Leía ayer con cierto escozor la columna de Federico Reyes Heroles en Reforma.

Lo menos que le dijo a Andrés Manuel López Obrador fue que, además de su osadía de compararse con los héroes de la independencia, con el prócer de la Reforma, Benito Juárez, y con Dn. Francisco I. Madero, se  ponía en el límite de la sinrazón al creerse merecedor de ello. Deduje, en el escrito de Federico, que AMLO ya se creía un apostol, cuya misión escrita por alguna divinidad habitante de una insondable fijación en el universo, era salvar a México y crear un país nuevo.

Y esa tarea estaba por encima de lo hecho por verdaderos líderes que, sin mesianismo alguno, como Gandhi o la Madre Teresa, lograron grandes transformaciones a favor de los más desposeídos del planeta.

Recordé a Frantz Fanon, el pensador social de Martinica, y su libro Los Condenados de la Tierra, y visualicé a López Obrador instalado en un Olimpo mexicano en el que, en solo seis años, redimía a los millones de pobres que habitan nuestro castigado país.

Esa visión la tuve cuando asistí al evento de la autoproclamación de Vicente Fox como candidato presidencial del PAN. Yo siempre le había señalado desde las páginas de El Nacional de Guanajuato cuando era gobernador de esa entidad, que debería someterse a una serie de análisis neurológicos y a someterse a exámenes siquiátricos urgentes y dar a conocer los resultados de ellos a la ciudadanía, ello por los dislates que cometía, no solo verbalmente, sino en su actuar como funcionario.

Esa ocasión estaba yo junto a mi siempre estimada y admirada jefa Beatriz Pagés Rebollar y le dije después de escuchar a Fox y observar su febril mirada, Señora, ya vámonos porque este está verdaderamente loco.

Unas semanas después, ya siendo candidato presidencial del PRI Francisco Labastida, en una comida me permití sugerirle lo siguiente: Pancho, lo primero que debes pedir es que todos los candidatos se sometan a rigurosos exámenes psiquiátricos por elemental seguridad nacional. Le detalle el perfil de Fox y le comenté la experiencia que viví junto a Beatriz Pagés donde advertimos el mirar delirante de Fox.

Lamentablemente fue tarde cuando Labastida empezó a señalar la locura de Fox. El pueblo estaba cansado del PRI. Y votó en contra del partido que había llegado a muchos excesos en 70 años de gobernar a México. Votó por el endeliriado Vicente, toda vez que el Ing. Cárdenas había perdido ya bastante energía y no ofreció la gran resistencia que opuso a Salinas en su mejor momento.

Las consecuencias del “triunfo” de Fox están a la vista. Más pobreza, más corrupción y ahora el nuevo ingrediente que nos regaló el PAN con Calderón fue la violencia.

La periodista Carmen Aristegui Flores ha denunciado ante el IFE a los partidos que constituyen el parapeto de la candidatura de López Obrador, porque manipularon, descontextualizando un dicho de la comunicadora de manera inmoral, utilizando su reconocible voz diciendo:” …tarjetas Monex que hay indicios de lavado de dinero…. “ Lo que dijo antes y después de eso Carmen Aristegui, no lo integraron los manipuladores al video de AMLO. Y es que sus locuras, que ven en los utilitarios de las campañas a molinos de viento convertidos en elementos constitutivos de fraude electoral, sometieron a los manipuladores de su voz en el trucado video de AMLO, porque ya no tienen capacidad de crítica o recomendación alguna frente al mesías.

Aristegui ya demandó, y seguramente tendrá el apoyo de toda la comunidad periodística, como lo tiene ahora el Grupo Reforma por los ataques que han sufrido sus instalaciones en Nuevo León.

Su demanda se funda en que el video la afecta porque viola el artículo 41 de la Constitución y los 38, 49, 34 del COFIPE. Desgraciadamente el daño ya está hecho. Y hay que penalizarlo.

El segmento más informado de la opinión pública mexicana ya tomó posición a favor de la periodista según lo reflejan opiniones contenidas en las redes sociales. Y más, en múltiples columnas y análisis que razonan su apoyo con pesados argumentos a favor del Aristegui en particular y de los medios en general.

No hay de otra. O el IFE reivindica íntegramente a Carmen Aristegui y atiende su demanda; o lo que sigue es que López Obrador empiece a alterar el texto constitucional para acomodar el fundamento de su “inconformidad por los comicios le robaron con utilitarios 70 % de los electores mexicanos encabezados por Enrique Peña Nieto”.

Por desgracia, nuevamente el país ve en peligro su estabilidad por las necedades que produce la sinrazón.