Ya terminó la administración del presidente Peña y hay innumerables éxitos logrados, pero también fracasos por los que, por realidad o percepción, fuimos castigados; la historia juzgará los resultados del gobierno que terminó.

Por ahora, el PRI está adaptándose.

Hemos iniciado una etapa de cambios profundos porque, si algo es inmanente al partido, es la capacidad de cambiar sin dejar de lado nuestra ideología, valores y principios.

Hace unas semanas, la Comisión de Diagnóstico dio a conocer sus conclusiones sobre la jornada electoral. Fue un análisis crudo, frío, pero claro y conciso que nos da un panorama general de las razones, errores y omisiones y donde se resaltó que: la estructura interna del partido estaba fracturada, que la multitud de propuestas discordes generaron una anarquía programática y junto a los órganos de representación local desmantelados, ocasionó que los priistas no se sintieron representados y muchos sufragaran por otras opciones.

Al mismo tiempo, vislumbramos las reformas necesarias para renovarnos; para hacernos un partido más democrático, plural, abierto, y no contemplativo al cambio; un partido que se cimente en los grandes impulsos que le ha dado a México, pero que no se ancle a ellos. Así como Newton escribió: si he visto más lejos es porque estoy sobre los hombros de gigantes; los priistas debemos ver que el gigante es nuestro partido donde tenemos grandes hombres, ideas y propuestas donde pararnos.

En la reunión de actualización del programa de acción del partido se plantearon los pasos para reestructurarnos. En unos meses estaremos de lleno en los 5 procesos electorales, en el festejo de nuestros 90 años y en la renovación de nuestra dirigencia y, por eso, la presidenta Ruiz Massieu recalcó algunos avances para competir con miras a la victoria: se redujeron los Comités directivos estatales vencidos (21 a 11) y más de la mitad de los consejos políticos estatales están conforme a periodos estatutarios.

En Aguascalientes y Durango, con elección local próxima, los consejos políticos acordaron una elección abierta y transparente con la participación de la militancia y cuidando la paridad de género.

En Baja California, el candidato será elegido por los simpatizantes y militantes. Es indudable que estamos llevando a cabo la reestructuración del partido porque necesitamos tener uno con mayor visión y dimensión política; que no piense sólo en la coyuntura y en el oportunismo político, sino que sea garante de la integridad institucional. A pesar del resultado electoral, somos un partido con fuerza política en toda la República: 12 gubernaturas (36% de la población nacional); tercera fuerza en el Congreso de la Unión y con presencia en todos los congresos locales y ayuntamientos. En innegable que nuestro partido tiene la capacidad y la base militante para seguir influyendo en el camino a seguir; un partido que responda a las demandas y necesidades de los mexicanos; con la sensibilidad para comprender que los cambios son necesarios, pero con la inteligencia para optar por uno congruente, viable y con altitud de miras.

Estamos en un momento intenso en que somos la tercera fuerza política y en el que el presidente de la República dejó de ser de nuestro partido; sin embargo, no podemos dudar que los cambios que está llevando a cabo Claudia Ruiz Massieu son necesarios. Todos los priistas sabremos estar acordes con la nueva realidad de ser oposición y encaminar al partido hacia nuevas formas de hacer política, con responsabilidad con su militancia y la necesaria firmeza para mantener nuestros principios.

El periodo de la presidenta al frente del PRI no será largo, pero con la refundación de los vínculos con la militancia, con la responsabilidad y firmeza en su conducción, será un periodo intenso que guíe al partido por el camino de volver a ser la opción política viable: el PRI, sin duda, volverá a gobernar.