Este domingo 7 de septiembre se llevarán a cabo las primeras elecciones internas de un partido político organizadas por el Instituto Nacional Electoral (INE), cuando se celebre la jornada electoral perredista para renovar 320 consejeros nacionales, 3450 consejeros estatales y 1200 congresistas nacionales, como paso previo para que estos órganos decidan en octubre las dirigencias nacional y estatales, y en su caso, las municipales.

Se inaugura así una de las nuevas atribuciones que la reciente reforma electoral otorgó al naciente órgano eleccionario nacional, con la salvedad establecida en un artículo transitorio para librar las condiciones establecidas en la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (LEGIPE), de que solo lo hará en tiempos no electorales y que el partido lo solicite cuando menos con 4 meses de anticipación.

Con plazos y términos muy reducidos y con el proceso electoral, federal y concurrente en 18 entidades federativas, a punto de iniciar, el INE asumió esa responsabilidad, nada menor tratándose del PRD. Políticamente no podía negarse y lo están haciendo sabedores de los riesgos que implica dirimir conflictos intra perredistas, que no se han caracterizado por ser precisamente muy democráticos y civilizados que digamos.

Como sabemos, el principal partido de la izquierda mexicana a lo largo de su existencia (25 años) ha tenido muy malas experiencias cuando ha decidido llevar al voto universal de su militancia la renovación de sus órganos de dirección.

En el actual proceso, las miles de impugnaciones que se han presentado durante la etapa preparatoria no marcan un buen augurio para la jornada y la de los resultados y validez de la elección.

Es de señalar que las mesas receptoras de votación estarán integradas por los mismos perredistas, como no podía ser de otra manera, bajo la supervisión del INE, lo que los ha obligado a asumir algunos de los principios rectores de la función electoral, como el de imparcialidad, legalidad y objetividad, lo cual seguramente no ha sido fácil, dentro de la cultura política perredista.

Es en las casillas donde radicará el éxito o el fracaso de la elección perredista, pero también del INE en cuanto a su prestigio e imagen para organizar una elección partidista por primera vez, con todo lo que implica hacerlo apresuradamente y con la presiones de las tribus o grupos en pugna.

Se está jugando desde luego el futuro del PRD como principal partido de la izquierda mexicana, pues el riego de la fractura o desbandada hacia el nuevo partido MORENA de Andrés Manuel López Obrador es inminente; la continuación del control que ha tenido la corriente de Nueva Izquierda (los chuchos) y sus aliados de la dirigencia nacional, en la persona del guanajuatense Carlos Navarrete, o la posible llegada de sus opositores, que han propuesto la candidatura del presidente fundador del partido, Cuauhtémoc Cárdenas.

El PRD, principal promotor de esta nueva atribución del órgano electoral nacional, ha trasladado, al menos institucional y mediáticamente, porque en estricto sentido la harán los propios perredistas, la responsabilidad de la organización de su elección al INE, lo cual pone a éste en una tesitura  nada sencilla para legitimar o no el proceso eleccionario interno.

Ese costo político puede ser muy alto para el INE y sería una pésima presentación ante la sociedad si la interna del PRD fracasa. De ese tamaño puede ser la trascendencia del proceso electoral perredista de este domingo.

Sería funesto para el INE y para las instituciones electorales del país, que nos ha costado mucho, política y económicamente construir, que la noche del domingo o la mañana del siguiente lunes, las tribus perredistas empiecen a culpar al INE de las posibles irregularidades, y pero aún, que las señalen como las causas de su eventual derrota.

Apelemos al buen juicio y a la construcción de una verdadera cultura democrática entre los perredistas, pero sobre todo a la responsabilidad política y a la sensatez de su clase dirigente, para que no involucren al INE injustificadamente en sus disputas internas.

El INE es una institución muy importante para todos los mexicanos, su antecesor el IFE fue pieza fundamental para la transición política pacifica en nuestro país, cuidémosla todos, incluyendo a los perredistas.