El candidato presidencial de Nueva Alianza, Gabriel Quadri de la Torre, apareció en el debate de candidatos presidenciales como un inesperado personaje con fuertes olores a candidato ciudadano, o más apegado al diccionario político, un aspirante surgido de la sociedad, independiente de los protocolos de la partidocracia mexicana y sin ninguna aproximación a su innegable condición de instrumento de Elba Esther Gordillo.
Con el desparpajo con el que hablan los que no tienen nada que perder y sí mucho que ganar, Quadri participó en un debate acartonado, lleno de cuidados políticos (eso significa que los actores Josefina, AMLO y Peña Nieto jugaron, cada quien en su estilo, a no ser los perdedores) y en el que apenas se presentaron escarceos de acusaciones (qué mal se vio Josefina haciéndole al policía chino con su ininteligible impronta de versión Colonia del Valle de la Santa Inquisición o del inspector de la Pantera Rosa tratando de politizar el asunto Paulette) y todavía no se atrevieron a plantear propuestas controvertidas, legalización de las drogas, combate al crimen organizado, privatizaciones sí o no, etc, que no pueden ser considerados estrictamente estructurales, pero que condicionan el crecimiento de México tanto como el dersempleo, la pobreza, la falta de financiamiento y la salud y la educación en niveles deplorables; pero que ocupan los principales puntos de la agenda nacional desde hace ya algunos años en México.
Quadri se fue por la libre.
Y le fue bien.
Si en el segundo debate vuelve Quadri a ponerle el cascabel al gato; Nueva Alianza, que finalmente le dará una patada en el trasero después del recuento de los votos de julio próximo, estará en la posibilidad de triplicar su presencia en la cámara de diputados y tal vez pueda meter hasta un senador.
Sudarán la gota gorda para alcanzar al partido de Gordillo membretes como Movimiento Ciudadano, franquicia del pillo de Dante Delgado, del PT de Alberto Anaya y posiblemente los Verdes, aún con el apoyo del efecto Peña, pudieran bajar a la condición de ser la quinta y ya no la cuarta fuerza política nacional.
Quadri está poniendo en peligro cacicazgos políticos, y su mecenas Elba Esther Gordillo, detenta uno de los mayores fenómenos sociales en ese rubro a través de manejo patrimonialista del SNTE. Por eso ya está etiquetado en la bolsa de valores de Elba, como una acción a la baja. En caída libre, después de los comicios, sin importar el número de votos que le consiga al membrete de la maestra.
Quadri por supuesto no ganará las elecciones presidenciales. Pero podrá, involuntariamente, reacomodar la correlación de fuerzas en el ámbito de la chiquillada política del espectro partidista mexicano.