En este 2017, el diccionario Collins, consideró que la palabra del año es Fake News. Esto ante las olas y olas de noticias falsas que recorren la red, y que ha alimentado una andanada de descalificaciones al oficio del periodismo.

En la última década  ha sido muy común escuchar que los periodistas ya no son necesarios, porque supuestamente cualquier persona que cuente con un teléfono celular o suba sus comentarios a una página de Facebook se convierte en un "reportero ciudadano".

En medio de esa tendencia tan cómoda que busca denigrar a este oficio, emerge el gran trabajo de los Paradise Papers, que revela el modus operandi de empresarios, deportistas o políticos que esconden dinero en paraísos fiscales. En algunos casos, podría tratarse de fortunas amasadas gracias al saqueo a las arcas públicas, según algunos analistas.

Si alguien todavía le quedaba duda de la vigencia del periodismo en nuestra época, este trabajo colaborativo en el que se analizaron 13 millones de documentos deja muy en claro lo necesario que es este oficio para las democracias, y más ante la histórica necesidad de que existan contrapesos independientes a los poderes institucionales, y de esta forma revelar los secretos que los poderosos quieren mantener ocultos. O los arcana imperi, como decían los teóricos clásicos.

Este ejemplo de los Paradise Papers reivindica también el gran valor del trabajo colaborativo cuando se hace periodismo, así como el rigor profesional que se aprende en las aulas y en las salas de redacción.

Los documentos auscultados son desde hojas de cálculo, hasta proyecciones financieras y estados de cuenta.  No cualquiera puede echarse el clavado a ese mundo. Y se logró gracias al compromiso profesional de estos casi 400 periodistas de 90 medios de comunicación con sede en 67 países que integran el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación.

Este trabajo confirma que las soberanías nacionales, son cada vez más endebles en este mundo globalizado,  y por ello parecen esfumarse. Pero afortunadamente, también para el periodismo de investigación se esfuman esas fronteras. Sin duda estos esfuerzos globales del periodismo son de lo más afortunados y bienvenidos.

Y cuando hablo del periodismo de investigación me refiero al auténtico, al único que podemos concebir. El que conlleva un trabajo de análisis en base de una metodología científica y de corroboración de información. Que precisa de contrastar fuentes, de armar el rompecabezas y ofrecer una contextualización apropiada. Elementos que solo ofrece un profesional que se dedica a este oficio las 24 horas del día.

Es entonces, una luz de esperanza que haya periodistas que están haciendo su chamba: llegar a la verdad.

Falta que las instituciones, sobre todo en países como México, hagan la suya: llegar a la justicia.

P.D. Gracias a Jon Ospina, por la reflexión.