Extraños son los caminos para llegar al poder en nuestro tiempo. Hablo del poder público, de los gobiernos.

Sin embargo hay dos elementos coincidentes que convergen en las historias recientes: el uso del hartazgo social contra políticos y partidos como elemento base y la popularidad.

Ser popular funciona, sobre todo si esa popularidad se afinca en la televisión y va acompañada de humor.

Ayer en Ucrania Vladímir Zelenski, un actor que estelariza la serie "El servidor del pueblo", en la que interpreta a un profesor de historia llega a la presidencia del país, convirtió la ficción de la pantalla en realidad y consiguió ganar la elección presidencial.

Ya antes en Guatemala Jimmy Morales ganó una contienda presidencial, aunque en su caso tiene el precedente de una importante preparación académica y un historial de lucha política.

Así, quienes toman la bandera del hartazgo y la molestia social ganan elecciones, como también lo hacen los famosos.

Pero ni lo uno, ni lo otro, son suficientes para resolver los problemas, porque sabes qué sucede (todos lo sabemos), pero no tienes claro los “por qué” y mucho menos la manera de resolverlo.

El simplismo electoral de nuestro tiempo no es la mejor forma de avanzar.

No quiero imaginarme un país gobernado por Adal Ramones, Adrián Uribe, Consuelo Duval, “La Chupitos” y mucho menos Chavana, Mario Bezares u Óscar Burgos… tal vez “Pini” Ramones, pero que conste, tal vez y sólo porque me parece más serio.