La urgencia de un cambio profundo

Lo primero que he dicho cuando me siento a discutir un asunto con un Juez de Distrito, un Magistrado de Circuito, con un Ministro de la Suprema Corte, es que confío plenamente en el Poder Judicial Federal, que son la instancia a la que llegamos para combatir las constantes atrocidades de las autoridades y juzgadores locales; incluso he señalado que espero se comporten como el juez Hércules de Dworking, sobre todo cuando los asuntos traen el contrapeso político o económico contrario.

He tenido la oportunidad de conocer y discutir con grandes juzgadores comprometidos con su labor, y por allí quiero comenzar, por reconocerles, para dejar muy claro que no es una generalidad el tema de la falta de autonomía judicial, pero ello no puede ser un elemento para dejar de observar y denunciar la urgencia de un cambio profundo, real, que no solamente genere seguidores dando vueltas en rededor de un tótem, de conceptos vacíos de contenido o medios vacíos, porque eso tampoco ayuda a la discusión, hablar de autonomía con puritanismo y con la espada en alto nos hace dogmáticos, no nos invita a la reflexión.

Todos los abogados litigantes saben que hay despachos que se jactan de conocer a tal o cual juzgador, lo venden como parte de sus servicios; en ocasiones promueven amparos múltiples para buscar que caiga el asunto con el juzgador susodicho, por eso tuvieron que hacer los turnos electrónicos y aleatorios, porque esa es una realidad que hemos vivido, pero tenemos que decirlo, pues había juzgadores metidos en ese entramado corruptor, no hay autonomía pura.

Juzgadores sometidos a presión política

Los juzgadores federales están sometidos a la presión constante de los poderes políticos y económicos, en los estados los consejeros jurídicos de los gobernadores se la pasan haciendo antesala para presionar los asuntos que son de interés del gobernante en turno, es decir, su “autonomía” no está siendo cuestionada sólo por el dicho del Presidente en este momento, debería hacerse un escándalo real cada vez que tienen esas presiones en los Estados, por los agentes económicos.

He peleado contra grandes capitales y poderes políticos, he tenido que ir con cientos de trabajadores a la puerta de un juzgado a gritarle al juez que no se venda, que conozca la realidad, que no se deje presionar, de cuestionarlos ante la Judicatura para que sepan que no nos vamos a dejar, he tenido en consecuencia respuestas favorables si, pero muchas de esas con miedo en sus argumentos, sin tocar los puntos importantes, la mejor salida en ocasiones es buscar una violación procesal para zafarse del asunto, esa es la verdad y cualquier litigante lo puede confirmar.

He visto a una magistrada tratar de forma grosera y déspota a un trabajador que va a pedir justicia porque perdió la pierna en una máquina y el patrón lo sacó a la banqueta para no reconocerle su accidente de trabajo, la he tenido que pararla en seco, pues cuando vamos a un juzgado no lo hacemos humildemente para pedir justicia, lo hacemos con toda la dignidad humana que tenemos sobre nuestros hombros.

México requiere de jueces hechos de palo de fierro, duros en su labor justiciable, como hay muchos y son muy honorables, pero ante un juez timorato y/o vendido se le debe denunciar, el tótem de la autonomía no aporta un halo de pureza que los arrope por su nombramiento, son sus actos los únicos que podrán defenderles. 

Necesitamos darles herramientas al Poder Judicial Federal, darles recursos materiales y humanos para que puedan hacer su labor, están cargados de trabajo, capacitarlos e incluso darles escoltas si están conociendo de asuntos peligrosos, de las mafias, todo el apoyo, pero también les vamos a reclamar compromiso como contraparte, cuando los nombran en su autonomía no es ponerles el yelmo mágico, el tarnhelm de Wagner, serán sus actos los que confirmen esa autonomía, en un constante hacer. 

Señalemos, reconozcamos, denunciemos, crezcamos juntos como sociedad jurídica, pero sin tótems, sin dogmas, viéndonos a los ojos con la igualdad que nos da el ser mexicanos.

Vladimir Ricardo Landero Aramburu. Maestro en Derecho por la UNAM.