El 31 de octubre de 2017, se cumplieron 5 siglos de que inició el movimiento protestante que cambió al cristianismo para siempre. Martín Lutero elevó su crítica a la iglesia y lanzó la reforma que articuló una teoría política contraria a la que había mantenido la iglesia a lo largo de toda la edad media. Esto provocó enfrentamientos.

Según Pancracio Celdrán: profesor y periodista español. En la reforma luterana o protestante y sus guerras de religión: católicos y protestantes vestían casacas, (“chaquetas”) de colores diferentes con forro cambiado; el de la casaca, protestante era del color de la casaca católica, y viceversa. 

Como deserciones y traiciones eran frecuentes, a quien se pasaba al bando contrario le bastaba con volver la casaca del revés, a fin de prevenir al antiguo enemigo de sus intenciones de abrazar su causa.

Se dice que de ahí viene la frase: “eres un chaquetero”

500 años después, en México; en las guerras llamadas campañas, los políticos “chaqueteros” (as) es una de las peores plagas. Saltan de derecha a izquierda y de izquierda a derecha. Del liberalismo al socialismo e inversamente.

Los políticos “rectos”, los “honorables”, los que qué aún no desertan, los califican: no como conversos, sino como ambiciosos inmorales que se pervierten y degradan por interés. Que su única ideología es el poder, y que no importa que les llamen infieles, desertores, traidores, deshonestos y desleales.

Advierten, que cuando “chaquetean”, lo hacen público, en rueda de prensa; lo urden como si fuera motivo de presunción; inhabilitan de su “chip” la vergüenza, y su deslealtad la quieren hacer ver como una actitud decorosa, digna, y, sobre todo, patriótica.

Un caso más, creo que es el más reciente:

Después de 23 años de ser una panista recalcitrante y deberle al blanquiazul todo lo que es; Gabriela Cuevas Barrón, renuncia al partido que la ha cobijado toda la vida. Se va a la izquierda. Se va con AMLO.

Una senadora: la mujer más anti peje en la Ciudad de México. Una legisladora que hasta hace unos días, era integrante de la bancada panista, que ha acusado a López Obrador de corrupto en múltiples ocasiones; que ha dicho que es un loco, un enfermo de poder, un mentiroso. Ella, junto con Federico Döring, constituyeron el flanco más rústico, irracional e insidioso del anti-lopezobradorismo panista. Gabriela Cuevas: una Lopezobradorfóbica

Después de habérsele negado, la candidatura a diputada federal, de manera abyecta; con una ambición que excede su orgullo y pundonor; el 21 de enero pasado, indicó:

“Quiero unirme al movimiento plural que ha convocado el licenciado Andrés Manuel López Obrador”. Increíble. No es falacia; “es neta”. Así lo dijo. Y hay más:

A los días, tragándose su soberbia comunicó: “me equivoqué en juzgar a Andrés Manuel López Obrador”. “Ya que es un hombre sencillo, que tiene un gran ánimo por solucionar los grandes problemas del país”. ¡Uf! ¿Ustedes le creyeron? Yo tampoco.

AMLO, en su pragmatismo, se dejó galantear, y con los brazos abiertos, con gestos de bondad y generosidad mesiánica pareció decir:

“Si alguien viene a mí, y no aborrece a su padre y madre, a su mujer e hijos, a sus hermanos y hermanas, y aun hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo”. Lucas 14:26

“Cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o esposa, o hijos, o tierras por mi nombre, recibirá cien tantos, y heredará la vida eterna”. Mateo 19:29.

Al final de cuentas, AMLO domina su juego. Sabe su negocio y conoce de deserciones; tiene muy claro que el felón no nace, se hace, y quién “chaquetea” una vez, “chaquetea” siempre.

Como es la tercera vez que le apuesta; ya lo dijo: “Los Pinos” o la “chingada”; y en esa insistente búsqueda del triunfo levanta lo que sea: de chile, de manteca, verdes, rojos, amarillos y azules. Es cuestionable, pero absolutamente legítimo.

Si el supuesto acuerdo fáctico con la maestra Gordillo; la alianza promiscua con el PES, y el levantamiento de tránsfugos panistas, perredistas, priistas y norteñas maquilladas de independientes, le ayudan a llegar a Palacio Nacional; lo demás es lo de menos:

El proyecto es primero. No importa que MORENA se convierta en una gran planta recicladora de escombros y cascajo.