Una diosa del cine

Cuando era un púber de los años setenta, Isela Vega representaba para mí a una Diosa del cine cachondo, “solo para adultos” (tipo Edwige Fenech y Gloria Guida), en salas cinematográficas dónde te pedían identificación para comprobar tu edad.

Más tarde descubriría su talento en películas como “Las reglas del juego”, “Tráiganme la cabeza de Alfredo García”, “La Viuda Negra”, “Fuera del cielo”, “La Ley de Herodes”, “Las horas contigo”, entre otras cintas, además de su estupenda labor en teatro y televisión.

Comediante malhablada 

Sin embargo, una de sus mejores facetas (y probablemente la menos aplaudida), sea la de comediante malhablada.

Dentro del humor, los comediantes más snobs se autodefinen como hacedores de “humor inteligente” (una de las cosas más nefastas del Universo, después de la carne de soya), y se subestima el “slapstick” (humor físico, de golpes, caídas y “pastelazos”) y el humor vulgar.

Normalmente, estoy en contra del recurso fácil de soltar malas palabras para hacer reír (particularmente, en comedias cinematográficas y shows de stand up… Salvo que el cómico sepa hacerlo, como Jorge Arvizu “el Tata” y Polo Polo).

Cinéfilos finolis y rififís

Las “sexycomedias” de los años 70 y 80, eran películas malísimas (hechas al aventón, filmadas en una semana, con guiones escritos en tres días, de pésima factura), pero, honestamente, sus cómicos vulgares eran realmente efectivos. Por encima de todos, sobresale Alfonso Zayas (con sus caras de cachondo reprimido), pero también brillaron Rafael Inclán, Pedro Weber “Chatanooga”, Lalo “el Mimo”, “El Caballo” Rojas, “El Flaco” Ibañez, César Bono, Luis de Alba, “Polín”, el “Güero” Castro, entre otros.

Los cinéfilos finolis y rififís, tacharán a esta cuadrilla humorística de albureros chafas y sexistas, pero ¿qué creen? Una mujer destacó en las tablas del burlesque (antesala del “Cine de ficheras”): Isela Vega.

Herencia de las carpas de principios del siglo pasado, a mí todavía me tocó, en mi juventud, sentarme en las piojosas butacas de los burlesques: El Teatro Garibaldi y El Olimpia, en el México Distrito Federal de los años ochenta, junto a maestros mecánicos y albañiles, deseosos de manosear a las bailarinas que hacían pasarela y “rostizar” a los cómicos, gritándoles insultos y albures: “¡Ese güey es puto!”, tan solo para ver cómo contestaban. Ceremonias ligeramente salvajes, pero tremendamente liberadoras para la clase trabajadora.

Allí vi a “Serapio”, “Polín”, “El Tata”. Algunos respondían cosas muy graciosas, otros ya tenían muletillas para responder a cualquier grito: “¡Tenías qué ser tú, hijo de tu pinche madre!” y “¡Ah! ¿Ya llegaste mi amor?”

Liliana Felipe y Jesusa Rodríguez

Los sketches normalmente tenían un tinte político, ya sucedieran en una delegación de policía o en un cuarto de hotel, era infalible la lluvia de mentadas cada vez que se mencionaba a un político (los burlesques fueron desplazados por el “teibol”, pero mucha de su picardía la recogió el cabaret actual, aunque un poco más intelectualizado). Su legado al cabaret, quedó sellado con la canción “Isela Vega o la filosofía Zen”, de Liliana Felipe y Jesusa Rodríguez.

Isela Vega fue una mujer muy inteligente e ingeniosa (no en balde, además de actriz, fue guionista y productora); de una mente ágil (Manolo Caro, hace un par de años, le permitió improvisar en “La Casa de las Flores”, donde acuñó la expresión: “¡Adiós, pirujas!”, que se hizo meme).

La sonorense tomó por asalto un espacio básicamente masculino, para burlarse de los hombres en su jeta. Recuerdo una fotografía que le tomó la gran fotógrafa Paulina Lavista, para “Su otro Yo”, en la que Isela Vega abría las piernas desde el escenario, frente a un montón de rostros excitados y perplejos.

Sus shows, en cierto modo fueron un antecedente de la Gloria Trevi que encueraba varones. Isela, primero los provocaba y luego se burlaba de ellos, participando, totalmente empoderada, del ritual de gritos y respuestas. Le gritaban: 

-“¡Pelos!”<br>-Respondía: “¡Pelos los que te hacen falta en el coco!”<br>-Le gritaban: “¡Mamacita!”<br>-Respondía: “¡No sabía que tuviera hijos tan pendejos!”, o <br>“¡Te voy a adoptar, nomás por el placer de madrearte todas las noches!”

Isela Vega.

Recuerdo cuando le dieron el Ariel de Oro por su trayectoria, en el Palacio de Bellas Artes, en el 2017, y en su speech de agradecimiento, campechanamente se agandalló el micrófono y estuvo cotorreando largos minutos, como si estuviera platicando en la sala de su casa; todos fascinados y muertos de risa, sin que nadie se atreviera a cortarla.

Vaya un aplauso a Isela Vega, y a todas las personas que hacen comedia con vulgaridades.