Leyendo el relato desde el Centro de Detención de Daniel Ramírez Medina, de 23 años, Dreamer y detenido debido a las nuevas políticas migratorias del Presidente Trump, viene a mi mente aquella canción de la obra musical Los Miserables, I Dreamed a Dream, "I had a dream my life would be, So different from this hell I'm living", pareciera que aplica perfectamente lo que está viviendo Daniel.

Traicionado por haber confiado en el Gobierno de Estados Unidos, para salir de las sombras y presentarse y decir: "Aquí estoy, tengo un sueño y quiero vivirlo en el único país que realmente conozco".   

Y ahora, su sueño se volvió pesadilla, un infierno de donde sus abogados intentan sacarlo y desde donde escribe, pero escribe triste.     Y la sombra del miedo ensombrece todos los días el futuro de los 750,000 dreamers que se siente amenazados, que confiaron.

No puede el Gobierno Mexicano defender a Daniel, ni el resto de los Dreamers, ni a sus papás, ni al resto de los millones y millones de extranjeros que valientemente dejaron a su país y ahora pareciera que la vida (y Trump) mató el Sueño que ellos soñaron, "Life killed the dream I dreamed", como dicen los versos de la citada canción.

Lo bueno de lo malo es que la sociedad civil, las Iglesias, las televisoras hispanas, las fundaciones se están organizando para poner un alto y sus voces si se van a oír y se van a oír fuerte y se van oír hasta Washington.    

No se vale jugar con la vida de los dreamers ni de ningún padre o madre de familia que sufren por el temor de ser deportados.

Trump ya hizo despertar a los soñadores y quizá deseará no haberlo hecho.  Veremos.