Coordinación entre las fuerzas de seguridad, marina, ejército y policías, será el éxito de nuestra guardia nacional. Confianza en individuos a cargo de la institución encargada de nuestra protección y defensa, es total, de parte de nuestro gobierno. Cada uno de ellos y ella, garantizan a los ciudadanos que trabajarán con transparencia, honradez y esfuerzo inteligente, científico, dirigido por estrategia y planeación profesionalizada; sus diarias acciones basadas en el respeto a los derechos humanos de la población quien habrá de confirmarlo. Esto sonará como un sueño en un país cuyos índices de asesinatos sobrepasa lo arrojado por otras naciones del orbe en perenne conflicto armado. Pero éste nuevo gobierno sí quiere trabajar para hacer el sueño realidad y pacificar a México, ya ha comenzado a hacerlo ocupándose de las causas del abandono gubernamental para con su pueblo, logrará con éste ímpetu vencer a los corruptos, a los violentos y a los asesinos. La realidad, objetivamente, es que en cuatro meses el gobierno demócrata de AMLO ha adelantado cantidad para encaminar esta anhelada paz contra viento y marea crítica de celosos adversarios, porque se han percatado, a la par de oponérsele—sigue pataleando el ahogado-- de la extensa capacidad que está mostrando AMLO para gobernar.

Quien no logre verlo, se ofusca a sí mismo, está mirando la realidad por un lente retorcido. En el caso del periodista Jorge Ramos que como bien se pronosticó llegó a la conferencia mañanera a hacer “show” y a fungir de protagonista porque él “sí sabe cómo atacar siendo incómodo”. Pero ésta vez atacó con la premisa más ilógica de todas: echar en cara al presidente que su política de defensa nacional no ha surtido buen efecto cuando apenas iniciará su implementación dado que hubo que cambiar legislación para lograr ejecutarla. Con todo respeto para el señor Ramos, su pregunta lo expuso como un vil amarillista, falto de lógica reitero, de la natural paciencia que decentemente se requiere, de tolerancia al factor tiempo, al factor legal, en pocas palabras el periodista Ramos fue a imputarle al presidente la verdad numérica de muertes cada mes en nuestro territorio desde que llegó a gobernar, cifra que además no correspondía a la que sostiene el gobierno, pero independientemente de ello, su posición de gallo peleonero se percibió ridícula, un simple mamón protagonismo, además de tergiversadora de la realidad, porque la seguridad nacional no puede medirse, ni reclamarse, hasta mínimo pasados los seis meses de haberse implementado.

Si entrevistando a Maduro, Ramos tuvo éxito, al preguntar a nuestro presidente en su conferencia mañanera, fracasó. Y de este fracaso se colgaron algunos periodistas visceralmente antiAMLO como la señora Dresser—una ridícula animadversión disfrazada de libertad de expresión-- que les ha restado a tantos periodistas su credibilidad porque los hechos y los números, ante la mayoría de la nación y el mundo, prueban ser diferentes a sus dichos. Ni hablar.