de la esquina y que quienes pierden privilegios no se resignarán fácilmente.

En los días por venir, el trabajo por recomponer el tejido social y la construcción del nuevo andamiaje institucional que modifique las reglas, debe seguir siendo la tarea medular de la 4 T, no se puede bajar la guardia.

Ahora bien, surgen algunas interrogantes para el momento actual. ¿Era necesario realizar el operativo de esta naturaleza en este momento? ¿No era más relevante el banderazo por la mañana en Santa Lucía del aeropuerto largamente añorado? ¿Una vez capturado el capo, no se debió imponer la lógica de sacarlo rápidamente de la Ciudad en lugar de llevarlo a la fiscalía de la entidad previendo una evidente reacción del grupo delictivo? ¿Podemos pensar en un intento de sabotaje, para descarrilar la 4T?

Por ahora y una vez publicadas dos encuestas-parece haberse sorteado la crisis- una de Consulta Mitofsky y otra de El Financiero, se revelaría que en Sinaloa el 79 por ciento de la población apoyó la estrategia en Culiacán, mientras que a nivel nacional el 53 por ciento respaldó la decisión del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

Es una batalla más librada-la más difícil hasta hoy- bien podemos llamarla “a este gallo no le han quitado ni una sola pluma”, pero valdría la pena decir y tener presente que gana no quien más acierta, sino quien menos se equivoca. Es momento entonces de revirar hacia adentro, no todos parecen entender la filosofía de la Cuarta Transformación.

¡No tenemos derecho a fallar!