En estos días de festejos y de puente para algunos, las redes sociales han estado muy movidas.

Leemos palabras de festejos, de comentarios alegres y sobre todo, muchas, muchas quejas.

Los tuiteros, jóvenes en su mayoría, agarraron un estribillo que repitieron hasta el cansancio: ?Nada que celebrar?. Algunos hablaban de la carestía, otros de la ?falta de independencia? (tuiteando desde sus dispositivos móviles en la comodidad de su casa), algunos más, en el transcurso del día de ayer, alegaban que el presidente es un ?traidor a la patria?  por la aprobación de las reformas estructurales, y por supuesto, no faltaron las fotos de los ?acarreados? y los abusos que se cometieron en el Zócalo capitalino, donde niños, adultos, personas de la tercera edad y discapacitados fueron revisados minuciosamente para poder entrar al festejo.

Más tarde el atuendo de la primera dama fue objeto de burlas y comentarios, así como la llegada de la hija de ésta al centro de la ciudad, siendo detenido el convoy en el que viajaba por un grupo de inconformes que pedían ?que se bajara? , ?que la revisaran? y le gritaron una serie de improperios que, a mi parecer, no tenían mucho sentido.

Cuando hay eventos de este tipo o cualquier suceso que sea objeto de comentarios en la sociedad, me llama  la atención la forma en que las redes sociales son utilizadas por muchas personas.

Twitter y Facebook, las más populares y las que consideré hace tiempo serían un importante instrumento de comunicación y hasta de protesta, son utilizadas muchas veces de manera tan mecánica que llegan a resultar tediosas por ver en todos lados las mismas fotos, los mismos comentarios, las mismas expresiones. Basta que alguien dé una noticia que se considere viral para que ésta se riegue como pólvora y sea copiada por miles de personas que sólo repiten lo mismo, dejando de lado por completo la creatividad.

Y no es que esté mal opinar. Somos un país libre (sí, aunque muchos dijeran ayer lo contrario), donde se puede decir lo bueno y lo malo, pero cuando la inventiva y el buen gusto se quedan de lado estas opiniones pierden su sentido original, se desvirtúan y sólo se convierten en sonsonetes aburridos.

No niego que las redes sociales son en verdad un gran instrumento. Si se usan no sólo para criticar o saludar o perder el tiempo pueden tener una fuerza incalculable y ser una herramienta de denuncia muy valiosa.

Ya lo vimos en días pasados con el panista queretano que insultó Ronaldinho, donde las quejas y protestas en este caso sí estuvieron justificadas. Pero quejarse porque sí no lleva a ningún lado. Creo que estas fiestas patrias transcurrieron con total tranquilidad, asistió al festejo quien quiso ir, celebró quien quiso celebrar y no hubo sucesos mayores que lamentar. Ojalá que quienes se empeñan en ver todo mal tuvieran cinco gramos de honestidad y reconocieran que la diversidad es justo lo que enriquece un país, que no todos pensamos igual y que cada quien vive y festeja de acuerdo a su esquema de creencias y posibilidades.

Mientras las cosas sigan transcurriendo en calma siempre habrá algo que celebrar. ¿No creen?

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