El día de ayer lo ocupé para realizar un pequeño sondeo acerca de la creciente violencia que azota Nuevo León, dicho ejercicio lo realicé con algunos familiares, docentes, amigas y amigos. Las preguntas eran sencillas y concretas: ¿Te sientes seguro en Nuevo León? ¿Crees que las autoridades actuales pueden revertir la situación? Las respuestas fueron muy parecidas, la mayoría respondía con un “no” a ambos cuestionamientos.  Rápido y fácil fue darme cuenta del hartazgo, miedo e incertidumbre con el que se vive en este estado norteño.

 

La situación actual parece no tener salida por el rumbo que llevamos, las piezas se mueven en el gabinete de Rodrigo Medina pero no pasa nada significante hablando de una mejoría en la seguridad del estado. El terrible acontecimiento en el Penal de Apodaca muestra la realidad en nuestro estado, vivimos en un Estado fallido, reina la impunidad y la injusticia, basta con ver cómo se depuran una y otra vez las policías en la sección de cuerpos operativos, pero nunca en su departamento administrativo.

 

Es frustrante, desesperante y muy triste saber que las actuales autoridades estatales todavía gozan de 3 años más al frente de nuestro estado. Es como mirar al abismo y tratar de encontrar una luz, así de difícil. ¿Merecen seguir viviendo de las promesas que hicieron en el 2009 nuestros actuales gobernantes? ¿Tienen derecho a seguir gobernando aunque no hayan mostrado la capacidad para hacerlo de buena manera? Ser gobernante es, claro está, un trabajo que conlleva responsabilidades enormes, y en cualquier labor, si no se da resultado se prescinde de dicha persona.

 

Veo como un claro ejemplo de incongruencia al actual sistema político en México, es posible elegir a nuestros gobernantes por sus propuestas de campaña, por hipótesis que hacen, mas no podemos removerlos del puesto si, con datos duros, vemos que no se desempeñan como prometieron en campaña. Una parte del artículo 39 del Pacto Federal dice “El pueblo tienen en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”, pero solo se dice, ya que no se cumple a plenitud del artículo antes mencionado.

 

¿Cómo podríamos modificar al actual gobierno?  En Nuevo León ni en México (A nivel nacional) existe la revocación de mandato, no pudiendo de esta forma desarrollarse a plenitud la democracia y que solo puede ser nombrada en México si le precede la palabra “supuesta”. Si aspiramos a transitar a la democracia y no quedarnos únicamente en “transición” es urgente una reforma de participación ciudadana donde se establezca el derecho al plebiscito y al referéndum para que la ciudadanía participe verdaderamente en la toma de decisiones.

 

La ciudadanía debe tener cierto margen de error en las elecciones, contar con la posibilidad de ratificar la confianza a una autoridad o corregir y revocarlo de su gestión para darle la oportunidad a alguien más. La vida pública del país seguirá igual si el próximo Presidente de la República no impulsa el referéndum y el plebiscito en la agenda política. Urge que México adopte las figuras de referéndum y plebiscito lo antes posible, así podremos entrar los ciudadanos al gobierno, mínimo como agente de presión.

 

Las dos formas de participación directa que mencionamos anteriormente deben servir para decir “ya basta” a las autoridades corruptas o ineptas – en ocasiones ambas – que ejercen su poder sobre una ciudadanía que ya no los quiere al frente de la administración estatal. En Nuevo León nos cansamos de pensar que faltan tres largos años para que termine el actual sexenio, con todo y que la gran mayoría está harto de lo que realizan o dejan de realizar los actuales gobernantes. Nos quedan tres largos años, imagínense.