Raymundo era un joven que vendía tamales a la entrada de una primaria en una colonia de la CDMX. Entusiasta, atendía con alegría y le iba bien para ser un vendedor de tamales; su buena vibra y ganas de ganarse la vida hacía que casi siempre vendiera todo su tambo, a veces hasta antes de que la escuela tocara su chicharra anunciando que ya no permitiría la entrada de más alumnos.

A Ray, como muchos jóvenes, le gustaba la tecnología  y preguntaba a quién veía con un celular qué marca y modelo era el mejor para comprar. Así, luego de unos meses de ahorrar con su trabajo, logró comprarse un Smartphone, de los llamados “gama media”, pero muy bueno, le metía tarjetas para tener Internet y un vecino le pasaba su clave para que él cuando estuviera vendiendo pudiera usarlo sin restricciones.

A este joven le gustaba la música y ponía su teléfono, negro y con una salida de audio bastante decente, a buen volumen para escuchar canciones de moda; incluso las cantaba y las mamás no lo censuraban. Era un joven, incluso, de buen ver y no cantaba mal.

Un día por azares del destino no terminó temprano su venta y tuvo que esperar a que se acabaran sus tamales en una calle que a cada momento se quedaba más sola; llegaron unos malandros locales y lo asaltaron, se llevaron todo: sus tamales, el dinero de su venta, su teléfono y su vida, pues se resistió a que le quitaran ese gadget que tanto trabajo le había costado comprar.

Junto a la primaría hay un módulo de policía, un edificio de considerables dimensiones pero vació. Cuando Ray fue atacado los vecinos se movilizaron, pidieron una ambulancia y después de 15 minutos llegaron cuatro patrullas, esperaron al ministerio público, levantaron el cuerpo y eso fue todo.

Los vecinos reclamaron por qué no habían llamado a una ambulancia y los policías respondieron: “No podemos, ni tocar el cuerpo ni llamar a ninguna ambulancia, no podemos hacer nada, a ustedes les corresponde”.

No hubo investigaciones, pese a que este tipo de casos se persigue de oficio.

Lo único que pasó es que hubo un operativo especial por dos semanas, donde se aparecieron dos patrullas una a la entrada de la escuela y una a la salida. Dos semanas y se acabó, hasta hoy no han vuelto más patrullas.

¿Qué hace el gobierno de Miguel Ángel Mancera para evitar este tipo de hechos? Nada.

¿Qué hace Hiram Almeida? Nada ¿Qué hace el gobierno federal? Nada... Nadie hace nada.

Esta mañana escuché una entrevista con el padre de uno de los jóvenes desaparecidos en Veracruz; renunció a la Comisión de víctimas, ¿por qué?, porque en casi dos años, no han hecho nada. Reclamó a la CNDH, ¿por qué? Exactamente; por lo mismo.

Nuestras autoridades, encargadas de la seguridad no trabajan, son ineficaces, burocráticas,  de plano indolentes. Las víctimas, nosotros, si es que queremos justicia tenemos que hacer trabajo policial y de investigación empírico, porque los profesionales a los que todos les pagamos no saben, no pueden o no quieren hacer su trabajo; ejemplos hay muchos, desde el caso de la señora Wallace hasta recientemente la mamá de Valeria. La respuesta de las autoridades. Nula.

Hace unas horas encontraron asesinado y calcinado al periodista Salvador Adame, ¿quien resolvió el caso? La respuesta increíble, lo resolvió un delincuente, “El Cabezas” ¿Por qué? Era amigo de la infancia del comunicador y él se dio a la tarea de buscarlo y lo encontró. Qué hizo el titular de la procuraduría de Justicia de Michoacán, salir a decir que este señor había resuelto el caso. ¡Qué gran logro! Él y sus investigadores, cero resultados; si el delincuente no lo resuelve, aún desconoceríamos qué le habría pasado a nuestro compañero.

En la CDMX no sabemos qué hace ni la policía ni la instancia encargada de procurar justicia, ¿por qué? primero porque comunican muy mal, segundo porque no quieren hacerle mella a la poquísima popularidad de Miguel Ángel Mancera -es decir, no quieren hacerle sombra política- y tercero, porque ellos tienen un logro y en redes sociales difunden mil fracasos.

¿Qué hace el gobernador Yunes para evitar la violencia en su estado? Lo que mejor sabe, ofrecer dinero para que alguien le dé información. Investigación, no, no hay.

¿Y Silvano Aureoles? él mejor espera que los casos se resuelvan solos, porque está muy ocupado viendo si puede ser el candidato a la presidencia por el PRD y aunque diga que no, si es que fuera, será un candidato anecdótico.

Las cifras hablan por sí solas sólo en este año, contando a Salvador 8 asesinatos de periodistas, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública nos informó hace poco que entre enero y abril de este año hubo siete mil 727 casos de asesinato en el país, 488 en Veracruz, 465 en Michoacán y 335 en la Ciudad de México.

Qué nos queda a nosotros como ciudadanos, cuidarnos, preocuparnos por nuestra integridad y por nuestra seguridad, tener un ojo vigilante, ser discretos, salir poco, tratar de que nadie vea que compramos y que hacemos con nuestra vida, porque además, el gobierno si sabe que hago con mi dinero, Hacienda lo sabe y el Cisen nos espía.

Bueno hasta el Presidente hace lo mismo que cualquier ciudadano, porque él mismo ya lo dijo, lo espían. Estamos perdidos.

Ray tiene un hermano, no sé su nombre es un chico discreto, no siempre vende todo su tambo de tamales, compraron uno usado, porque el nuevo se perdió, este muchacho a veces se va a su casa con pérdidas, pero él y su familia tienen que seguir viviendo. Por supuesto este muchacho no tiene celular y tampoco pone música para vender sus tamales.