Irreverente

Deslumbra con su porte en la toma de protesta de Joe Biden.

Esperé hasta ésta hora a que unos amigos muy apreciados que tengo en Washington me enviaran sus fotos sobre algunas peripecias alrededor de la investidura del 46o presidente de Estados Unidos, "Amtrack Joe" Biden, como le gusta que le llamen.

Prometo escribir otra vez sobre los motivos de tal mote -ya lo hice hace como un mes- para reflejar un ángulo muy humano de quien mandó a su casa en Mar-A-Lago, Florida, a Donald Trump y a Melania.

Les platico: seguramente algo se les ha de haber atravesado a mis amigos y tal vez las publicaré en los próximos días, porque no serán fotos-noticia sino más bien del ambiente que se vive en la capital norteamericana.

Una foto de esas sí incluyo aquí y fue tomada ni más ni menos que por la Embajadora Eminente de México en Estados Unidos, Martha Bárcena, desde el vehículo en que viajaba por las calles de Washington, donde se aprecian las vallas que prácticamente pusieron en estado de sitio las inmediaciones del Capitolio.

Como ya se dijo todo sobre la toma de protesta del segundo presidente católico en la historia de EU, voy a centrarme en lo primero que pensé cuando vi la elegancia, la dignidad y el porte de Michelle Obama en los actos protocolarios de esta ocasión que se da cada cuatro años en Washington.

Bueno, lo que pensé está en el título y en el abstract de éste artículo y sobran motivos para decirles que sobresalió de mucha de la gente que tuvo la desgracia de cruzarse en su camino -incluyendo a Barack, su marido- porque les opacó sin misericordia.

Michelle LaVaughn Robinson Obama cumplió años tres días antes de la ceremonia de asunción al poder de "Amtrack Joe".

No sé el nombre del diseñador de su atuendo ni si es de marca de esas de las pasarelas famosas de la moda.

Y sin que esas minucias importen, Michelle brilló como una diosa y fue ahí donde pensé que habiendo dos mujeres en la línea de sucesión de Biden, quien a sus 78 años es poquísimo probable que busque la reelección, Michelle podría ser la tercera, al lado de la vice presidenta Kamala Harris y Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes.

Aunque si tomamos en cuenta la edad de Nancy (81), la cosa quedaría solo entre Kamala y Michelle.

El nombre de la vice presidenta en este tema aparece de manera natural, por su puesto, y el de Michelle por el gran arrastre que se carga entre el electorado norteamericano.

Una encuesta dada a conocer tímidamente por mi contra parte de BigData que opera en Baltimore, Maryland, le dio a Michelle 7 puntos por encima de la popularidad de su marido, durante los últimos tres meses del segundo mandato de Barack.

La misma fuente reveló que cuando la célebre declaración de Michelle sobre que Donald Trump no merecía ser presidente de Estados Unidos, su nivel de popularidad fue muy cercano al que en esos momentos alcanzaba Joe Biden.

Y esto no es solo por el tema de su porte y de la dignidad con que ha llevado sus papeles como Primera Dama y como esposa de un ex presidente, ya de por sí muy popular.

Michelle es abogada, graduada con honores de la prestigiada Universidad de Princeton y de la no menos afamada Facultad de Derecho de Harvard.

Su versatilidad se demuestra con el hecho de que es parte de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias e incluso ganó un Grammy el año pasado otorgado al mejor álbum hablado.

Su libro "Mi Historia" causó furor y sigue siendo récord en ventas entre los personajes ligados a la política.

Siendo miembro del Partido Demócrata, no ha exteriorizado nunca si tiene aspiraciones políticas.

Pero viéndola ayer , estoy seguro de que a muchos nos hizo pensar que su trayectoria dentro y fuera de EU, bien podrían valerle la posibilidad de proyectarse como candidata a la presidencia.

CAJÓN DE SASTRE

"Por lo pronto, desde ahora, Michelle tiene mi voto", dice la irreverente de mi Kalifa, recordándoles a mis amable lectores que estoy casado con una ciudadana estadounidense, que en las pasadas elecciones mandó a Trump no a su casa, sino al rancho de López Obrador.