Jorge Ramos ha construido su exitosa y remunerativa carrera a base de shows mediáticos bastante predecibles: atacar a figuras que resulten incómodas para el establishment demócrata, neoliberal y belicista norteamericano; irse a la yugular de cualquier mandatario que aplique medidas que huelan lo más mínimo a izquierda y acusar a todo gobierno que no se doblegue ante el neoliberalismo norteamericano de “dictadura”.

Ramos ya aplicó su “librito” contra varios gobernantes de países del caribe, centro y sudamérica. Ahora le tocó a México y al mandatario Andrés Manuel López Obrador el sortear las ansias de figurar de este personaje que cuenta con claros vínculos con la fallida candidata presidencial Hillary Clinton.

No se si Ramos se considere “periodista” o no. Pero a una conferencia de prensa no se va a “debatir”, o a interpelar a quien la concede, sino a cuestionar y a profundizar en las respuestas. Sin embargo, el enorme ego del trabajador de Univision le hace creer que está al nivel de figuras como Andrés Manuel y otros con los que se ha confrontado en sus ridículos montajes y espectáculos.

No te confundas, Jorge. No eres el gran periodista que el mundo esperaba. A lo mucho, eres un activista de segunda categoría del ala clintoniana del Partido Demócrata; un porro golpeador que el complejo militar industrial y mediático norteamericano utiliza para atacar a cualquier proyecto que se acerque al progresismo.

Sea lo que sea lo que busque Jorge Ramos con sus provocaciones, mañana tendrá que escribir que en nuestro país existe total libertad de expresión, ya que el presidente de una nación con más de 130 millones de habitantes respondió a todos sus cuestionamientos, insinuaciones y “fake news”, e incluso le permitió romper con todo protocolo y acercarse a él para que leyera una gráfica sobre las cifras de homicidios en nuestro, la cual, según él “no podía leer” (Qué conveniente ¿no?).

Si mañana o cuando sea que aparezca su columna en los principales diarios de Miami, Ramos arremete contra AMLO, si afirma o apenas insinúa que nuestro país tiene un régimen “autoritario”, que “va en camino de convertirse en dictadura”, o cualquiera de esas falsedades que ha aplicado a países como Bolivia o Venezuela, sabremos cual era la verdadera intención del conductor: desestabilizar, provocar y causar un conflicto diplomático con los Estados Unidos. Se tenía que decir y se dijo.