Todo inició con el viernes negro, hasta entonces los universitarios asumimos un rol que, ante una situación de silencio social, nos puso a la cabeza de un movimiento sin precedentes para el mundo estudiantil contemporáneo. El maestro Monsiváis es enfático: “No hay generaciones, hay actitudes”. La actitud de rebeldía ha iniciado un despliegue de conciencia impresionante, ya no para protestar contra banalidades, ahora luchamos por los valores propios de un tiempo donde la libertad es primordial y la represión, remedio usado otrora para proveer una falsa ilusión de seguridad, es considerada el mal a vencer. Las redes sociales han potenciado la capacidad de expresarnos, de transmitir el sentimiento de lucha y de indignación ante una realidad que prefiere callar para no incomodar. Basta de vivir con miedo, basta de ser considerados parias por ser estudiantes, por la capacidad de criticar (sin disimulo) las paradojas e incongruencias que sufren millones día a día.

Los medios informativos que sirven a intereses empresariales han denostado este movimiento hasta el cansancio. Nos llaman porros, acarreados, interesados, e incluso delincuentes. Ejemplos encontramos muchos: los titulares del periódico Milenio, los de la empresa OEM, caricaturas de Paco Calderón (monero al servicio de la oligarquía) burlándose de los estudiantes universitarios, incluso (y he de decir que con mucha decepción) el mismo Armando Fuentes Aguirre “Catón”, quien en una columna se dedicó a ensalzar al candidato priísta obviando los acontecimientos de Atenco y al día siguiente destacó el mal comportamiento de los universitarios en la Ibero. Podría seguir pero no vale la pena publicitarlos, de eso se encargan quienes buscan ocultar la verdad.

Hoy es una fecha histórica, universidades públicas y privadas se unen para dar un mensaje nacional. Hay quienes no creen en las marchas, es respetable, pero también es digno de admirarse el esfuerzo de movernos físicamente, de enseñar con un signo multitudinario que nos interesa la buena información, la transparencia, la justicia, la posibilidad de expresarnos sin temor a represalias. Esta tarde decidimos renunciar a la etiqueta de ser una generación indiferente, ambigua e indecisa.

Carlos Loret de Mola (otro periodista cómplice de la ignorancia televisiva) intentó exhibir a los estudiantes de la Ibero que fueron a su noticiero, pretendió exponer al movimiento como una organización espontanea sin liderazgo. Los alumnos respondieron debidamente, no son necesarios rostros al mando porque podemos organizarnos de manera colectiva. Cada universitario es un líder aunque, a diferencia de los políticos corruptos, no necesitamos de máscaras para ocultar nuestros actos. La razón es simple: lo que hacemos es bueno y necesario.

La revolución que viene tiene muchos retos por delante. Estos retos no son obstáculos, en todo caso oportunidades para mejorar una Patria deteriorada por intereses mezquinos. No daremos ni un paso atrás porque el miedo ya no nos paraliza. El cerco mediático será transformado para ser libres e informados correctamente, desde las aulas hasta los hogares.  Sin distinción partidista, religiosa o de otra índole porque nadie ni nada nos manipula. Hoy, gracias a los estudiantes, inicia la pacífica revolución que el pueblo mexicano tanto necesita.