Cuando trabajé en Milenio Diario, una vez me encontré un anillo matrimonial sobre el lavabo del baño. Como no tengo por costumbre adueñarme de lo que no me pertenece, lo entregué en la recepción.

Pocos días después, el propietario del anillo fue a darme las gracias, y me dijo: “Qué bueno que lo encontraste, se me hubiera armado una bronca en mi casa si lo pierdo”. Pensé, “con el trabajo y los problemas que uno tiene, cualquiera puede olvidar cosas en el lavabo: lentes, dentaduras postizas, anillos matrimoniales”, y no le di mayor importancia.

Como consecuencia del movimiento #MeToo (que iniciara en Estados Unidos, denunciando el acoso sexual laboral en Hollywood), en México surgieron varios grupos contra escritores, músicos y periodistas, acosadores; el grupo Periodistas Unidas Mexicanas PUM, en Marzo del 2019 publicó el nombre de aquel colega que alguna vez perdiera su anillo, acusado de hostigamiento y acoso sexual. Entonces reflexioné: “Quizás, más que olvidar su anillo, fue un acto fallido”.

Varios nombres de Milenio salieron a relucir. El caso más escandaloso fue el del periodista Edward Ilich Valdez Yáñez, quien golpeara a su expareja, la analista política de SDPNoticias, Frida Gómez. Quien con moretones en la cara, hizo su denuncia frente a cámara (hasta Milenio tuvo que dar un comunicado por televisión, anunciando que ese periodista se “retiraría temporalmente”).

En Agosto del 2019, Milenio Diario nos obligó a más de 200 trabajadores a firmar nuestras renuncias, advirtiéndonos que estábamos despedidos y que se nos dejaría de depositar nuestro salario. Como esa empresa (presuntamente “responsable”), no tiene empacho en apropiarse de lo ajeno, nos despojaron de la mitad de lo que nos correspondía, así que algunos demandamos a Milenio con abogados laborales.

Al elaborar nuestro historial, una compañera narró cómo, algunos editores, mandaban a cubrir notas y daban primicias a las compañeras que se dejaban seducir, y a las que no, simplemente las castigaban, sin darles nadas. Así mismo denunció los coqueteos que tuvo que soportar, acompañados de esa manía de quererla abrazar y besuquear.

El nombre otro “jefazo” de Milenio se hizo público en Twitter. Alguna vez, aquel individuo dio órdenes a la recepción para que no les permitieran la entrada a unas becarias (ni siquiera para recoger sus pertenencias), después de que éstas denunciaran a mandos superiores de acoso sexual; varios fuimos testigos de ello. También lo despidieron en Agosto, y acudió a nuestra primera cita con nuestros abogados (sospechosamente, pues ya había pactado con Milenio una cantidad de dinero; no tenía nada qué hacer allí). Para mí que este sujeto, además de machista, es “oreja”.

En twitter, una publicación de @PeriodistasPUM, fechada el 25 de Marzo del 2019, claramente acusa, sobre Milenio: “La cosa era que si querías fuentes o subir a reportera tenías que ir a la cantina con ellos”.

Me resultaba patético ver cómo, aquellos señores, acostumbraban salir con jovencitas a los tugurios que rodeaban la redacción. Haciendo honor a la verdad, a muchas chicas nadie las obligaba, acudían bajo su consentimiento, pero eso no le quita que las estuvieran denigrando.

La violencia sexual no siempre es un perro rabioso que muerde, también puede ser un lobo manso que da lengüetazos. Intercambiar sexo por chamba ensucia la profesión y a los centros de trabajo (que no debieran convertirse en casas de citas).

Corromper jovencitas, además, es artificial e hipócrita. Esos “chavorrucos” suponen que los demás los admiran por pavonearse con ellas, cuando todo mundo sabe que acceden para obtener beneficios.

Una chica que le quita su trabajo a otra (que es profesional, y no “suelta aquellito”, como dijera Niurka), daña a su compañera, daña a la empresa y se daña a sí misma, porque se está devaluando.

Esta Navidad, no quisiera estar en el lugar de aquella otra excompañera de Milenio, que despidieron estando embarazada, y quien para colmo tuvo que soportar el acoso de su superior.

Ahora que las mujeres se están manifestando contra la violencia de género (como ese magnífico movimiento “El Violador Eres Tú”), logren erradicar también el acoso sexual laboral.

El abuso hacia una chica no siempre ocurre en calles oscuras (como las que ahora previene Google Maps), sino también dentro de una iluminada oficina.