En algún momento habrá que detener esa mala práctica que se viene dando desde hace años de que cualquier grupo, con motivo o no, decida tomar casetas de peaje y abrir el paso a cambio de una “cooperación voluntaria”.

Ayer dos organizaciones lo hicieron en la autopista México-Cuernavaca y como si estuviesen organizados, cada una ocupó el espacio durante dos horas. En ese lapso el Gobierno Federal dejó de percibir casi un millón de pesos y los protestantes protestosos, se embuchacaron la mitad de ese dinero, dividido en dos si usted gusta, o sea 250 mil pesos por una “chambita” de dos horas.

¿Qué se alcanza a hacer con un millón de pesos en las carreteras nacionales? Imagino que da para muchas cosas en aspectos de conservación y mantenimiento. El punto no es sólo lo ocurrido ayer, sino la suma de tantas y tantas veces que pasa y, lo que es peor, la impunidad con la que estos grupos actúan en agravio de los dineros de todos los mexicanos.

Porque no es sólo lo que deja de entrar a las arcas, sino que ese dinero, reitero de todos los mexicanos, termina en los bolsillos de unos cuantos con el pretexto de “ayudar a la causa”.

“Lo que es parejo, no es chipotudo” y si se combate con fuerza el robo de combustibles, habría que empezar a tomar medidas para detener en seco a los huachicoleros carreteros.

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