Dice Marco Antonio Solís en una de sus canciones: “El espejo no miente” y así es. En los espejos bien calibrados y balanceados nos reflejamos completos y no se miente, nos vemos tal y como somos.

La Fórmula Uno es el evento fifí por excelencia, o al menos eso es lo que nos quieren hacer creer. Aunque asistir a las carreras es costoso, usted se puede dar una vuelta a la pista y se dará cuenta que hay personas de todos los estratos sociales. Hay muchos fanáticos a este deporte, algunos juntan durante un año para poder conseguir un boleto. Otros concursan o logran ser invitados por sus logros en el trabajo.

Por un momento, 400,000 personas ponen su atención a la pista y disfrutan de los rebases, la estrategia y la adrenalina de la Fórmula Uno.

 

Si se da una vuelta por las afueras del circuito de los hermanos Rodríguez se dará cuenta de la gran organización del evento que hay, pese a muchas personas que se les sube lo “fifí”. Oficiales de tránsito y de seguridad desde muchas cuadras antes de donde se lleva a cabo el evento, un circuito de autobuses que rodean el autódromo, una zona Uber donde se podía conseguir uno de estos vehículos en menos de 8 minutos, el servicio de metro puntual y lleno de asistentes, una increíble coordinación de los organizadores con las autoridades de la CDMX para lograr un evento de clase mundial.

La inauguración con motivos mexicanos, los aviones y los helicópteros de nuestras fuerzas armadas surcando los cielos del autódromo como muestra de lo que tenemos en el país. Fiesta y algarabía, un evento que año con año queda mejor, sin dudarlo.

 

Logró el gobierno federal y el gobierno de la CDMX minimizar su inversión y los organizadores lograron, aun así, un gran lleno y un evento envidiable. No se necesita que el gobierno invierta en un evento privado para que funcione y reditué. Sí se necesita que el gobierno apoye en cuestión logística como con la seguridad y los oficiales de tránsito, pero fuera de eso, lo demás fluyó de una manera increíble.

Abundaron los memes donde reprochaban la entrevista que le hizo la jefa de la CDMX a Sergio Pérez, piloto mexicano de F1. Una tontería, pues gracias a que hubo restricción de presupuesto ese se pudo aplicar en otras cuestiones. Además, también se desaparecieron muchas oportunidades de corrupción al no asignar cuestiones logísticas a empresas privadas por parte del gobierno de la ciudad o del federal. Bien por Claudia Sheinbaum y por el gobierno federal.

 

Si usted le pregunta a cualquier asistente extranjero si notó alguna diferencia con las anteriores carreras, seguramente le dirá que no, el evento estuvo tan espectacular como siempre y sin cargo al erario público.

 

¿Qué otras cosas reflejó? Pues como he comentado, se reflejó que los mexicanos pueden hacer eventos de clase mundial, que se puede tener una excelente coordinación entre el gobierno y la iniciativa privada para lograr cosas en conjunto. Y que si hay algo que sabemos hacer los mexicanos es mostrar nuestros colores al mundo.

También hay prietitos en el arroz, políticos que deberían de vivir con austeridad republicana aprovechando invitaciones al evento, críticos insaciables de los gobernantes actuales que golpearon durísimo la decisión de no invertir en el evento y que aun así asistieron. De los asistentes, muchos dejando basura fuera de las instalaciones de la carrera, cruzando por donde no se debe o poniendo en peligro bebiendo de más y conduciendo.

 

Al final, la conclusión de la carrera fue también espectacular y se tendrá este evento hasta el 2022, donde seguramente habrá una renovación de contrato, pues no hay nadie en el mundo que ponga tanto ambiente y le de tanto color a las carreras de Fórmula 1 como lo hace México.