Luego que el actor Gael García Bernal subiera el tuit: “Dan ganas de clausurar el país a cada rato. Qué tristeza. Cada feminicidio, cada asesinato, cada injusticia en contra de niños y viejos. Terrible lo que sucedió ayer. Lo que sucede diario, carajo. Qué tristeza”, La Organización de las Naciones Unidas le puso sellos de clausura a nuestras fronteras. Estas son las consecuencias.

 

Ahora se la pasa pernoctando en sus casas de Londres, Madrid y Nueva York, hasta que quiten los sellos. Mientras, para no sentirse tan lejano, se entretiene opinando de política nacional desde Twitter.

 

Unos gringos abusados reabrieron la ciudad más decadente, barata y viciosa del país, en su zona turística menos visitada, donde el “ice” ahora sí es de “a devis”. Por inauguración, dan entradas gratis para el show de sexo con burritos.

 

Como pusieron los sellos antes de que salieran del país feminicidas, asesinos, narcos y políticos corruptos (salvo Emilio Lozoya, Peña Nieto y Romero Deschamps), ya hicieron su desmadre en todo el territorio, al que se sumaron Javier Duarte, Rosario Robles y la “Mataviejitas”, liberados por sus compinches sin pagar ni un peso de fianza. Los niños y viejitos se la mientan a Gael.

 

Los “springbreakers”, sin Cancún, prefieren estudiar antes que pasar sus vacaciones en Disneylandia. Ahora ya saben cuánto es dos más dos, quién descubrió América y que la Tierra gira alrededor del Sol.

 

Como los salvadoreños, guatemaltecos, hondureños y demás indocumentados de Latinoamérica no pueden cruzar por México, bajan por el Polo Sur, suben por África, cruzan Europa, dan la vuelta por el Polo Norte y entran por Canadá a los Estados Unidos. Ahora Trump corretea hispanos, árabes, africanos, gitanos, rusos, hooligans y mimos parisinos.

 

Un Presidente Municipal bien pedo, acompañado de cuatro guaruras, una teibolera y unos mariachis, quitó los sellos, disparó al aire y dijo: “¡Aquí no ha pasado nada, que siga la fiesta!” Ahora está compartiendo celda con Julian Assange.