Gil Gamés no existe. Es decir, sí pero no. Se trata del seudónimo de Rafael Pérez Gay, escritor, humorista o intelectual o las tres cosas en la misma persona. El señor Gamés publica en Milenio columnas chistosas. Sin duda, tiene gracia. En una entrevista con Bibiana Belsasso, publicada en La Razón, Pérez Gay dijo que a Gil Gamés “no le gusta nada”, que es “muy incorrecto políticamente” y “un poco excesivo” con los políticos.

Leo a Gil Gamés porque me gustan sus artículos. A veces hasta pienso que tiene buen sentido del humor. Ignoro si sea cierto eso de que “no le gusta nada” y de que es “muy incorrecto políticamente”. Quizá dijo la verdad a la señora Belsasso y nada le guste y sea incorrecto políticamente hablando. Aceptemos que así es.

Pero Rafael Pérez Gay le dijo una mentira a Bibiana Belsasso: que Gil Gamés es “un poco excesivo” con los políticos. En realidad, el sexenio pasado era bastante amable con Enrique Peña Nieto, Luis Videgaray, Aurelio Nuño, etcétera, lo que siempre consideré muy sensato de su parte: yo también trataba con idéntica amabilidad a tales funcionarios.

Gamés solo es “excesivo” cuando crítica a Andrés Manuel. Joder a AMLO ha sido una de las obsesiones de Pérez Gay durante años. No sé si Gil Gamés o Rafael Pérez Gay estaban en esa lista que nadie conoce, pero de la que tanto se habla, de periodistas o de sitios de internet sin lectores que recibían dinero de los gobiernos anteriores. Ni lo sé ni es algo que me importe. Por cierto, Gamés también trataba con amabilidad a Calderón. La lista no nació el sexenio pasado, sino el antepasado.

En fin, sus críticas a AMLO y a su equipo, “un poco excesivas” como él dice, aunque no es lo normal, pueden llegar a ser razonables o a estar basadas en hechos cuestionables. Lo que hoy jueves 9 de mayo hizo es una chingadera.

Entiendo que le caiga mal John Ackerman. Comprendo que deteste a Alfredo Jalife. No tiene la obligación de llevarse bien con Sabina Berman. 

Firmó Pérez Gay el desplegado de periodistas e intelectuales exigiendo al presidente López Obrador no darle un cargo en el gobierno a Jalife. Ya dije por qué no lo firmé yo, que he sido demandado —civilmente dos veces, penalmente cuatro— por el señor Jalife, un tipo que durante años me ha insultado y calumniado en Twitter. 

A algunas personas les pareció que los intelectuales y periodistas que firmaron el desplegado le hicieron un favor a Jalife, quien se las arregló para que mucha gente lo defendiera en las redes sociales, lo que la mayoría hizo no por simpatizar con el racista, homófobo, antisemta, hasta nazi personaje. La mayoría de quienes apoyaron a Jalife lo hicieron porque detestan a escritores un poco excesivamente pedantes como Pérez Hay.

Una de las personas que se burló del desplegado fue Sabina Berman, en El Universal. El pasado 6 de mayo, Gil Gamés reaccionó de mala manera al artículo de Sabina y dijo que ella publica “bochornosas fábulas dominicales deschistadas y no pocas veces incomprensibles”. Añadió que las críticas de Sabina “a quienes se atrevieron a denunciar a Jalife”, significan que “no la incomodan los homófobos, los acosadores y los fascistas”. Es una mala conclusión la de Gil Gamés. Pienso que a Sabina Berman, como a todos, sí le incomodan los homófobos, acosadores y fascistas. Lo otro, lo del desplegado, lo vio como una tontería que benefició al pendejazo de Jalife. Así leí la columna de ella.

Hoy, Gil Gamés y su alias Rafael Pérez Gay van mucho más allá:

1.- Recuerdan que en el canal del IPN, de la red de medios del gobierno de México, tendrán un programa John Ackerman y Sabina Berman. No veo el problema. Espero sinceramente que tengan buen rating, pero lo dudo. En el negocio de la TV es muy difícil tener éxito.

2.- Esa es la razón, proteger una chambita, según Pérez Gay, de que Sabina Berman se atreviera a defender a Alfredo Jalife.

3.- “Ah, ingenuo Gamés. No era la escoria de Jalife el lugar de las defensas de la dramaturga traducida a más de 11 idiomas (como el canal), sino sus nuevas convicciones y sus relucientes intereses”.

4.- Sugerir que Berman defendió a Jalife para conseguir un pequeño contrato en el Canal 11 es una calumnia, de plano. Pérez Gay debe disculparse.

5.- Lo demás es opinión de Gil Gamés: “Ackerman siempre ha sido un estandopero, mediocre pero estandopero al fin. Sabina, ¿no le da un poco de pena? Al final y al principio usted es una escritora (traducida a 11 idiomas), pero Ackerman es un fanfarrón”. 

Al que le debería dar un poco de pena es a Rafael Pérez Gay. Tan enojado está con Sabina que la cuestiona con argumentos falsos, acosadores, misóginos y calumniosos propios de alguien como Alfredo Jalife y no de alguien como Pérez Gay que anda por la vida presentándose como demócrata, intelectual, inteligente y con sentido del humor. ¿Y los insultos a Ackerman? Pues eso: el estilo de Jalife empieza a ponerse de moda.