En el colmo de la desmesura, ahora los partidos políticos que apoyan a Andrés Manuel López Obrador pergeñan un spot donde pretendieron apoyarse en la credibilidad, mucha o poca de acuerdo con cada quién, de una periodista que si bien ha sido señalada como afín a esa causa, no tiene por qué permitir que se le use como ariete para entrar a una competencia de la que solo es, como periodista, narradora, reseñadora, cronista, informadora.

 

¿En base a qué pretenden usar el trabajo periodístico de alguien como “prueba” de nada? ¿Por qué los políticos, muchos de ellos, sin duda con la aquiescencia y beneplácito de muchos periodistas, buscan utilizar al periodismo como arma de ataque y/o legitimación de sus causas particulares?

 

Carmen Aristegui asumió su papel de periodista y pidió, con energía, que no se le utilice como instrumento de “legalización” moral de un proceso que debe ser seguido en las vías legales. Y eso le acarreó las impiadosas críticas de los más celosos partidarios de López Obrador.

 

No se ha sabido que el PRI pretenda usar de forma similar alguna nota transmitida en la infernal Televisa o informada por alguno de los periodistas que son calificados como “peñistas”.

 

Muchos dirán “no hay comparación en la credibilidad”; quizá, sin embargo, como siempre, la causa “izquierdista” pretende ganar un pleito legal con clases de moral.

 

Aristegui, con su contundente acción, les dio una verdadera cátedra de rectitud y ética profesional a quienes siguen empeñados en usar la calidad, informativa y moral de un informador, de un periodista, como argumento legal.