Enseguida presento lo más sobresaliente de la conferencia de prensa de Joaquín Vargas, accionista de referencia de MVS, acerca de su conflicto con el gobierno de Felipe Calderón por la banda 2.5.

El año pasado a Joaquín Vargas le molestó que Carmen Aristegui sugiriera, en su programa de radio, que Felipe Calderón debía probar si era alcohólico o no.

A algunas personas en Los Pinos también molestaron, bastante más, los comentarios de Aristegui.

El gobierno usó lo expresado por Aristegui para entorpecer negociaciones con el señor Vargas relacionadas con la ya muy popular banda 2.5.

Probablemente Televisa estaba detrás de los obstáculos que le ponían a Vargas para dejarle operar esa banda. Pero a la SCT le sirvieron como pretexto unas palabras, que no eran para tanto, de la periodista.

Como Vargas vio en riesgo un negocio multimillonario decidió aceptar la propuesta del gobierno de que Aristegui se disculpara con Calderón por lo del alcoholismo.

Aristegui, prudente y amable con el dueño de la estación de radio en la que trabaja, aceptó disculparse sin retractarse. Todo un arte, sin duda, que los buenos periodistas dominan. Carmen iba a hacerlo bien. Pero…

El gobierno, con ganas de meter en problemas a Vargas, le entregó a este empresario un texto absurdo para que Carmen lo leyera.

Aristegui no quiso leer el texto redactado por alguien en Los Pinos. Es decir, no permitió que la pisotearan.

Entonces Joaquín Vargas, presionado por el entonces secretario del Trabajo de Calderón, Javier Lozano, despidió a Aristegui.

Mucha gente protestó en las redes sociales por esa arbitrariedad. Es que, la verdad sea dicha, no era para tanto. Aristegui solo había preguntado si Calderón era alcohólico o no y había pedido a Los Pinos que se aclarara el tema.

Como fue realmente grande la protesta por el despido de Aristegui, se convirtió en un problema para el gobierno, que se deslindó.

Por cierto, después del despido de Aristegui, el señor Vargas quiso reunirse con representantes del gobierno para ver su asunto de la banda 2.5, pero no le hicieron caso.

Vargas entendió que, después del despido de Aristegui, su relación con el gobierno había quedado peor que como estaba antes.

En el gobierno le pidieron a Vargas que exhibiera a Aristegui como mentirosa (al equipo de Calderón y al propio Calderón no les bastó con el despido) antes de seguir viendo lo de la banda 2.5.

Vargas entendió que con nada iba a dar gusto al gobierno y, sinceramente arrepentido por haber despido a una periodista honesta, la recontrató.

En el gobierno, a través de Javier Lozano, le dijeron a Vargas que si recontrataba a Aristegui se lo iba a llevar la chingada.

Y, año y medio después, se cumplió la amenaza de Lozano a Vargas: se lo empezó a llevar la chingada cuando el gobierno le quitó la banda 2.5.

En esta historia, la única que queda a salvo, con su prestigio intacto, es Carmen Aristegui.

Ya lo de menos es la mala lecha con la que ha actuado el (afortunadamente) agonizante gobierno de Calderón.

Lo relevante es preguntarse quién se va a quedar con la banda 2.5. El gobierno de Enrique Peña Nieto, en algún momento, la entregará a alguien. No sobran inversionistas para una empresa tan costosa. Pero los hay en México y en el extranjero. Escandaloso será si se la queda Televisa. Ojalá que Peña Nieto y sus colaboradores hagan lo correcto.