Nadie puede dudar que Pemex es indispensable para México. 

Por eso, es positivo que se hayan dejado de lado los discursos contrarios al neoliberalismo y se actúe en función del mercado. Lo contrario sería anticipar una crisis nacional.

Los hechos.

Pemex, con pasivos del orden de los 106 mil 500 millones de dólares y supera por 18 mil 890 millones de dólares a la brasileña Petrobras, que hasta hace unos meses ocupaba el primer lugar, pero se reconvirtió y tiende a ser positivamente ejemplar.

El refinanciamiento otorgado por HSBC, JP Morgan y Mizuho de manera sindicada le permitirá a la petrolera ampliar de 5 mil 500 millones a 8 mil millones de dólares, que originalmente se pagarían en 3 años y el plazo ahora será de 5 años.

Pese al deterioro en el que se encuentra Pemex por corrupción, derroche y una ineficaz reforma estructural, el costo de esta línea de financiamiento fue a tasa Libor (2.50 por ciento) más una sobretasa 2.35 puntos, lo que formalmente significa un rédito de 4.85 por ciento anual.

Lo sobresaliente de este crédito es su carácter revolvente, que es equiparable al de una tarjeta de crédito que se hace efectivo cuando se ejerce y se renueva si se cubren los compromisos en el plazo convenido. 

Con esto, se elimina su imagen global de insolvencia. Además de que la garantía de esta operación es la del gobierno mexicano y por eso la suscribió el presidente López Obrador.

Nada más, pero nada menos.

Otro asunto destacable es el cambio del régimen fiscal mediante el cual Pemex ya no pagará el Derecho de Utilidad Compartida por el equivalente a la producción de 400 mil barriles diarios de petróleo.

Eso significa un “sacrificio” para el erario del orden de 30 mil millones de pesos este año, con lo que se le proporciona un respiro importante para que afronte su responsabilidad productiva y administrativa.

Aunque los problemas para Pemex y para México se atenúan, no terminan.

Perspectiva.

Para dimensionar lo que tenemos enfrente, conviene comparar la situación de la petrolera mexicana frente a la de Brasil que ha pasado por situaciones similares. 

A finales de 2018 y con base en un análisis puntual del mercado global, Petrobras replanteó su plan de negocios de manera radical que le permitió frenar 4 años consecutivos de pérdidas y en el primer trimestre de 2018 logró ganancias por poco más de mil millones de dólares, 92 por ciento más que en el cuarto trimestre del año anterior.

¿Cómo lo hizo? Con una agenda de transformación estratégica que se aplicará entre 2019 y 2023 basada en la venta de activos e inversiones improductivas, además de asociaciones con empresas petroleras internacionales.

Por efecto de las desinversiones Petrobras pretende reducir sus pasivos en unos 8 mil 100 millones de dólares en 2023. 

Entre enero y abril de 2019 la cancelación de inversiones improductivas generó mil 300 millones de dólares, operación que incluyó la venta de su refinería tejana de Pasadena al gigante estadounidense Chevron por 467 millones de dólares y hay más.

También se aprovechó la asociación estratégica con otras refinerías internacionales altamente tecnificadas para llevar gasolinas a Brasil, lo que compensó la caída del precio internacional del crudo; se vendieron edificios en Sao Paulo y Río de Janeiro, además del cierre de "varias oficinas fuera de Brasil", en Estados Unidos, México, Libia, Angola, Nigeria y Japón, entre otros. 

Lo ganado mediante este plan de negocios se canaliza a la exploración, explotación y producción, a dar mantenimiento a los campos antiguos, al tiempo que se mejorará la operación de las áreas nuevas en un esquema de disciplina administrativa, cancelación de obras sin rentabilidad social para el corto y mediano plazo, análisis riguroso del mercado internacional, atención de la deuda y sin recurrir a sacrificios o subsidios fiscales.

Frente a la competencia global, es claro que a Pemex le hace falta un plan de negocios racional que trascienda el chovinismo y que, en lugar de sacrificar recursos fiscales, se oriente a la exploración y producción que le dieron fortaleza internacional para que, hacia adelante, forme parte de una política pública convincente para la generación de oportunidades sociales.

En esta línea ¿Por qué no comprar refinerías productivas en Estados Unidos, en lugar de construir Dos Bocas?

@lusacevedop